Por Pascual Tamburri Bariain, 8 de enero de 2009.
Mikel Zuza ambienta en el viejo Reyno su excelente opera prima. Un siglo XV bien estudiado y mejor ambientado le permite salir airoso del juicio literario y del examen del rigor histórico.
Mikel Zuza Viniegra. Crónicas irreales del Reyno de Navarra. Ttarttalo. San Sebastián, 2008. 220 pp. 19,20 €
Este libro es una tentación difícil de resistir. Ocho relatos breves de ficción ambientados en la Navarra de la Baja Edad Media pueden llenar gratamente los ocios y las imaginaciones de cualquier europeo de cultura media. Pero Mikel Zuza va más allá –al menos en mi percepción subjetiva- y entra de lleno, como autor de literatura eso sí, en los puntos y momentos más debatidos, o más manipulados, de la Navarra del siglo XV; y eso es más de lo que yo, habiéndome iniciado como medievalista precisamente en esas mismas coordenadas, puedo aguantar sin leer el libro.
Zuza no defrauda, y una vez leído y releído su libro satisface el difícil equilibrio de la narrativa histórica: es básicamente respetuoso con los grandes acontecimientos tal y como los conocen los historiadores, sin entrar en menudencias, y a la vez articula unas historias amenas, entretenidas, apasionadas, que hacen adivinar en él una buena pluma.
Los ocho relatos de Zuza no son ni pretenden ser «historia». La misma editorial que le acoge en este caso, y otras a ella afines aún más, se han distinguido durante décadas por publicar las simpáticas elucubraciones de los nacionalistas vascos llevadas a la Edad Media. Han sido a menudo libros bienintencionados, a veces no mal escritos y en no pocos puntos amenos y divertidos… sin pretenderlo, precisamente por la contradicción entre su pretensión de elaborar ciencia histórica y su condición ficticia, si no narrativa. Zuza no cae en ninguno de esos vicios, y propone en sus Crónicas irreales una Navarra de ficción que su autor convierte en verosímil.
Es difícil saber si a Zuza le gustaría haber vivido la Edad Media en la que ambienta sus historias –historias eternas de odio, amor, deslumbramiento y resentimiento-, pero deja muy claro que conoce la época de la que se sirve. Y no es mérito pequeño en los tiempos que corren, en los que cualquier escribidor y por supuesto cualquier cineasta se sienten legitimados para llevar su ficción al pasado sin mínimamente cononocerlo. Quizás el ejemplo de Alessandro Manzoni y su trabajo previo para Los novios no sea el mejor, pero sí es un ejemplo de lo que en general no se está haciendo en nuestro siglo: Manzoni se informó minuciosamente sobre la Lombardía del siglo XVII antes de escribir, y aunque después lo hizo con grandes libertades literarias y no menos libertades ideológicas (por desgracia no favorables a España) el resultado final es verosímil, es compatible con lo que sabemos de la época y el lugar históricos, y eso es todo lo que cabe pedir a una obra de creación que no sea abiertamente utópica o ucrónica.
Zuza no entra, desde luego, en el complejo mundo de las historias alternativas. Sus relatos, que reflejan mucho del carácter del autor y que le darán merecida fama, son perfectamente compatibles con los trazos gruesos de la historia navarra del siglo XV. Al margen de que guste o no su toma de partido –y hace falta valor para tomar partido por una causa perdida hace más de cinco siglos- gustarán y mucho sus modos de hacer y de contar, sus detalles, su minuciosidad y su recreo en el trabajo bien hecho. Zuza sabe contar y en este libro se ha esmerado, lo que debe ser pasaporte primero para que lo leamos y después para que lo animemos a empeñarse en obras mayores.
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 8 de enero de 2009, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/amor-resentimiento-deslumbramientos-navarra-medieval-epica-91587.htm