Rosa Díez, sin ser parte del problema, no es la solución

Por Pascual Tamburri, 17 de enero de 2009.

UPyD se va a consolidar como partido. Nacido de la izquierda, con líderes e ideas que sin Zapatero estarían en el PSOE, se va a nutrir de votos conservadores. Es un síntoma, pero no su cura.

A nadie se le oculta que el centroderecha español tiene problemas. El mayor de ellos es que ha perdido dos elecciones generales consecutivas, y no sirve de consuelo saber que las de 2004 quedarán marcadas en la historia por un misterioso atentado terrorista y por la actuación indecisa y tibia de un Gobierno que por lo demás ha sido el mejor de la democracia. Tampoco es mucho consuelo recordar que en marzo de 2008 Zapatero volvió a ganar mintiendo sobre una crisis que pocos meses después dejó de negar. El hecho es que Mariano Rajoy no ganó ninguna de las dos veces, y eso es un problema.

Ahora bien, como ha recordado perfectamente Jaime Mayor Oreja, ese problema está dentro del PP y sólo puede resolverse en su seno. Buscar una solución a los problemas del centroderecha huyendo de él en cualquiera de las direcciones, posibles o imposibles, sólo agravará la situación. Y en este sentido hay que considerar las posibles respuestas al reto de Rosa Díez.

Rosa Díez es una alternativa legal y legítima, pero no una solución para la derecha

«En tiempo de zozobra no hacer mudanza», nos decían los viejos jesuitas. Era verdad. Quizás el mayor problema de la derecha española sea que su raíz ignaciana se ha debilitado mucho, y falta sutileza en el pensar, prudencia en el decir y osadía en el obrar. Quizá por eso la actual derecha vive en la desesperanza y se dispersa en la búsqueda ansiosa de respuestas dispares. Mientras unos, en Navarra pero no sólo, se cobijan en la cálida caverna del pequeño y miope poder local, otros piden el voto o lo dan a una mujer con grandes virtudes pero que no representa y jamás podrá defender los principios permanentes de la derecha social española.

Es de normalidad democrática que en un país moderno las grandes fuerzas políticas compartan un modelo de Estado y unas políticas permanentes, y que disientan en otros asuntos. La izquierda española sólo está dispuesta a llamar consenso a la aceptación de sus políticas, y así Zapatero ha llevado al PSOE y quiere llevar al PP a aceptar un radicalismo social, una rendición ante los independentismos y una negociación con el terrorismo que en ningún país de nuestro entorno es de recibo. No lo es ni siquiera en el seno de las izquierdas, pero el PSOE está ya completamente domesticado.

UPyD es una sana reacción de la izquierda rebelde al modelo Zapatero. Como tal es un gesto de salud democrática. Y será bueno que tenga un futuro de victorias contra este Gobierno. Pero Rosa Díez preocupa mucho más al PP que al PSOE, y eso sí que es una completa anormalidad.

Las razones de un éxito asimétrico

Creo, como el profesor Luis Miguez ha señalado en El Semanal Digital, que «UPyD es un partido de izquierda, que tiene el mérito de recuperar un discurso nacional que la izquierda española había perdido es difícil saber desde cuándo» y que por lo tanto «su terreno electoral debería estar en los votantes del PSOE descontentos con la política autonómica de Rodríguez Zapatero, pero que se sienten tan de izquierda que no contemplan la posibilidad de votar al PP». En consecuencia, «el PP no debe perder ni un minuto en combatir a Rosa Díez, sino que ha de centrar todos sus esfuerzos en desgastar al Gobierno planteando una alternativa de centroderecha creíble y asumible por la mayoría de los ciudadanos».

Una derecha social plural tiene espacio para muchas cosas distintas, pero no para Rosa Díez. Un votante católico, español, conservador o liberal, con los matices y variantes que se quieran añadir, puede estar descontento por lo que hace o lo que deja ver de sí el PP, pero sólo engañado con la realidad puede votar a UPyD salvo que cambie de principios. UPyD haría un gran bien a la democracia española llevando al PSOE el sentido nacional que perdió si alguna vez tuvo. Si su crecimiento se hace a costa del PP, por complejas razones personales y mediáticas más que ideológicas, los derrotados serán todos aquellos que quieran ver a Zapatero fuera de La Moncloa.

UPyD es una brillante y fulgurante improvisación, con algunas personas notables como el catedrático de la Universidad de León Francisco Sosa Wagner y el de la Universidad del País Vasco Aurelio Arteta; personas que podrían tener su espacio tanto en una derecha nacional como en una izquierda nacional, pero que no caben en este PSOE y que van a tener sus dificultades en un partido neonato con una visión del mundo en su respetable fundadora y otra bien diferente en sus votantes. Valga un ejemplo. Rosa Díez pidió el pasado diciembre al Gobierno en el Congreso de los Diputados que se modificase la Ley de Enjuiciamiento Criminal. ¿Para qué? Para que sea posible una condena por homicidio sin cadáver, en caso de destrucción del mismo. ¿Buena idea? Como explicaba el otro día Francisco Pérez-Abellán en La Razón, cambiar la Ley tiene muchos riesgos, no el menor que buscando asesinos sin cadáver terminen abundando los condenados sin crimen (como así fue en el llamado Crimen de Cuenca hace casi un siglo). La solución para tener una oposición activa y alternativa no es el hiperactivismo de una sola diputada de izquierdas, sino la movilización del PP, que no en vano es el grupo de oposición más numeroso y con más medios y cerebros de toda la historia parlamentaria española.

Un camino sin salida, aunque a algunos interese

UPyD dice ser «un partido político sin planteamientos sectarios que no analiza las cosas en función de quién las propone, sino de su contenido». Yo les creo y les respeto, y creo que insultarles es una necedad. UPyD es exactamente lo que dice ser, y no se les puede acusar de engañar a nadie (por desgracia es diferente la situación de UPN en Navarra), aunque sí estén sirviendo como instrumento de lucha en una batalla que no es la suya.

Hace un tiempo aquí se decía que «Díez defiende ahora ideas que tras el cambio de rumbo del PSOE vasco no puede seguir defendiendo cómodamente desde esas siglas; ideas que ya tenía antes y que nunca ha ocultado. Así que no ha engañado a nadie, y más bien habría que ver cuándo y por qué el PSOE oscila cerca o lejos del nacionalismo. Díez no es desde luego traidora al programa de unidad constitucional española que hizo suyo durante su última etapa en el PSOE, y si hay traición a esos principios no es la suya». Sigue siendo así.

«Si uno lee lo que esta mujer ha dicho y escrito, o simplemente ve su pinta, cuesta imaginársela como una malvada reaccionaria: es anticlerical, progre, me temo que abortista, empapada de ideología de género y demás requisitos del perfecto izquierdista moderno. Defiende esa cosa tan complicada que llaman «ciudadanía», y no sencillamente el patriotismo español. De hecho va de la mano de Fernando Savater, el hombre que entra y sale de La Moncloa y al que España «se la suda». No, no, esta gente será lo que sea pero ni son de derechas ni la coincidencia en enfrentarse con ZP debe llevar a nadie a apoyarles o votarles desde la derecha». El PP debe ser exquisitamente educado y respetuoso con UPyD, pero debe explicar a sus votantes, con hechos y con palabras, por qué votar a este pequeño partido de izquierdas va a salvarnos de los desastres de Zapatero. Explíquenme qué términos de la ecuación han cambiado para que tenga que retirar estas palabras.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 17 de enero de 2009, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/rosa-diez-parte-problema-solucion-91945.html