Regionalismos cerrados: aliados baratos de Zapatero y de Arzallus

Por Pascual Tamburri, 23 de noviembre de 2008.

Si olvida el proyecto nacional español, el ‘centro’ regionalista se convierte primero en aliado del PSOE y, a veces, en un nacionalismo más. Zapatero recuerda bien la lección de 1989.

El 30 de abril de 1988 se constituyó en Valencia «un grupo de trabajo de partidos regionalistas para elaborar un proyecto conjunto y concurrir unidos a las elecciones europeas». En 1989 los españoles iban a ser llamados a las urnas en unas elecciones nacionales, en distrito único. Ante esa magnífica oportunidad democrática todos los partidos nacionalistas y regionalistas, muy distintos en teoría entre sí, sintieron lo mismo: miedo.

¿Miedo a las urnas en un partido democrático? Sí. Un puñado de votos puede ser muy importante en una provincia pequeña, y a su vez puede ser objeto de negociación y hasta de chantaje cuando el Gobierno nacional es débil. Pero cuando ponemos a todos los ciudadanos juntos a votar, y nos aseguramos de que todos los votos valen igual, el poder de esas minorías desaparece. El PNV raramente tiene más del 1% del censo electoral, y 100.000 votos, que pueden parecer muchos vistos desde cerca, pero son menos de uno de cada cien de los que obtuvieron PP y PSOE en las elecciones generales. Menos de uno de cada veinte de los dos partidos nacionales sumados. Es decir, en términos democráticos, muy poco.

En 1989 Unión del Pueblo Navarro, Partido Aragonés, Unión Valenciana, Partido Riojano Progresista, Unión Mallorquina, Extremadura Unida, Unión Melillense y el Partido Regionalista de Cantabria intentaron acudir al Parlamento Europeo formando la Federación de Partidos Regionalistas (FPR). Fracasaron, en unas elecciones donde los españoles votan libres de condicionantes locales.

Aliarse con el PSOE: un riesgo

PP y PSOE han recurrido a alianzas, coaliciones y apoyos parlamentarios tanto con regionalistas como con nacionalistas. Unos y otros han ido oscilando según sus intereses, pero la única constante en tres décadas de democracia ha sido la constatación de que cuanto mayores son los problemas del poder central mayores son las concesiones que se pueden obtener de él … salvo que los partidos nacionales hayan tenido firmeza de ideas y capacidad de represalia en la región correspondiente. Por definición, un regionalismo o un nacionalismo miran intensamente hacia su propio ombligo local.

Zapatero se ha demostrado un buen gestor de estas alianzas. Tiene la ventaja de que ni él ni buena parte de su PSOE creen en la nación española, de manera que sus concesiones a lo tribal no tienen más límite que su interés, y además sin remordimientos. Es un político sin complejos y sin piedad, de manera que puede convertir la alianza en sumisión, como ha demostrado ya tanto en el caso de los nacionalistas (BNG, ERC) como en el de los regionalistas (PAR, PRC) a cambio de unos sillones, unas migajas y unas apariencias. Sólo un proyecto nacional alternativo puede impedir que Zapatero fagocite sistemáticamente a sus actuales o futuros aliados, cegados por la inmediatez del poder.

Del regionalismo al nacionalismo: sólo un paso

En sus años de poder en primera persona Xabier Arzalluz mantuvo contactos estrechos con los regionalistas y nacionalistas de otras partes de España. El «proyecto nacional» del PNV se fundamente en la destrucción de lo existente, y nadie más consciente que un abertzale de la pequeñez física y humana de su comunidad autónoma. Todo regionalismo carente de un proyecto nacional es aliado objetivo de los separatismos, en la medida en que convierte la política española en un circo de intereses microscópicos, donde los principios terminan por tener el precio de una concesión, un puesto o una inversión.

Y además la diferencia entre regionalismo y nacionalismo ha terminado por convertirse en mera apariencia en muchos casos. Quedan muy atrás y muy olvidados los principios patrióticos de los fueristas tanto carlistas como liberales; quedan para los museos las buenas intenciones regionales regeneracionistas. Desde el momento en que un grupo humano pone el nombre y la bandera de su identidad local en el centro de sus ambiciones España pasa a ser una devoción menor para unos y un enemigo directamente para otros. Nacionalistas y regionalistas terminan constatando su identidad, del mismo modo que Jordi Pujol terminó siendo patrocinado por la Caja de Ahorros de Navarra el pasado miércoles en el Fórum Nueva Economía en el Ritz de Madrid, con Salvador Estébanez representando al Gobierno de Navarra en el acto. Será lo que la prensa impresa llama ahora «fer play» [sic] .

Todo esto Arzalluz lo sabía y lo ansiaba, y estoy convencido de que lo ve con agrado desde su retiro sólo parcial. Ahora bien, me gustaría que mi Gobierno regional estuviese presente en el mismo Fórum el próximo miércoles, porque aunque el invitado no es tan modélico para algunos de nuestros políticos locales sí puede y debe serlo para nuestra política nacional. Mejor que Pujol, se lo aseguro, y desde aquí se lo contaremos en palabras de Alberto Ruiz Gallardón. Vayan ustedes y aprendan, que se tratará política nacional y universal de la de verdad.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 23 de noviembre de 2008, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/regionalismos-cerrados-aliados-baratos-zapatero-arzallus-90047.html