En defensa del PSN-PSOE, y de la capacidad de Román Felones

Por Pascual Tamburri, 26 de octubre de 2008.

Miguel Sanz, Jaime Ignacio del Burgo y los líderes de UPN y PP disienten sin que la sangre llegue al río. Rajoy confía en Barcina y no quiere un divorcio. Pero el PSOE ha jugado mejor.

Mi amigo Jaime Ignacio del Burgo escribió un artículo «En defensa del PP» (normal en él, que fue presidente regional del PP) y tendrá que comparecer ante el Comité de Disciplina de UPN. Mi presidente Miguel Sanz le contestó en un ardoroso «En defensa de UPN» (evidente, ya que es presidente de UPN). Mientras todos, y especialmente Yolanda Barcina, se toman su tiempo, conviene no olvidar a los otros protagonistas del drama que aún no ha sido tal.

Y no, no me refiero a los otros actores internos de esta ópera bufa, sean conocidos o desconocidos. No me refiero a los líderes juveniles de uno y otro signo unidos por la hospitalidad de ciertos hoteles. Tampoco quiero hablar de los empresarios según algunos vinculados a una u otra opinión en este asunto. Ni tampoco de los séquitos que se preparaban para la batalla a la espera del botín, meditando eso sí a qué lado sería más rentable estar. Vamos a hablar, por una vez, de quien ha hecho política y la ha hecho bien: los socialistas navarros, por ejemplo.

El PSN-PSOE gobernará si quiere y cuando quiera

La travesía del desierto del PSOE en Navarra ha sido muy larga y ha terminado con un año más que difícil. La herencia de Gabriel Urralburu, o más bien de su imagen ligada a Antonio Aragón y a Luis Roldán, ha sido pesada. El PSOE no ha ganado unas elecciones aquí desde que el PP y UPN se unieron. Antes las ganaba habitualmente, excepto cuando la derecha se unía, y para los socialistas más veteranos aquellos tiempos son el paraíso perdido al que hay que volver.

Conste que no ataco a Urralburu. De él, como de Javier Otano, ha estado de moda hablar mal, pero no todo lo hizo mal, y más que nadie deberían saberlo quienes con ellos pactaron y después los abandonaron a su suerte. No hablo sólo de partidos, sino de políticos en otros partidos, de medios de comunicación y de empresarios. Muchos de aquellos amigos de conveniencia tuvieron su parte de responsabilidad en la corrupción socialista, han estado después a la sombra del nuevo poder y se disponen ahora a volver a donde estaban. ¿Son de fiar? No lo creo, y desde luego menos que el propio Urralburu.

El PSN necesitaba un Moisés en su camino hacia la tierra del poder, donde las fuentes manan Presupuestos e influencia. Sabían dónde llegar, pero no cómo. Sabía dónde llegar Fernando Puras, y apostó por lo que en su momento era evidente: vista la amistad de José Luis Rodríguez Zapatero con los abertzales, el PSN podía poner Navarra sobre la mesa del «diálogo» y convertirse en el único refugio seguro para los no-abertzales navarros. Algunos creyeron en él, otros simplemente le dejaron hacer. Carlos Chivite, ahora fallecido y por eso formalmente convertido en héroe de la Patria (perdón, no exageremos: de la patria), estuvo dispuesto a lo mismo; a lo mismo y también a todo lo contrario, según tocase, porque él, como muchos políticos navarros sin acepción de siglas, tenía como primera meta seguir en la pomada, por evidentes razones personales que cada vez menos de nuestros próceres no comparten.

¿El centro? Ahora sí que es del PSOE

Pero ninguno de ellos era Moisés. Para que el Éxodo del PSN llegase a buen puerto sin esperar cuarenta años hacía falta que las circunstancias cambiasen. Y claro que cambiaron: unas las cambió el mismo PSOE y otras las cambiaron sus hasta ahora rivales.

El PSOE, entre la primavera y el verano de 2007, tomó la decisión de no pactar con los abertzales a pesar de la suavidad aparente de éstos. La manifestación rojigualda de marzo de 2007 y la reacción popular y juvenil más que evidente en Navarra fue un factor: esa gente no podía votar socialista y ni siquiera convivir con un Gobierno socialista-abertzale, y el PSN pensante quería su consentimiento. El PSOE pudo acceder entonces directamente al Gobierno, y pudo incluso elegir entre el apoyo comunista y abertzale con el que fue a la campaña electoral y el asentimiento del centroderecha, donde no faltaba quien, por patriotismo, estaba dispuesto a ceder el Gobierno a Puras con tal de evitar a Barkos y a Zabaleta.

Pero el PSN no quería exactamente eso. No quería gobernar sólo formalmente y con las manos atadas, como ya lo estuvieron en la minilegislatura de Javier Otano en coalición, sino que querían acceder al consenso de la masa de navarros a la que, por inercia, llaman de centro. Centro social que no político, pero centro al fin y al cabo en la medida en que están dispuestos a ser gobernados por el PSOE siempre y cuando Vitoria no interfiera. Y el problema del PSN hasta 2007 es que UPN-PP tenía ese voto cautivo, como bien sabe mi involuntaria pero eficaz colaboradora Maite Soroa.

Nombres y apellidos de un éxito aún embrionario

¿Qué hacer cuando quieres los votos de gente que no te vota y te ofrecen en cambio alianzas que sabes que no llevan al verdadero Poder? Si eres torpe, precipitarte; si eres veterano, esperar. Y el PSN, alegando las órdenes y los intereses de Ferraz, esperó. Es verdad que Zapatero no se lanzó a un Gobierno con los abertzales porque intuyó que el coste electoral en el resto de España sería brutal. Es igualmente cierto que desde antes de las elecciones ciertos «amigos de amigos de amigos» le hicieron ver el verdadero tesoro escondido en la situación de Navarra. Pero al final hizo falta que unos cuantos socialistas navarros diesen la cara.

Desaparecido Chivite y enfadado Puras, los dos socialistas navarros más habituales en los medios son Roberto Jiménez y Samuel Caro. Pero no nos engañemos, tanto las convicciones como la preparación de ambos son los que son. Han cumplido órdenes y las han cumplido bien, y ahí está su triunfo. El presidente del PSN, Román Felones, sí ha tenido la capacidad y el tiempo de ver el camino hacia el verdadero éxito.

Y no porque su camino haya sido fácil. De los consejeros del Gobierno de Urralburu es el único que sigue activo en primera línea de política. Tiene, por tanto, experiencia. Es un profesional reconocido con evidente formación científica, que no necesita la política ni para vivir ni para figurar. Tiene, en consecuencia, una independencia que para sí quisieran tantos otros en una u otra orilla. Sabe dónde ir. Ha sabido aprovechar los cambios de opinión n Madrid y las manos tendidas en Pamplona para recorrer precisamente el camino que eligió.

Ahora mismo, el PSN de Felones es árbitro, juez y dueño de la política navarra, y no por su número de votos sino por la habilidad de quien lo guía. Si UPN dedica dos tercios de su tiempo a disputas internas y un tercio a hablar bien de Zapatero y del PSN, es evidente que el PSN puede acceder tanto al coto vedado de los votos navarristas (con la bendición de sus hasta ahora usuarios) como al poder o a las cuotas del mismo que le convengan, al precio de unos regateados votos parlamentarios. Y además contribuyendo de manera decisiva a la política general del PSOE, de sembrar cizaña en la derecha y recuperar fiabilidad como «partido nacional» ¡tras cuatro años de «diálogo»! No está mal.

¿Se fían ustedes? Yo de Felones sí, pero de su partido ni más ni menos que Teresa Jiménez Becerril, «mi confianza en Zapatero es cero, su palabra no me vale». Indudablemente los análisis de los «estómagos agradecidos» de Ollarra son otros y están condicionados por las pequeñeces personales del momento. Pero todo eso no quita para que haya que felicitar al PSN-PSOE, y a su presidente en especial, por una excelente tarea política en la que ha demostrado ser mejor que sus adversarios y, por supuesto, que sus circunstanciales compañeros.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 26 de octubre de 2008, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/defensa-psnpsoe-capacidad-roman-felones-88911.html