Rubalcaba quiere «mano dura» pero De Juana ha ganado por los complejos

Por Pascual Tamburri, 13 de agosto de 2008.

El ministro del Interior y el PP están de acuerdo en tratar con dureza a terroristas, maltratadores y pederastas. Pero no hay que olvidar por qué los etarras como De Juana están en la calle.

Alfredo Pérez Rubalcaba es la estrella solitaria de este siglo político. Con el mismo temple con el que aceptó el diálogo con los asesinos de ETA y con el que defendió la benevolencia con De Juana hoy predica la mano dura. Y si no la predica al menos acepta y comprende que el PP de Mariano Rajoy pida hoy lo que una inmensa mayoría de españoles quiere desde siempre: tolerancia cero con los terroristas, alejamiento de sus víctimas, cumplimiento íntegro de las penas. No está mal.

Estaría mejor si hubiese sinceridad de fondo, claro. Es fácil ser duro desde las instituciones cuando parecen lejanos los beneficios electorales de una negociación fracasada, o al menos aplazada. Lo difícil, pero también lo mejor, sería la coherencia. Coherente es el político que, convencido de que la benevolencia es justa, la pide también hoy o también al día siguiente de un atentado. Coherente es el político que, convencido de que no puede hacerse ninguna concesión a los asesinos, pide penas severas y completas digan lo que digan las encuestas y los analistas. Incoherente es, en cambio, quien cambia de postura según vayan las apuestas. Y por supuesto quien no tiene en este asunto un poco de «memoria histórica» .

La «memoria histórica» que deberían tener

Hagamos memoria. ETA existe desde los años 50. Mata desde 1960, y tiene comandos de asesinos desde 1968. En los años finales del franquismo, después de muchas dudas y vacilaciones de los prohombres de un régimen caduco, ETA fue acorralada policialmente, y en 1975 la mayor parte de sus cuadros estaba en el lugar correcto: la cárcel. Alguno, con menos suerte, había pasado por el paredón y alguno, más listo en las artes de sacristía, estaba en el exilio.

La ETA de hoy, la ETA de De Juana, es hija de aquella, y pudo renacer gracias a la benevolencia de Adolfo Suárez y su equipo. Según la Ley 46/1977, de 15 de octubre, de Amnistía, sancionada por Juan Carlos I, firmada por el Presidente de las Cortes, Antonio Hernández Gil, y considerada esencial para la democratización por Suárez y por Rodolfo Martín Villa, quedaron amnistiados «todos los actos de intencionalidad política, cualquiera que fuese su resultado, tipificados como delitos y faltas realizados con anterioridad al día 15 de diciembre de 1976». Además, «todos los actos de la misma naturaleza realizados entre el 15 de diciembre de 1976 y el 15 de junio de 1977, cuando en la intencionalidad política se aprecie además un móvil de restablecimiento de las libertades públicas o de reivindicación de autonomías de los pueblos de España». Eso incluyó específicamente todos los actos de ETA, la apología de ETA, la colaboración con ETA, la pertenencia a ETA.

Para la clase política de hace treinta años, como para Rubalcaba hace dos, los etarras eran «presos politicos», y la causa de sus actos era política y susceptible de negociación. No sólo salieron de la cárcel, sino que fueron plenamente rehabilitados. Moralmente vencieron, porque el mismo Estado reconoció que sus actos eran, al menos, tan dignos como los de sus servidores o como los de la oposición democrática pacífica. La lógica consecuencia de la benevolencia fue que ETA se lanzó al ataque: si la consecuencia de matar era la victoria parcial, matando más sera posible una victoria definitiva.

El camino no es la benevolencia

España padece aún las consecuencias de aquellos complejos. Nadie discute que Japón y Estados Unidos sean democracias sólidas y más antiguas que la nuestra, pero muchos etarras, si hubiesen cometido sus crímenes allí, habrían sido ejecutados. Sin embargo aquí es improponible un debate sobre la pena de muerte, porque los dos grandes partidos (a diferencia de sus votantes y militantes) se escandalizan. Es incluso tabú hablar de cadena perpetua, que sin embargo existe en Italia, Francia y Gran Bretaña: y ahí tienen ustedes a De Juana, libre.

¿Será que sus víctimas eran más culpables que él? Sean bienvenidas las ideas del PP y tanto más su aceptación por Rubalcaba. Pero hay que hacer memoria y ver en qué acomplejadas blanduras aún vigentes están las raíces del problema.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 13 de agosto de 2008, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/rubalcaba-quiere-mano-dura-pero-juana-ganado-complejos-86293.html