Por Pascual Tamburri, 20 de febrero de 2008.
La independencia de Kosovo divide Europa. Cada país de la UE «decidirá, según sus prácticas nacionales y sus reglas jurídicas», qué hacer. Nuevamente, como en el momento de las independencias de Eslovenia y Croacia, los intereses de Estados Unidos como superpotencia y los cálculos egoístas de Alemania han prevalecido sobre el interés de Europa. Reconocer la autodeterminación hasta un nivel casi tribal puede ser un buen negocio para otros, pero para Europa es demostradamente un desastre. Para España es, además, una necedad que termina haciendo buena el Acta Final de la Conferencia de Helsinki, ahora mismo anulada.
Sería la ocasión de debatir si Woodrow Wilson era más tonto que malvado o al revés. Pero no es cuestión de aburrirse, sino de ver cómo los hallazgos del 28º presidente americano (el principio de las nacionalidades, la autodeterminación, la pazzz eterna, la prohibición de la guerra, la condena del enemigo como criminal, y demás pamemas sangrientas) afectan a Navarra, a España y a nuestra campaña electoral.
Lo de Kosovo es un precedente que reaviva todos los separatismos de Europa. Seguro que el ego decaído de Alemania quedará satisfecho, y que sus multinacionales mejorarán sus cuentas de resultados mientras Bush refuerza su posición imperial (feliz él que puede hacerlo a nuestra costa). Pero si nosotros aceptamos los argumentos de los terroristas musulmanes albaneses de esa región de Serbia, ¿por qué rechazar los de los separatistas abertzales?
El PNV y Nafarroa Bai incluyen en su programa electoral una mención expresa al «derecho a decidir» (que quieren imponer a quien ocupe La Moncloa) y reiteradas referencias de campaña al caso de Kosovo. La España de ZP ha hecho el ridículo, al avalar primero el proceso que nos ha llevado a este punto y al negarse al reconocimiento sólo en el último punto. Si aceptamos que cualquiera (región, etnia, partido, club de fútbol o aldea) tiene «derecho» a formar un Estado estaremos firmando un futuro muy duro para nuestro propio país.
Aznar es algo culpable de no prever esto –un error de verdad, mucho más real y grave que la simple torpeza formal iraquí- pero sobre todo Zapatero es responsable de todo lo que suceda desde ahora. Por de pronto los abertzales ya saben qué hace falta para lograr una secesión con éxito: debilitar al Estado-matriz, unirse a sus enemigos interiores y exteriores, lograr una imagen internacional de víctimas y sintonizar, con avales diplomáticos y políticos, con los intereses militares, estratégicos y económicos de una superpotencia. Parece complicado, pero es un camino. Además, hemos terminado aceptando que tal camino existe: así son los listillos que nos gobiernan.
Para recorrer ese camino a Nafarroa Bai y sus papás de Bilbo (no Bolsón, sino el viejo puerto castellano) nos traen hace años sus «observadores internacionales», desde el patético Pérez Esquivel hasta el sin par Francesco Cossiga –lo que hace un siglo en Settefrati llamaban expresivamente un paraculo-, en un intento de internacionalizar la cosa. Navarra, que por supuesto no tiene y jamás ha tenido derecho a la «autodeterminación», pese a las simplezas mal informadas que a veces toca leer, tiene el mayor interés en que a los terroristas de Kosovo les vaya muy mal y a Serbia lo mejor posible. Si este precedente se consolida como anuncian los nacionalistas, Pamplona va a ser escenario de espectáculos que preferiríamos evitar, pero que naturalmente afrontaremos con la entereza necesaria si entre tontos y listos nos obligan.
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 20 de febrero de 2008, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/helsinki-pamplona-pasando-kosovo-entre-tontos-listillos-79823.html