Sin amor no hay vida: las dos caras del sentimiento más universal

Por Pascual Tamburri Bariain, 13 de febrero de 2009.

Susana Méndez y Norma Ferro desmitifican en su libro el amor ideal y marcan el camino hacia el amor posible y auténtico. Porque lo perfecto es a veces un paso hacia el abismo.

Susana Méndez y Norma Ferro, La hipoteca del amor. De las trampas del deseo a la conquista del amor real.. Plaza y Janés, Barcelona, 2009. 320 pp. 22 €

Es difícil imaginar un día de nuestra vida en el que no escuchemos la palabra «amor», o que no la pronunciemos en alguna de sus acepciones. No es sólo el mercantilizado día de San Valentín, y no es sólo ha historia de Isabel Pantoja y de Julián Muñoz. En nuestro tiempo, como en todos, el amor une a las personas, pero además une a cada uno con sus sueños, sus ideales y sus frustraciones. Susana Méndez y Norma Ferro, psicóloga y psiquiatra respectivamente, explican la compleja relación de los hombres y mujeres de 2009 con el amor en un libro que no por casualidad aparece cerca del 14 de febrero.

Nuestra sociedad no favorece la construcción de relaciones, ni serena como las autoras explican, ni tradicional como podemos ver cada día con nuestros ojos. España tiene cada vez más parejas rotas, superado éstas incluso en ocasiones a las nuevas parejas, sean o no matrimonios. Sin embargo nunca se ha hablado tanto del amor y nunca éste ha estado tan idealizado. La pregunta de fondo a la que Méndez y Ferro tratan de responder es hasta qué punto esa idealización tiene que ver con las dificultades del amor real entre nosotros.

«Los ideales movilizan a las personas, representan una menta, rigen la conducta y conforman estilos de vida». Por esa razón es importante estudiar el amor, antes de entrar en cómo lo vivimos efectivamente, como objeto de deseo social. Los estereotipos que compartimos aunque sea involuntariamente son en general paradójicos, ya que deseamos lo perfecto y topamos una y otra vez con realidades cada vez más alejadas de esa perfección. El amor es así para cada vez más españoles un espejismo y una fuente de sufrimiento. ¿Por qué?

¿Sobrevivirá el amor a la modernidad?

El amor es un valor variable en su contenido y en su vertiente ideal, y en cambio la naturaleza humana tiene siempre a reiterar conductas y caer en tentaciones. Nuestro pasado, nuestro entorno, nuestra época condicionan nuestra idea de amor. Esa exigencia social que en cada momento histórico es diferente contribuye a la formación de las personas, de manera que nos convertimos a menudo en reflejo de lo que la sociedad nos ha dado. Pedimos amor, sí, porque el hombre es social por naturaleza, pero lo pedimos con las características del tiempo que nos ha tocado vivir. Los cuentos y las leyendas siempre, los medios de comunicación hoy, «la música, el cine, la TV, Internet, etc, funcionan como los amplificadores que corean el sueño del amor que hemos creado». En la medida en que ese ideal se aleja más de las posibilidades de lo real el sufrimiento se hace más probable: esa es la hipoteca del amor en el siglo XXI.

«En la sociedad de consumo se vende y se compra la felicidad y se ha hecho del amor un producto más del mercado, envuelto en papel de celofán, de usar y tirar». Teniendo en cuenta que «vivimos en una sociedad que ensalza el individualismo, el momento presente y la competitividad», tendemos cada vez más a enfocar el amor como la satisfacción de una necesidad personal –una necesidad social y cultural, no sólo sexual-, y a olvidar que el amor tiene un interlocutor necesario probablemente con el mismo planteamiento a su favor. No estamos preparados para aceptar el amor como es, diferente del amor ideal de nuestro tiempo, y eso multiplica la insatisfacción, las rupturas y la frustración.

«El espejismo del amor que la sociedad ha construido nos lleva a estados de profunda frustración. El fracaso no es solamente romper, también es quedarse atrapado en una relación que no va bien y esperar a que todo cambie». Todo menos nosotros mismos, naturalmente, porque el amor ideal hoy incluye la felicidad, el placer y la perfecta armonía para uno y no recuerda que cada uno de nosotros cambia con el tiempo, que cada fase de la vida tiene unos condicionamientos diferentes, y que siempre hay una persona al otro lado. Soñamos con la perfección y nos consideramos con derecho a ella, pero no queremos pagar el precio de acercarnos a ella dentro de lo posible. Muy a menudo, en vez de aceptar el amor real que nos es dado, huimos de un modo u otro a la búsqueda imposible de una perfección que por definición no nos será dada más que superficialmente y durante breve tiempo.

Históricamente la adolescencia ha sido la fase de la vida en la que los sueños de amor imposible se transformaban en amores posibles y duraderos. Pero hemos aprendido a no renunciar a nada, y creemos que el mundo en general y nuestra pareja en particular nos deben ese ideal. En el mejor de los casos ese desajuste lleva a la frustración, y cada vez más a la ruptura e incluso a la violencia.

Prepararnos para un amor posible no es tarea fácil, pero es imprescindible para evitar el dolor. Una sociedad que colectivamente decide no hacerlo se arriesga a ser una sociedad de eternos y frustrados adolescentes, púberes dolientes que huyen de sí mismos y de lo real a la búsqueda de un sueño eternamente imposible. Hay que saber estar solo para disfrutar el verdadero amor; una vez encontrado el amor hay que asumir que se trata de una entrega mutua, distinta de la anulación de uno por otro pero también de la mera alianza circunstancial, limitada y revocable. Para las autoras, hay que saber que el amor cambia y cambiar con él. No es fácil si uno da por buena sin discusión la visión del mundo materialista que hoy predomina; pero en la práctica se comprueba que cuanto más avanzamos en el predominio social de este amor ideal e imposible más nos duele el amor real que tenemos y perdemos o que no terminamos de lograr.

Méndez y Ferro no citan, pero en el fondo invocan, aquello que decía San Juan de la Cruz, «a la tarde te examinarán en el amor». Por eso, hoy más que nunca, pensemos seriamente en el amor, y disfrutemos del que de verdad existe.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 13 de febrero de 2009, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/amor-vida-caras-sentimiento-universal-93003.htm