¿Rajoy está rodeado de progres que aceptan la derrota?

Por Pascual Tamburri, 29 de agosto de 2008.

La derecha se refugia en la gestión económica para huir de la batalla de la cultura. Sin darse cuenta de que así garantiza la derrota. Hay que reírse de las ridiculeces de la izquierda.

Nadie discute ya que la cultura es de izquierdas y progre. Es un hecho, un axioma, una verdad indiscutible que además confirman las excepciones. La derecha pide perdón por inmiscuirse ocasionalmente en ese campo que no es el suyo, y pide sólo que se deje sobrevivir a sus creadores de cultura. Hay desde hace décadas un reparto de funciones que Mariano Rajoy ha demostrado entender a la perfección en su giro de los últimos meses al frente del PP: la derecha (perdón, el centroderecha) se reserva la eficacia en la gestión económica y acepta que las ideas sean puestas y mantenidas en circulación por la izquierda.

Es totalmente injusto reprochar a Rajoy que suceda esto. José María Aznar, especialmente en su primera legislatura, hizo exactamente lo mismo: triunfos macroeconómicos y rendición en la cultura, tanto en los niveles superiores como en la cultura de masas. Resultado final, el conocido: indefensión ante la excelente gestión por la izquierda de una sociedad cuyas ideas el centro no controla.

Pero no se trata de una derrota, sino de una no-batalla. Uno puede luchar y perder, o puede sencillamente no combatir. Ser conservador en 2008 en debates de ideas o de cultura es, literalmente, ser de izquierdas. Es fácil de entender: la mayor parte de la derecha, al menos en España, no defiende sus propias opciones, sino que opone como mucho a las nuevas metas de la izquierda la «conservación» de las metas de la izquierda ya anteriormente institucionalizadas. Así que el centro de 2008 consiste, en términos culturales, en tratar de conservar viejas ideas progres frente a nuevas ideas progres. El resultado es, lógicamente, la victoria de las ideas progres, de los mitos progres, de la cultura progre.

Digresión económica

Hay un campo especialmente divertido para comprobar todo esto, y es la economía. Resulta que la izquierda ya asume, como en la práctica viene haciendo desde Lenin y desde Antonio Gramsci, la superioridad de la política y de las ideas sobre los fenómenos económicos. La izquierda marxista clásica fracasó de cabo a rabo al defender el determinismo económico y la centralidad de la economía en la vida de los pueblos. De hecho, cuando gobierna, la izquierda impone sus ideas sin temblarle el pulso ante las grandes cifras. La derecha al uso, en cambio, sanea las cuentas y predica viejos dogmas materialistas. Para, naturalmente, perder no sólo el poder sino también la sociedad una vez hecha la tarea servil.

Caraduras sin escrúpulos

Tampoco es novedad que una parte pequeña de la derecha, se llame como se llame, denuncie esta hemiplejia cultural. De Benoist relanzó tras el 68 el asunto, y en algunos países que desde luego no son el nuestro con notable éxito. Pero siempre con un cierto pesimismo, un inexpresable complejo de culpa o sentimiento de inferioridad que no tiene, se lo asegura, ninguna justificación.

Son unos caraduras, y hay que reírse de ellos. Por poner sólo un ejemplo, llevamos más de veinte años dando por supuesto que la cultura social de lo que ahora se llaman gays es necesariamente de izquierdas. Sin embargo, Reinaldo Arenas, el poeta y escritor cubano, fue homosexual, y por ello perseguido por los comunistas. Muchos «militantes gays» de izquierdas no saben ni que existe, otros reniegan de él porque se avergüenzan de su enemistad con el régimen de Fidel Castro. Y es uno de los grandes de la literatura en castellano del siglo XX. «Grande» por ser bueno, no por ser gay (algo que no debe influir en la valoración literaria en ningún sentido). Ríase usted de todos estos solemnes bobos progres que aceptan el determinismo sexual, y recuérdeles, a unos y a otros, el caso de Arenas. De los que hay miles.

Son unos caraduras, algo así como José Marchena, el escritor afrancesado de los siglos XVIII y XIX. Durante su exilio, estando al servicio de Francia, se permitió editar un fragmento perdido del Satiricón de Petronio, supuestamente hallado por él. Este «Fragmentum Petronii» puso en ridículo a los supuestos eruditos de su tiempo. Demostró, y aún vale la prueba, que se puede librar una batalla cultural riéndose del adversario sobre todo si sus pretensiones son ridículas.

Pero todo esto es muy difícil de hacer, reconozcámoslo, si nuestra derechita, cuando no está pensando en números, se toma a sí misma tan en serio como todos los frígidos discípulos del conde Destutt de Tracy. Un progre tardío y risible a su vez, por cierto. No sean ustedes como él y no se rindan: ríanse de la izquierda y de sus acomplejados imitadores. Hay de qué.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 29 de agosto de 2008, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/rajoy-esta-rodeado-progres-aceptan-derrota-86755.html