Un libro restituye el papel de la Guardia Civil en defensa de España

Por Pascual Tamburri Bariain, 26 de febrero de 2009.

Los hombres del tricornio han recorrido España siglo y medio. La disciplina y la eficacia han sobrevivido a todos los cambios. Un libro que ayuda a entender el presente.

Miguel López Corral, La Guardia Civil. Claves históricas para entender a la Benemérita y a sus hombres (1844-1975). La Esfera de los Libros, Madrid, 2009. 540 pp. 30 €

Miguel López Corral es un experto de nivel universitario en la historia de nuestras fuerzas policiales y específicamente de la Guardia Civil. Ya en 2004 Actas publicó su La Guardia Civil en la Restauración (1875-1905), que El Semanal Digital reseñó como una de las grandes obras de divulgación del año. En este nuevo y más extenso volumen, editado por La Esfera de los Libros, el autor amplia su visión y ofrece una historia general de la Benemérita desde su fundación en 1844 hasta la muerte de Francisco Franco en 1975. López Corral tiene una virtud no demasiado extendida: consigue combinar la erudición de un investigador con un texto accesible para el gran público, redactado además en una prosa agradable de leer. El libro engancha al lector, y no es para menos.

Muchas historias de ficción son menos apasionantes que recorrer la vida de la institución más querida por los españoles. A lo largo de más de siglo y medio la Guardia Civil ha vivido momentos dramáticos y ha sido protagonista de la historia de España. Lo ha sido, además, de una manera peculiar: siempre al lado de los españoles de a pie, proporcionando algo que el Estado liberal consideró desde el principio el fundamento de su legitimidad: seguridad y orden para todos, por encima de banderías políticas.

Puede imaginarse una Guardia Civil sin España, y de hecho hay instituciones hermanas (como la Gendarmería francesa o los Carabineros italianos) e hijas de la Benemérita, similares en estructura, mentalidad y funciones. Difícilmente podríamos imaginar una España constitucional sin la Guardia Civil, nacida, crecida y superviviente a todas las tempestades con un mismo espíritu de servicio, una característica abnegación y una disciplina interna a prueba de bomba. En los momentos más difíciles desde 1844 la Guardia Civil ha estado allí.

Mucho más que una institución

Un historiador convencional de las instituciones podría caer en la tentación de describir los cambios normativos de la Guardia civil y de ver en la letra de las leyes, reglamentos y Boletines la razón de su éxito. López Corral no desdeña esa vertiente y de hecho explica con precisión las razones políticas y los instrumentos jurídicos que permitieron la fundación de la Guardia Civil y que han permitido su adaptación posterior a las diferentes situaciones sin perder su espíritu característico. Pero el autor de este libro va mucho más allí, y hace una historia de personas, de hombres y también de mujeres que ponen rostro a la institución.

No es posible entender la Guardia Civil sin comprender qué quisieron los liberales de Ramón Narváez, en el poder en 1844, y qué tarea se encomendó al duque de Ahumada. La Guardia Civil nació para garantizar a todos los españoles la vigencia de las leyes y su aplicación inmediata. Para los moderados de la época de poco servía proclamar derechos constitucionales si después en la práctica no eran respetados, si los cuerpos de seguridad eran venales, si dependían de los vaivenes políticos o si estaban fragmentados según caducos esquemas regionales y provinciales. La Guardia Civil nació de aquellas personas con una intención que nunca se ha abandonado: colocarse por encima de las opiniones políticas y al servicio del Estado y de quien ocupe legítimamente el poder, sin servilismo pero sin quiebra de la disciplina, cumpliendo el mismo servicio y de la misma manera para todos los españoles de todos los lugares y de todas las condiciones.

Los directores generales del siglo XIX completaron una lenta tarea de expansión, y rápidamente se ganaron el afecto de los españoles honrados. Ricos o pobres por igual han apreciado siempre la austeridad, el espíritu de servicio y la disciplina de los hombres y mujeres de la Guardia Civil. Mal vista por las minorías políticas radicales y a menudo considerada por recelo por algunos líderes políticos ha terminado sorprendiendo a propios y extraños. Miguel Primo de Rivera, como antes Antonio Maura, la miró con desconfianza y terminó identificándola con el vigor del Estado. Pero lo mismo sucedió con los primero líderes de la Segunda República, gratamente sorprendidos por la disciplinada acogida del director general José Sanjurjo en 1931. Distintas fueron las circunstancias en 1936, cuando sólo una parte de la Guardia Civil siguió al director general Sebastián Pozas, ya que se trataba de elegir entra la disciplina y el orden. Sólo en aquel momento de su historia la Guardia Civil dudó y se dividió, y fue responsable de gran parte del esfuerzo de guerra en ambos bandos.

Ni franquista ni antifranquista: española; y una reflexión personal

Quizás por esa división Francisco Franco fue receloso con la apolítica pero quebrada Guardia Civil, pero los años de gobierno en las más difíciles circunstancias devolvieron su prestigio y sus funciones a una Gurdia Civil que se identificó plenamente no con el Régimen sino con el Estado, como resultado de la larga gestión de Camilo Alonso Vega. «¡Qué equivocado estaba con la Guardia Civil!» dicen que dijo Franco. Pero la Guardia Civil no era tan franquista como española.

Los verdaderos protagonistas del libro de López Corral no son sin embargo los generales, sino los guardias y su espíritu, sin los que no se entienden la supervivencia, la eficacia y el prestigio de la Guardia Civil. Siendo hombres del franquismo, sustancialmente los tenientes generales Carlos Iniesta Cano y José Aramburu Topete, directores generales en la Transición, la hicieron posible: tanto ellos como sus subordinados y finalmente los políticos entendieron que la institución estaba al servicio de España y de los españoles y que podía cumplir con lealtad sus funciones siempre que no se rompiese el orden. Quizás el teniente coronel Antonio Tejero no captase el espíritu de sus propios compañeros tanto como el general Enrique Rodríguez Galindo en los años de la Transición. Como los socialistas descubrieron para su asombro y como bastantes políticos del PP no terminaron de entender en 1996-2004, la Guardia Civil obedece a quien demuestra autoridad y a quien dice ejercerla al servicio de España. Pero esa historia, que es la continuación lógica de ésta, tendrá que contarla López Corral en un próximo libro, que no debe hacerse esperar.

Para que no queden dudas: sí, he leído este libro en Navarra y por ello con especial agrado; y entre mis mayores orgullos como docente no están los licenciados, los doctores y los funcionarios de alto nivel que han pasado por mi aula, sino haber hecho posible la vida académica de un polilla que hoy sirve de uniforme. Algo mucho más importante para España de lo que podría parecer. Lean ustedes este libro y comprueben por qué.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 26 de febrero de 2009, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/libro-restituye-papel-guardia-civil-defensa–93465.htm