Por Pascual Tamburri Bariain , 27 de julio de 2008.
El hijo de Alejandro VI ha sido denostado con mayor empeño propagandístico que rigor académico. Hombre carácterístico de un tiempo formidable, el Renacimiento, su vida fue, sí, irrepetible.
Antonio Hernández dirigió la apuesta de Antena 3 protagonizada por Luis Homar, Sergio Peris-Mencheta, María Valverde y Eloy Azorín que dieron vida a Alejandro VI y sus tres hijos César, Lucrecia Borgia y Jofré.
José Catalán Deus. El príncipe del Renacimiento. Vida y leyenda de César Borgia. Debate. Barcelona, 2008. 623 pp. 26,90 €
En la familia de Borja, los Borgia, se han concentrado las narraciones más escandalosas sobre la Italia y la Iglesia del Renacimiento. Durante siglos ha importado poco si los escándalos tenían algo que ver con la realidad: los Borgia –la imagen de la familia y especialmente de Alejandro VI en la memoria interesada de los hombres- se han convertido en un arma contra la Iglesia. Verdad, mentira, ficción, exageración y realidad se entrelazan en la vida de una familia que, ciertamente, no fue como las demás. Pero tampoco aquellos años entre 1400 y 1500 pueden ser juzgados con los parámetros del siglo XXI, al menos no si se trata de conocer a los protagonistas de una historia singular.
César y Lucrecia Borgia fueron los hijos más conocidos del papa Alejandro VI. Efectivamente, el segundo papa Borgia fue un pecador público en más de un campo, pero sus debilidades personales y la trayectoria de sus hijos han sido primero exageradas y después señaladas con dedo acusador no por quienes han lamentado el pecado cerca del Trono de San Pedro, sino por quienes han querido destruir ese Trono. Estamos ante un libro distinto, que nos habla de una manera nueva de un personaje atractivo con decenas de biógrafos notables; pero antes de considerar qué ha hecho José Catalán Deus con César Borgia hay que recordar qué han hecho otros antes.
En general, César ha sido objeto de manipulación desde antes de su muerte. Vivió 32 años, nació hijo de cardenal y vivió como hijo de Papa, rodeado de la Corte más espléndida de un tiempo espléndido, el Renacimiento. Fue educado para gobernar, y desde los 18 años de edad fue arzobispo de Valencia y cardenal él mismo. Arrojado en medio de la corriente confusa de la política italiana de su tiempo, no se dejó arrastrar como habría sido cómodo, sino que tuvo su propio rumbo y una firme voluntad de dejar de su paso una huella indeleble.
Catalán Deus parte en su libro de uno de los tantos lugares comunes sobre los Borgia, sobre César y sobre la Roma del Renacimiento: su identificación con el Príncipe ideal de Nicolás Maquiavelo, diplomático florentino contemporáneo del protagonista. Pero como todo el libro, su título tiene la virtud de apelar a la información previa que el lector culto cree poseer sin por ello darla por buena. En lo cual radica por cierto su principal virtud.
Dirán los puristas que Catalán Deus no ha escrito un libro de historia, y es verdad. No se trata de un trabajo de investigación, sino de un libro en tono narrativo, casi novelado, que permite al lector recibir una información actualizada y novedosa que en otro caso habría quedado sólo para algunos investigadores. Porque el drama de la historia en las últimas décadas es exactamente ése: por un lado una parte importante de los historiadores se dejan llevar por sus prejuicios y hasta los imponen, de modo evidente en el caso de las consideraciones ideológicas; por otro en España ha fallado la «alta divulgación», creando una trinchera entre los historiadores de oficio y la población general, cuyos conocimientos ni se renuevan ni se actualizan.
Por eso serán injustas muchas de las críticas que reciba Catalán Deus. Es fácil liquidar displicentemente su libro desde una cátedra lejana como un producto «divulgativo», pero es que sin divulgación del saber no tiene sentido que la sociedad sostenga la investigación histórica. A los españoles de 2008 les interesa saber, por ejemplo, que César Borgia no fue un enemigo de España sino un fiel ejecutor de los planes pontificios para defender la Santa Sede en una Europa más que compleja. César no se secularizó para atender a sus bajas pasiones, porque ya se había ocupado suficientemente de ellas, sino para servir con las armas y con la diplomacia a su padre. Un Alejandro VI cuya fama manchó el protestantismo antes de nacer, pero que unió su nombre al de España en la coyuntura trascendental de 1492. Ciertamente su muerte hizo fracasar a César en Italia, pero aún hoy un continente entero e inesperado habla español y es católico.
Mientras tanto, César demostró ser uno de los mejores cerebros políticos y militares de un tiempo que no perdonaba debilidades. Contemporáneo de Luis XII, del emperador Maximiliano, de Fernando el Católico y del Gran Capitán, César Borgia fue aliado de consideración o enemigo de cuidado de todos ellos. Como ellos y antes que ellos, fue además amigo de Maquiavelo, mecenas de Leonardo y cuñado del rey de Navarra, un pobre Juan de Albret a quien tanta gloria sólo le llegó muy marginalmente y por parte del esposo inesperado de su hermana. César –y Catalán Deus lo narra con pasión contagiosa- fue derrotado en Italia, aprisionado en Castilla, fugitivo de su prisión, huésped incómodo de una Navarra en guerra civil y en definitiva murió en combate en Viana en una guerra en la que nada le iba y cuando la gloria ya se había unido para siempre a su nombre.
César Borgia no puede ser conocido sólo por los especialistas, y el público español debe tener acceso a una biografía moderna que, sin ser falaz, sea atractiva. La de Catalán Deus cumple con todos los requisitos aunque pueda no gustar su estilo narrativo, y merece ser leída este verano.
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 27 de julio de 2008, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/borgia-historia-fama-morbosa-todo-merecida-85829.htm