Homero era ciego, pero Europa aún ve el Mediterráneo con sus ojos

Por Pascual Tamburri Bariain, 24 de febrero de 2009.

Los mitos griegos son uno de los pilares de la cultura occidental. ¿Y si ésta no fuese tan original? Un investigador interpreta nuestro pasado más remoto negando cosas que creíamos seguras.

Robin Lane Fox, Héroes viajeros. Los griegos y sus mitos. Crítica, Barcelona, 2009. 596 pp. 29,90 €

Robert Lane Fox es un investigador norteamericano dedicado a la Antigüedad. Tras décadas de trabajo centra sus conclusiones en el siglo VIII antes de Cristo, a finales de una supuesta «Edad Oscura» griega. Prescindiendo de complejos y de lugares comunes, Fox se centra en los hechos, y demuestra que mucho de lo que creíamos saber sobre los orígenes de nuestra civilización no sucedió como nos lo contaron.

El trabajo de un historiador de la Antigüedad no es envidiable salvo uno está enamorado de su profesión. En los diez milenios que siguieron al Neolítico los hombres se asentaron, se multiplicaron y constituyeron nuevos gruidos diferenciados. La arqueología ya no siempre basta para conocer lo que de ellos queremos saber; los documentos escritos, cuando los hay, tardan en aparecer, a veces desaparecen y casi nunca fueron elaborados para dejar recuerdo de lo que sucedió. La tarea del protohistoriador requiere ser a la vez arqueólogo, geógrafo, literato, lingüista, paleontólogo, geógrafo, tecnólogo y, a heces, historiador. El reto es enorme, las evidencias son pocas, la presión social para confirmar lo que durante milenios hemos creído saber no cesa. Es un trabajo que desbordaría a cualquier pesimista.

Fox no es ni pesimista ni superficial, evitando los dos riesgos más comunes en su oficio. Su elección del siglo VIII para revisar nuestros conocimientos no es casualidad, ya que ese período marca un gran cambio en la cultura griega: seguramente en ese momento un Homero puso por escrito la Ilíada y la Odisea, y los grandes mitos griegos adquirieron la forma con la que nuestros antepasados los han conocido. Héroes y dioses helenos cobraron entonces su aspecto permanente, y el griego empezó a escribirse –o mejor dicho volvió a escribirse, ya que en la época micénica ya había existido el lineal B, sin conexión con el griego escrito posterior. De lo que sepamos sobre el siglo VIII depende lo que sabemos sobre los siglos anteriores, y dependerá nuestra percepción de lo que ha sucedido después.

Fox viaja en su libro por un mediterráneo que no es tan terrible y primitivo como nos haría pensar la visión tradicional de las cosas. Cierto es que los griegos de época homérica no tenían aún filosofía, y que en los milenios posteriores nosotros hemos colocado la filosofía entre las grandes aportaciones de Grecia a nuestra cultura. La pregunta básica que Fox se hace es si nosotros tenemos derecho a juzgar el pasado desde el presente, es decir a dar importancia lo que para nosotros la tiene, y a menospreciar lo que para nosotros es secundario. Hacerlo es cómodo para nosotros, pero deforma nuestro conocimiento del pasado, y a esa tarea –en lo que se refiere a la cultura de los griegos- se dedica el libro de Fox.

Los hombres del siglo VIII a.C. no sabían que vivían ocho siglos antes de Cristo. Esta paradoja obvia con la que Fox abre su segundo capítulo marca su línea de trabajo: no dar por supuesto nada que dependa de interpretaciones y valoraciones posteriores, y a la vez tener en cuentas cómo pudieron ser las interpretaciones y valoraciones del siglo VIII a la hora de transmitirnos lo que a través de aquellos hombres y mujeres sabemos de las épocas anteriores.

Como occidentales presumimos de nuestro conocimiento racional y no mítico –a veces con más presunción que sinceridad-, pero los griegos de la Antigüedad tardaron mucho en encontrar los límites entre esas dos formas de conocer las cosas. El mito es una forma de hablar de personas, experiencias, ejemplos, tierras o tiempos lejanos, y de transmitir ese saber. El mito cumple una función, pero no necesita ser fiable en los detalles. Es tan improcedente pretender veracidad literal en un mito como negar por definición la que fue su función social y cultural. Se trata de estudiarlos en su contexto y de entenderlos en él, y es lo que Fox hace con resultados sorprendentes.

Como europeos damos por sentado que hay un Oriente netamente distinto de nuestro Occidente, y que la frontera entre ambas civilizaciones está en la Grecia clásica. ¿Y antes de ella? Fox nos descubre un Mediterráneo unido, en el que no sólo se mueven mercancías sino también ideas, y mitos. Desde Cádiz y las Casitérides en el Atlántico hasta Mesopotamia y las más lejanas fronteras orientales de sus imperios circulan libremente, o mejor dicho interesadamente los ritos religiosos, los conocimientos técnicos y los saberes geográficos. Fox aplica a los grandes mitos griegos, y en particular a la Odisea y a los relatos de Hesíodo, el fruto combinado de los conocimientos arqueológicos y documentales del resto del espacio mediterráneo, llegando a una serie de conclusiones que niegan que entonces existiese una diferencia radical entre lo oriental y lo occidental, y por supuesto que hubiese una superioridad racional de Occidente.

Oriente y Occidente compartieron conocimientos, vida, mitos y también razón, de manera que las raíces remotas de lo que llamamos filosofía no podrían presumir de su pureza helena, como tampoco los mitos griegos o los romanos. Otros pueblos, y en especial los fenicios navegando hacia el oeste más que los griegos hacia al Este, impidieron que la «Edad Oscura» griega lo fuese realmente. Naturalmente que hubo entonces como había habido antes y siguió habiendo después diferencias de origen biológico entre los distintos pueblos, y diferentes tradiciones culturales. Pero Fox cuenta, y lo hace de manera amena, cómo esas tradiciones se vieron alimentadas por una fuente común que permite dudar de muchas de las certezas que nos hemos permitido tener sobre nosotros mismos, sobre nuestros mitos y sobre los grandes poemas homéricos. Útil para todos, este libro conviene a la biblioteca de cualquier estudiante de humanidades consciente de la importancia del mito para saber qué somos, qué fuimos y qué podemos ser.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 24 de febrero de 2009, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/homero-ciego-pero-europa-mediterraneo-ojos-93369.htm