Los espías rusos ponen en peligro a algunos políticos sagrados

Por Pascual Tamburri, 20 de julio de 2008.

Rusos, estrictamente hablando, no. Soviéticos. Porque a dos décadas de la agonía de la URSS los informes clasificados de los servicios secretos de Moscú siguen causando pavor. Lo que la superpotencia comunista hizo dentro de sus propias fronteras fue la mayor masacre de la historia. Lo que hizo fuera de ellas, especialmente durante la guerra fría, sigue sacando los colores a muchos hombres públicos, especialmente de los que se suponen intocables.

Vasili Nikitich Mitrokin, ex archivero del KGB jubilado en 1984, redactó sucesivos informes sobre las actividades de información y reclutamiento de políticos occidentales; y reunió algunos datos especialmente llamativos en su libro The World Was Going Our Way, además de dar información a la inteligencia británica para 645 fichas y 3500 informes.

Esa información ha hecho temblar por ejemplo a la mitad de la clase política italiana, ya que las redes soviéticas de información, agitación, terrorismo y sabotaje implican en Italia a políticos, periodistas, militares, altos funcionarios y diplomáticos que han seguido en activo durante décadas. No sólo se trababa de conocidos líderes comunistas como Armando Cossutta. Pensemos que entre los agentes soviéticos estaba el jefe de gabinete del primer ministro Amintore Fanfani, o que el diplomático Giorgio Conforto recibió una pensión soviética y la Orden de la Estrella Roja, sin considerar el hecho de que su hija perteneció a las Brigadas Rojas. Se han sugerido más nombres, pero el hecho es uno: una parte esencial de algunos Gobiernos occidentales estuvo al servicio de la URSS mientras ésta amenazaba la libertad del mundo.

Un caso especialmente llamativo –sin entrar en más detalles sobre el pantano italiano, que nunca podrán darse por entero salvo que lo ordene Vladimir Putin– es el del presidente chileno Salvador Allende. Es inminente su beatificación laica, pero es probable que entregase información a la URSS y que recibiese instrucciones, consejos, material y dinero a cambio. Durante su mandato hubo en Chile presencia de militares y espías cubanos, y se recibieron cargamentos clandestinos de armas rusas a través de Cuba y con destino de diversos grupos guerrilleros y terroristas.

Obviamente la izquierda siempre negará estos hechos y la derecha habitualmente, por prudencia, se abstendrá de recordarlos, pero ahí están. La democracia es fuerte si son fuertes sus defensores, pero ningún político está a salvo si tiene un precio o una debilidad para los servicios extranjeros. El renovado orgullo patrio de la Rusia de Putin impide que la información siga fluyendo desde sus archivos, lo que quizás sea bueno para algunos españoles notables. Afortunadamente la URSS fracasó en sus proyectos y sus siervos occidentales, aunque no conozcamos todos sus nombres, se vendieron para nada.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 20 de julio de 2008, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/espias-rusos-ponen-peligro-algunos-politicos-sagrados-85627.html