Por Pascual Tamburri, 16 de octubre de 2008.
Los intereses de parte de UPN y los del PP no coinciden. Lo cual es una pésima noticia para España, nos puede devolver a nuestro peor pasado y obligará a todos a elegir.
La historia no se repite, dicen. Será verdad, pero hasta equipos humanos sin demasiados estudios superiores pueden entender que Historia magistra vitae. En Navarra no hace falta debatir de quién es la culpa: la verdad es que en los últimos meses, y en realidad desde el verano de 2007, el centroderecha está haciendo méritos para volver a su peor momento. Cada uno tendrá su responsabilidad y no voy a ser yo quien las distribuya ahora. Pero sí creo que, por tercera vez en tres décadas, la miopía personal de unos y otros puede entregar una provincia sustancialmente conservadora en manos de socialistas, comunistas y abertzales. Con lo que esto supone.
Dice Jaime Ignacio Del Burgo (que todo aquello, de 1975 a 1991, lo vivió y lo recuerda) que Miguel Sanz ha abierto un melón «sin precedentes». Precisemos. Precedentes los hay, lo que pasa es que son malos y es verdad que nos podrían llevar a «un panorama kafkiano». No sería novedad ver a populares y regionalistas peleándose por conseguir el voto en Navarra. Y cosas peores vimos en su tiempo, con centristas, democristianos, liberales y hasta moderados enredando, AP reducida a una muy digna pero pequeña representación y UPN sin acceso al poder. La primera consecuencia del desorden en la derecha es, ya lo sabemos, la división. En consecuencia, la minoría socialista se convierte artificialmente en mayoría. Espero que no llegue, pero ya estuvimos ahí y podemos volver a estar.
Ollarra, que se acuerda de cómo fue aquello, advertía hace unos días de que «si los presupuestos son malos y además están diseñados para desarrollar una política propia, UPN, por pacto y programa, tendría que votar en contra». Sería demás el interés de todos. O de casi todos, porque el mismo Uranga ha hablado, en un artículo consistente, inesperado e irrebatible, de «estómagos agradecidos» enturbiando el proceso decisorio. Es lo que hay. Puede haber más aún, por desgracia.
Hay cosas peores que la derrota
La división lleva necesariamente a la derrota. Esto necesita ser explicado, porque hay analistas locales que dicen lo contrario, pero sólo por su propio interés o el de sus mandantes. Si se llegase al desastre de una escisión UPN – PP en Navarra es imprevisible cuál de los dos lados obtendría más votos, pero en cualquier caso es seguro que daría al PSN-PSOE la única oportunidad que tiene de optar a la mayoría relativa o en todo caso a una minoría de bloqueo. A partir de ahí, salvo que uno sea realmente cerril, las cuentas son claras. El PSN sería permanentemente árbitro de la política navarra, con el centroderecha optando entre aplicar políticas socialistas (sea como gobierno minoritario sea como oposición) y coaccionado por la posibilidad del PSN de cambiar de aliados yéndose con los abertzales. Un chantaje institucionalizado, no ya ocasional como en 2007, sino convertido en norma política.
¿Queremos eso? Supongo que la gente que vota a la derecha quiere que se apliquen los programas de la derecha, no los del PSN y sus amigos abertzales y marxistas. De manera que hay algo peor que la derrota: renunciar establemente a la victoria y apoltronarse sea en Gobiernos acomodaticios sea en una Oposición insulsa.
Aún hay algo peor en el horizonte
Seguro que para nadie decente es plato de gusto apoyar o no rechazar los Presupuestos de un Gobierno negociador con ETA, desenterrador de huesos, abortista, mentiroso, responsable de la crisis y, eso sí, gran propagandista de sí mismo. Puedo entender la opinión del presidente Miguel Sanz cuando dice que no acercarse al PSOE «sí que afectaría a la gobernabilidad presente y futura de Navarra, una posición predeterminada y contraria de UPN al inicio de conversaciones para intentar un acuerdo de intereses para nuestra Comunidad». Pese a entenderle creo que no tiene razón, porque si Zapatero no pactó con los abertzales en 2007 fue por no convenirle a él y por miedo a la reacción popular, no ciertamente por nuestra hábil diplomacia como Gobierno y como Partido.
El PSN en el poder (directa o indirectamente) implica aún más regalos abertzales. De hecho, la maravillosa Ley del Vascuence ahí sigue, y una generación después el que diga que sus consecuencias son buenas no sabe qué opinaba UPN (y AP) de esto antes de 1991. Apoyar al PSN o apoyarse en él sin alternativas nos devuelve a los maravillosos tiempos de Gabriel Urralburu en el poder, de Javier Otano en el Parlamento, de Javier Moscoso y Carlos Solchaga en Madrid. ¡Qué maravilla! Estoy convencido de que los votantes de Miguel Sanz y de Mariano Rajoy en Navarra querían exactamente eso. ¿O no?
El PSOE en el poder en Navarra implica también más y más negocietes que ya veremos cómo acaban. Desde luego, si recordamos bien, la Autovía del Norte costó lo que costó, tanto en vía administrativa como en vía penal y anteponer autovías, trenes y demás a los principios conlleva un riesgo bien conocido. Ya vimos cuál: bienestar a corto plazo y corrupción a medio. Quizás ahora todo sea distinto, pero la experiencia indica eso. No sería bueno, creo yo.
Por el camino se queda la foralidad
Aquí está de moda llenarse la boca de fueros, cuando en realidad no creo que haya más de diez o doce personas capaces de explicar qué han sido y, en caso de seguir existiendo, qué son. Ninguna de esas personas está además en la dirección suprema de los partidos, salvo quizás Román Felones y por prudencia callará lo que sabe. Pero una provincia gobernada conforme a la dictadura de un partido naturalmente minoritario (el PSOE), subordinado por razones de otro tipo a la imposición educativa y cultural de los abertzales, difícilmente puede contribuir a la libertad, la unidad y la fortaleza de España. Que es, por cierto, el fundamento y primer paso del Fuero General, si alguien se atreve aún a estudiar esas cosas. Así que no confundamos fueros con intereses, ni unos ni otros.
Aún se puede evitar. Generosidad de todos y patriotismo suplementario de quienes lo han confundido con sus propios cálculos. Unos y otros. Hasta finales de mes, cuando se vote la enmienda a la totalidad de los peores Presupuestos del peor presidente en la historia reciente de España, es posible evitar la decepción colectiva y el regreso al pasado al que todo este dislate nos empuja.
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 16 de octubre de 2008, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/volvemos-division-corrupcion-terrorismo-navarra-88481.html