Por Pascual Tamburri, 14 de enero de 2008.
El presidente foral, tras movilizar a los navarros en 2007, asume la tarea de nombrar diputados y senadores. La competencia entre posibles candidatos es sangrante. La solución, el viernes.
Parece, y nadie lo desmiente, que la Navarra oficial vive un «momento dulce» con La Moncloa. Así ha reconocido varias veces el presidente del Gobierno foral, Miguel Sanz, a quien debemos la frase. Será, pues, cierto.
La misión cumplida
Sanz ya hizo un balance positivo del año 2007 en su mensaje de felicitación y en las declaraciones vacacionales a los medios de comunicación. Y su deseo para el 2008 en el que estamos fue «dejar de hacer ´todo lo que ha promovido o promueve la confrontación, que ha sido la causa de una cierta crispación´ en 2007» .
Para el presidente navarro, la causa de la crispación «fue la falta de transparencia que tenía el llamado proceso de negociación, entonces en marcha con la banda terrorista ETA y con Batasuna». Ahora, como Zapatero dice que ya no negocia y el Gobierno nacional dice que ha cambiado de opinión, ya no hay crispación ni desacuerdo de fondo. Hermosa escena mientras dure. Todo bien para Sanz, por tanto, e incluso muy bien ya que Zapatero es generoso en «infraestructuras claves para el desarrollo de la Comunidad foral y de España, como puede ser el corredor navarro de alta velocidad». Dinero punto com.
Pero, antes de tanta felicidad zapaterina, Miguel Sanz creía que «no nos podemos fiar, no ganar nosotros con mayoría absoluta implicaría que el PSOE podría pactar con los nacionalistas y todos conocemos que los nacionalistas no dan nada gratis. Seguirían insistiendo en la necesidad de conformar ese ente político que integra Navarra con las provincias vascas«. Sobre los socialistas creía que se trataba de «un partido que no habla claro a sus presumibles electores acerca de cuál va a ser su política de pactos después de las elecciones porque dice y afirma que pactará en la misma medida con UPN o con Nafarroa Bai». Santas palabras.
Lo que toca: las listas
Ahora, pasados bien o mal los trances de 2007, toca hacer las listas. Ha de hacerlas el mismo Miguel Sanz, en defensa de la Navarra foral y española y contra sus enemigos socialistas y nacionalistas -sí, enemigos: no hay pactito que valga con las urnas en danza-. Yolanda Barcina no ha aceptado el encargo, y ella sabrá por qué: quizás porque esperaba o espera ser candidata ella misma, quizás porque aspire a la presidencia de UPN y no quiera la dosis de rencor que genera la confección de una lista, o quizás porque haya querido marcar públicamente distancias, y hacerse querer por los no pocos descontentos con el aparato del partido. O por todo ello, o por algo que aún no sabemos.
Quien sí sabe es Miguel Sanz: el viernes 18 tiene que ir al Consejo Político con nombres, y sabiendo que los tres candidatos principales al Senado y los dos primeros al Congreso le deberán algo, pero que quienes no estén ahí creerán que se les debe. Modestamente opino que hemos empezado la casa por el tejado, lanzando pre-candidaturas y no hablando de principios, de tareas y de programa. No todo el mundo piensa lo mismo sobre los valores fundamentales de UPN, y no hablar con claridad es la peor solución para eso, como para definir las relaciones con el PP, el papel nacional de los electos, la acción política de los grupos de presión y la de los empresarios cualificados, por ejemplo. Habría sido bueno dejar claro eso, hablando como personas y no limitándonos a palabras hueras en los medios.
Eso ya no tiene remedio; a ver si al menos entre Carlos Salvador, Santiago Cervera, José Cruz Pérez Lapazarán, José Ignacio Palacios y Yolanda Barcina, o quienes sean, logran un buen resultado. Igual hay que echar mano de gente de fuera de las instituciones, Miguel, o de fuera de la sede, válgame Dios. Gente con experiencia como Ignacio Martínez Alfaro, o sin ella pero con otros méritos en la vida real (en serio: aún queda gente con principios, sin escolta y sin chófer). Desde luego la peor solución sería –en expresión que debo a Dulanz, perdón a Fernando Pérez Ollo, en otro contexto- un ramillete más de verditiernos. La lista, para bien o para mal, será la del presidente Sanz, y si algo no funciona nadie se acordará ni del Ejecutivo, ni del Político, ni de Alberto Catalán, Jerónimo Gómez, Chon Latienda, Eradio Ezpeleta, Conchi Mateo o José Carlos Garde. Veremos qué cosecha nos trae marzo, y que sea buena como parece políticamente correcto no dudar que será.
El mérito fue de Sanz, y de quien le acompañó sin complejos
Yo entiendo y aplaudo al presidente. Un partido existe para conquistar, mantener y ejercer el poder. UPN hace las dos primeras cosas, lo volvió a hacer en 2007, y sus electores le han aguantado hasta ahora que la tercera no siempre se haga conforme a los principios fundacionales del partido, así que todos felices. Felicidades, don Miguel, con una sola salvedad: Navarra no se salva sobre moquetas, ni fueron los argumentos empresariales los que convencieron a los socialistas de la oportunidad de no pactar «de momento» con los abertzales. No te quites méritos, Navarra la salvaste tú, con Mariano Rajoy al lado y 100.000 navarros detrás. Lo que asustó a Zapatero y demás fue la manifestación del 17 de marzo, que tú convocaste y que puso nombre y número al precio que el PSOE habría tenido que pagar aquí y fuera de aquí por pactar con los nacionalistas. Hoy, y hasta marzo, el «proceso» dormita y el PSOE hace propaganda a cuenta de ETA-ANV. Pero no defraudemos a decenas de miles de navarros que no viven del Presupuesto y que no entienden eso de que «en las actuales circunstancias no hubiese sido necesaria».
Jaime Zuza en 2004 reflexionaba sobre el PP y concluía que es peligroso estar mucho tiempo en el poder, puesto que se termina confundiendo gobierno con administración, administración con partido y partido con presidente, cosa que tal vez haya sucedido en Génova. No estoy seguro de que sea un problema universal o inevitable, querido Jaime, pero sí es cierto en cambio que mientras prevalece la adulación (fíjate por ejemplo en las loas sistemáticas de alguien habitualmente tan serio como María Antonia Estévez a alguien tan calculador como Antonio Catalán, y no digamos que no tienen nada que ver con la política, por Dios) el riesgo es que los sentidos se emboten, y la percepción de la realidad se distorsione. La virtud de Miguel Sanz, salido de la Navarra real, fue precisamente su inmunidad en los 90 a esos problemas. Debe tenerlo presente, más que las opiniones de quienes sólo se acercan a las vacas gordas.
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 14 de enero de 2008, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/miguel-sanz-hombre-mision-cumplida-lista-pendiente-78172.html