Por Pascual Tamburri, 18 de noviembre de 2008.
Baltasar Garzón estaría dispuesto a procesar incluso a Martín de Riquer, la máxima figura viva de nuestra filología histórica. Fue falangista, y también profesor de Don Juan Carlos.
El Semanal Digital ha informado de los pasos de Baltasar Garzón para reavivar la que Zapatero llama memoria histórica. Que memoria e historia son cosas divergentes es algo que sólo se puede explicar a quien sea capaz de entender. Pero es mucho más fácil comprender lo absurdo de la situación si ponemos ejemplos concretos.
Martín de Riquer, catedrático de reputación inapelable, premio Príncipe de Asturias, instructor del Rey cuando éste llegó a España desde Estoril, experto de fama mundial en el Quijote y eminencia de las letras castellanas y catalanas, podría estar ahora en manos de Garzón. Cierto, es un anciano; cierto, es una de nuestras glorias nacionales. Pero para Garzón podría ser sospechoso de crímenes imprescriptibles.
Martín de Riquer fue delegado territorial de Falange Española, y Garzón investiga si quienes ostentaron esos cargos pueden ser acusados de crímenes contra la humanidad. Lo serían curiosamente por cumplir las leyes vigentes durante la represión política en España durante y después de la guerra civil de 1936. Si Garzón decidiese por sí y ante sí que esa represión fue ilegal y que sus autores directos o indirectos deben ser castigados de Riquer podría ser sancionado con penas de prisión. Por otra parte en prisión estuvo Cervantes, y no una vez, y tampoco con arreglo a verdadera justicia, pero eso son matices menores que la mente de Garzón no parece captar.
Ahora bien, ¿qué dirá Don Juan Carlos? Es uno de sus maestros. Si su devoto servidor José María Pemán viviese podría estar igualmente encausado, y lo estaría también Luys de Santamarina, proa de la poesía catalana. Garzón tendría que verificar la defunción de Dionisio Ridruejo y de Luis Rosales, de Agustín de Foxá y de Alfonso García Valdecasas, de Luis Escobar Kirkpatrick, marqués de las Marismas del Guadalquivir, y de Rafael Sánchez Mazas, de Vicente Cebrián y de José Antonio Maravall. Muchas familias ilustres, azules o purpuradas, y por cierto muchas con hijos y nietos en Prisa y en el PSOE, sólo para que Garzón se haga una foto y Zapatero otra.
Más aún, Señor, Juan Antonio Samaranch, marqués de su nombre, está vivo y está probablemente en el mismo grupo de peligrosos genocidas, pues no faltan fotografías y documentales donde aparece galanamente uniformado junto al dictador o a sus órdenes. ¿La rama reinante aunque menor de la Casa de Borbón prefiere ahora la dudosa devoción de Santiago Carrillo, amnistiado por los hechos demostrados de Paracuellos, a la segura y austera labor de un Martín de Riquer y a la de todos los antes citados? Sea pues, pero Garzón prepara un cadalso en el que no sólo cabrán los hoy despreciados en la Zarzuela. Y no serán los veteranos de Lepanto y de Argel los que se echen a temblar.
Por si lo dudáis, Señor, no, no soy imparcial en esto. Hace muchos años, por mi Primera Comunión, me regalaron el Quijote en la edición de Martín de Riquer. Y aunque no es regalo para un niño de siete años sobreviví a él, y conmigo y con afecto lo conservo. Ha durado más de lo que durará la fama de un bufón iletrado a quien nadie ose parar los pies.
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 18 de noviembre de 2008, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/callaria-garzon-mandase-cervantes-carcel-89806.html