Semana Grande de Bilbao, memoria corta de Azkuna

Por Pascual Tamburri, 20 de agosto de 2008.

El alcalde de Bilbao la tiene corta. La memoria. Al rendir homenaje a los voluntarios que paliaron la terrible inundación de 1983 ha olvidado la decisiva contribución del Ejército.

Iñaki Azkuna Urreta, alcalde de Bilbao, pasa por ser uno de esos abertzales con los que «se puede hablar». El rostro humano, burgués y campechano del PNV. Que lo tiene, y es verdad, y no son malos compañeros de vinos. Es difícil pasarlo mal en las fiestas de la Semana Grande de Bilbao, por ejemplo, y seguro que con Azkuna uno lo pasa muy bien. Siempre que tengamos mejor memoria que él.

Porque Azkuna –y con él su equipo de gobierno municipal- tiene una memoria cortita. Mejor dicho, selectiva. Este 21 de agosto Bilbao conmemora los veinticinco años desde las inundaciones de 1983, que coincidieron precisamente con la Semana Grande. Inundaciones gravísimas, 200.000 millones de pesetas en daños, cien municipios vizcaínos colapsados y 34 muertos, que son menos de los de Barajas este miércoles pero conmocionaron también a toda España. Es bueno y justo que en la Semana Grande de la villa vizcaína se reconozcan los méritos de aquellos voluntarios en semejante momento prestaron su ayuda a la gente ante el colapso de las instituciones y de las instituciones.

Así que memoria tienen. Pero no les llega para todo. A Iñaki Azkuna, alcalde de Bilbao, le ha faltado una cosa, un recuerdo, una parte de su memoria histórica. Debe de tenerla como Zapatero, sesgada. Cientos y aun miles de voluntarios, es cierto: aquel fue el mejor aspecto del desastre, la solidaridad renacida. Pero tampoco hay que olvidar los casos de saqueo, 30 de ellos demostrados, y la especulación de los listos del momento, con una barra de pan a 100 pesetas y una botella de agua a 140, de las de entonces. No todo fue maravilloso en aquella ruina de la que emergió el actual Bilbao.

Ayuda de uniforme sin discriminación ideológica

Y sobre todo, señores, hay una parte esencial que debe recordarse. La primera ayuda, y el grueso de la ayuda pesada, corrió a cargo de las Fuerzas Armadas. Allí quien dio el callo en medio del barro no fue Herri Batasuna, sino la Guardia Civil. La gente no comió pan cocido en los batzokis, sino chusco de los cuarteles. Los camiones y lanchas que rescataron gente y distribuyeron bienes de primera necesidad no fueron del Gobierno Vasco, sino de las entonces Sexta Región Militar (Burgos) y Zona Marítima del Cantábrico (El Ferrol). Hará falta mucho Photoshop para que en documentales y exposiciones no aparezca lo evidente: soldados de uniforme.

Así que adelante, alcalde Azkuna, homenajee, pero sin exclusiones. Invite a las autoridades militares. Condecore a los Regimientos que participaron en las operaciones. Reúna a los soldados y marineros que allí estuvieron. No hay de qué avergonzarse, hombre: eran hombres de la tierra, gente del pueblo que cumplía el servicio militar y mandos profesionales que a diferencia de las autoridades civiles sí sabían qué hacer ante una crisis como aquella. Cumplieron con su deber, y no preguntaron a nadie por sus ideas antes de ayudar, a pesar de que abertzales armados llevaban ya años matando a sus compañeros. No ponga usted ahora sus ideas por encima de la realidad. Acuérdese bien y felices fiestas, si es que es posible celebrar algo con lo que ha pasado en Madrid.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 20 de agosto de 2008, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/semana-grande-bilbao-memoria-corta-azkuna-86483.html