Nace una «gran derecha», a la vez copia y modelo del PP del futuro

Por Pascual Tamburri, 22 de marzo de 2009.

Mariano Rajoy tiene ahora dos interlocutores en Italia. El centroderecha se ha unido en un partido que incluye a Silvio Berlusconi y a Gianfranco Fini. Y que comparte soluciones con el PP.

El fin de semana del 21 y 22 de marzo ha marcado el final de un siglo en la historia de la derecha europea. Noventa años exactos después de que la derecha italiana rompiese su unidad, se ha dado el primer paso para que desde abril de 2009 el Popolo della Libertà sea el gran partido de todo el centroderecha. Con el congreso de Alianza Nacional el partido del presidente de la Cámara de Diputados Gianfranco Fini se disuelve, lo harán a continuación Forza Italia y otros partidos menores y permitirán así que surja un único partido de centroderecha, presidido por Silvio Berlusconi, integrado en el Partido Popular Europeo y hermanado con el Partido Popular español.

Este cambio no sólo afecta a Italia, sino que consagra un cambio en la derecha del continente; y tiene mucho que ver con España, porque nuestro país ha servido en más de un momento para la derecha italiana, como también ha sucedido y debe seguir sucediendo al revés.

Una derecha unida en una sola sigla

El centroderecha español y el italiano son muy parecidos, tanto en su trayectoria como en su contenido. Los intercambios de ideas nunca se han interrumpido, y por eso conviene comprender desde España qué están haciendo en Italia. En unos casos, con la lógica satisfacción de ver cómo el PP sirve de modelo para el PDL; en otros, por supuesto, con ánimo de aprender qué se hace mejor en Italia.

El ministro de Defensa Ignazio La Russa, el ministro de Obras Públicas Altero Matteoli, Andrea Ronchi, el alcalde de Roma Gianni Alemanno, Italo Bocchino y el presidente del Congreso Gianfranco Fini han llevado AN hasta su disolución. Que desaparezca esta sigla en un único partido de centroderecha no supone una renuncia ni a la historia ni a los valores de la derecha italiana, sino que implica asumir el modelo español: un gran partido vence y convence mejor que cualquier coalición. Fini y Berlusconi están así imitando a José María Aznar, y no lo ocultan.

Unidad en Italia no significa uniformidad: la gran derecha unida es una derecha plural, ya que «no es un final, sino un nuevo inicio porque nacerá un partido con múltiples identidades, que para nosotros es el Partido de los italianos esperado tanto tiempo». Esa unidad plural va a ser inmediatamente llevada por los italianos del PDL al PPE, que ya no podrá ser sólo democristiano sino que deberá abrirse explícitamente a liberales, conservadores, patriotas, populistas y todas las posibles familias de pensamiento y de acción de centroderecha. Los italianos van a ir ya a las elecciones europeas de junio con esa unidad en la diversidad, con la «conciencia de aportar al nuevo partido todos nuestros valores, nuestra historia, nuestros hombres y nuestras mujeres». Más aún, y con pocos complejos: «de aquí a pocos años ya no será necesario decir que somos de centroderecha sino que diremos… que el PDL es la derecha italiana, reforzada con nuestra historia y con nuestra militancia«.

La derecha italiana imita abiertamente al PP en su organización y su unidad. Conserva en cambio su pluralismo interno y su alergia a los complejos, lo que por un lado le da una proyectión militante, social y mediática que el PP no tiene en el mismo grado, y por otro le proporciona una enorme fuerza cultural, de manera que la izquierda italiana no sólo está acorralada electoralmente, sino también en el debate de las ideas. Algo que, sin duda, merecería una reflexión en España: es posible crear un gran centroderecha con muchas más bazas demás de la eficacia económica. Desde siempre estas ideas se han intercambiado entre las dos derechas, y es un buen momento para que vuelvan a hacerlo, en las dos direcciones.

Un modelo italiano: ninguna novedad para nuestro centroderecha

Juan Velarde acaba de explicar de manera brillante, con un ejemplo de nuestra historia reciente, cómo son estas cosas. En 1977 era evidente que España necesitaba a la vez una modernización política y una económica. Pero no era menos obvio que los cambios económicos y sociales requerían un amplísimo consenso entre las fuerzas políticas, ya que la alternativa eran la fragmentación, el desorden y el enfrentamiento. Los que después fueron llamados «Pactos de La Moncloa», hace casi 32 años, tuvieron como modelo reconocido, aunque quizás superado, el «Acuerdo Programático» entre el democristiano Giulio Andreotti y el aristocrático eurocomunista Enrico Berlinguer.

El centroderecha de Andreotti, enormemente variado en el seno de la misma DC –sin excluir el canibalismo más feroz, pero sin perder unas elecciones en casi 50 años-, creó una alianza más o menos estable con otros pequeños partidos de centroizquierda y de derecha –PLI, PR, PSI, PSDI- y buscó un acuerdo de Estado con los comunistas. Berlinguer obtenía así cuotas de poder y de influencia y una hipotética aceptación de la alternancia democrática. En medio de la crisis económica y del terrorismo (por otro lado también comunista), Italia creó un modelo de alternancia entre el centroderecha y la izquierda. Quien no estuvo en el «Acuerdo Programático» quedó fuera de la política real hasta que la corrupción hizo saltar todo por los aires a mediados de los 90, con un nuevo reparto de cartas. Ese modelo italiano estuvo muy presente en 1977 tanto en la cabeza de Santiago Carrillo, que sabía que no firmar era optar por el extremismo y probablemente por la marginación, como en Adolfo Suárez y Manuel Fraga, que sabían que la derecha que no entrase en el consenso quedaría reducida al papel de la derecha italiana de Giorgio Almirante, con cierto peso electoral pero con nulas probabilidades inmediatas de política real.

Sin ánimo de comparar las capacidades políticas e intelectuales de Andreotti con las de Suárez, es evidente que los fundadores de UCD preferían un Fraga reducido a ser un Almirante y una AP limitada a ser un MSI. Y por eso –brillante comparación de Velarde, que aquello lo vivió y lo recuerda- Fraga estuvo en La Moncloa, como Almirante habría estado en el Quirinal si se le hubiese permitido, y el centroderecha español ha sido plural y amplio desde el principio. Sólo más tarde el MSI reconquistó la plena legitimidad institucional, y de su triunfo ha surgido la actual derecha italiana: victoria póstuma de Almirante, demostración de la habilidad de Fraga en su momento y permanente aviso de que renunciar a la unidad o a la variedad puede suponer aceptar la superioridad de la izquierda. Tanto en Italia como en España, y ya en toda Europa, la derecha vence cuando todos los hombres, todas las mujeres, todas las ideas y todos los matices de la derecha democrática han estado unidos y legitimados.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 22 de marzo de 2009, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/nace-gran-derecha-copia-modelo–94372.html