Por Pascual Tamburri, 3 de abril de 2008.
La Universidad de Navarra ha recibido como donación la colección de arte de María Josefa Huarte Beaumont. Se trata de obras pictóricas y escultóricas de artistas como Chillida, Oteiza, Tàpies, Palazuelo, Picasso o Rothko, adquiridas por el constructor, empresario y político Félix Huarte y su familia. El arquitecto Rafael Moneo construirá un centro de arte contemporáneo en el campus pamplonés de la Universidad del Opus Dei. Ya en 1998 un convenio entre la Fundación Beaumont, la UN y la Fundación Universitaria de Navarra creó en ese Universidad la Cátedra Félix Huarte de Estética y Arte Contemporáneo.
Parecen, y en el fondo quizás sean, excelentes noticias para Pamplona y Navarra, al menos si se considera positivo que una colección semejante, de gran prestigio y valor, permanezca ligada a la región. Pero en la memoria de casi todos este asunto deja un regusto amargo, ya que hace muy pocos años se firmó un acuerdo entre el Gobierno de Navarra, Ayuntamiento de Pamplona y Fundación Beaumont para impulsar un centro de arte contemporáneo que recibiese ese legado; habría sido una institución pública y no una Universidad privada la beneficiada. ¿Por qué no llegó a buen puerto aquello y en cambio la UN sí lo ha conseguido?
Seguramente se trata de un problema de gestión y de relaciones personales. El centro Huarte, en su versión pública, se quiso construir en la Ciudadela, derrobando o modificando parte de la histórica fortificación. Aquel proyecto generó muchos sinsabores y enemistades al actual consejero de Cultura y Turismo, Juan Ramón Corpas, y en definitiva fue impedido por el Ministerio de Cultura que rechazó una obra de ese tipo. Como muchas cosas en la Pamplona oficial, aquello que había llenado páginas y páginas de periódico, y generado infinitos abrazos y autocomplacencia dejó de existir… para reaparecer ahora bajo forma privada. Son cosas de la Pamplona profunda, como tendrá rápidamente que aprender el renovado y juvenil equipo de Corpas si no quiere encajar más goles de este tipo.
Y es que no es el primero: la Universidad de Navarra ha sabido hacerse con legados que en cualquier otro momento podrían haber terminado en archivos, museos y bibliotecas públicos. Los ejemplos son muchos, desde la impresionante colección de Ciencias Naturales del Colegio de Lecároz de los capuchinos hasta los archivos privados que la UN custodia y recibe ante la pasividad de otros archiveros, pasando por el legado fotográfico de Ortiz Echagüe. El Gobierno se ha quedado en cambio sólo con el caro, enfangado y poco atractivo legado de Jorge Oteiza.
(Añado una apostilla personal a la noticia: las obras de Chillida, Oteiza, Tàpies, Palazuelo, Picasso o Rothko valdrán mucho pero personalmente no me gustan. No me parece tan mala noticia que se evite gastar dinero público en algo que, personalmente, vería mejor vendido en subasta pública si el producto se destinase a proteger tantos y tantos auténticos monumentos en peligro. Con permiso de los entendidos, de los horteras y de los timoratos, ahí queda dicho).
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 3 de abril de 2008, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/universidad-opus-lleva-otra-gato–81457.html