Por Pascual Tamburri, 29 de marzo de 2009.
Más derecho a vivir o más derecho a hacer que otros no vivan. No hay neutrales. Zapatero ha ligado la polémica a las europeas, para que los políticos se mojen. Y se contradigan.
Iban a ser 300, como los de Leónidas. Ya son más de 2000, y subiendo, los científicos firmantes de la Declaración de Madrid promovida por Nicolás Jouve, Luis Franco Vera y César Nombela. La cuestión no es sólo denunciar las implicaciones éticas y legales de la Ley abortiva que promueven Bibiana Aído y José Luis Rodríguez Zapatero. Es algo más amplio, un «volver a sensibilizar a la sociedad en defensa de la vida» cuando lo que está en riesgo por muchos conceptos es el supuesto derecho de unos seres humanos a acabar con la vida de otros. Más aún, a decidir incluso cuándo la vida –de otro- es digna de ser vivida y cuándo no.
No es una cuestión de fe religiosa. Evidentemente las Iglesias que se consideran depositarias de una fe trascendente, y por tanto de la defensa del valor universal de cada persona, se oponen a este cambio legal y a otros. Otra cosa es confundir esta batalla con una lucha religiosa. No lo es. Por un lado tenemos muchos ateos y agnósticos que defienden la vida humana. Por otro tenemos no pocos católicos, católicos públicos incluso, y políticos que en un momento u otro de su vida han hecho oportuna profesión de adhesión religiosa, que ahora no defienden la vida sino el derecho a acabar con la vida.
Tampoco es una cuestión política. Por supuesto que hay votantes del PSOE que consideran que esto es una locura sangrienta, pero en todos estos años el único coherente de quien tengo noticia es Víctor Manuel Arbeloa, que por una profunda convicción humanista, y no sólo trascendente, no votó lo que su partido. El resto, en diversos refritos, ha escurrido el bulto. Y por supuesto que hay políticos del centroderecha, o que sin serlo se benefician de los votos de alguna derecha confundida o del apoyo sin tasa de los medios de comunicación no socialistas, incluso de la Iglesia, que en este tema están más con la compañera Aído que con la defensa del niño. Luego hablaremos de ellos.
Un debate en la calle
El texto de Madrid no ha sido contestado, a su mismo nivel científico, más que por un grupo de catorce expertos, tres de ellos vinculados a Bernat Soria, amparados por El País. Más bien poco para una postura que supuestamente –según el Ministerio de Igualdad- es compartida por la mayor parte de la sociedad. Parece que no, al menos, por la mayor parte de los científicos y de los médicos. Y una cosa es la aceptación ciega de la postura a la vez más cómoda y más políticamente correcta y otra bien distinta defender con todas las letras el descuartizamiento de seres humanos. Porque de eso se trata, aunque la propaganda progre no lo diga así.
Este domingo Hazte Oír convoca una Marcha por el Derecho a Vivir y contra el Aborto, en Madrid, a las 12 en Alcalá 37 (lógicamente frente al Ministerio de Igualdad). Y también en otras ciudades estos días, incluyendo Pamplona al anochecer del sábado y con sorprendentes y reconfortantes presencias de quienes cabía esperar otras opiniones públicas (así como privadas). Pero no es cuestión de contarse, sino de dejar claro que hay resistencia frente a la mentira y que hay dos posturas, y no sólo grupúsculos carcas o mal informados que se niegan al progreso. Salvo que matar sea «el progreso», va a haber debate y no va a haber neutrales.
«Espacio para el diálogo» del doctor López Aguilar
El mismo sábado, y no es casualidad, el PSOE empieza la precampaña para las elecciones europeas con un acto en Madrid explicando la «interrupción voluntaria del embarazo». Habría que ver de quién es la voluntad -¿es siempre libre la de la madre? ¿vale para algo la opinión de un ser que unos años después sí podría expresarla?-, pero el interés del PSOE está claro: hacer girar la campaña de las europeas en torno a estas macabras medidas progres, porque cuanto más se hable de ellas menos se hablará de nuestra crisis económica, única en Europa, de nuestra ruinosa política exterior y de Defensa, de las sucesivas derrotas del PSOE, del incumplimiento de los programas y de la debacle generalizada de la izquierda en el Continente.
Me quedó perfectamente claro tras las elecciones de 2004 que al compañero Juan Fernando López Aguilar le gusta que se sepa que conoce Italia y que estudió en ella, pero no aprecia que se recuerde cómo, en condición de qué y con qué juramento lo hizo. Cumpliré con lo dicho entonces: no lo recordaré, y me limito a seguir pensando que hay una contradicción mal resuelta que ningún enfado arreglará. En estos detalles conocemos la hombría de las personas más allá que en cualquier sarao propagandístico que monte Leire Pajín a su propio nivel.
Dudas y vacilaciones entre los que no son socialistas
Me limito a citar: «una sociedad indiferente a la matanza de cerca de 120.000 bebés al año es una sociedad fracasada y enferma». Usted puede estar en desacuerdo y creer que eso es bueno. Si cree que lo es, vote a Zapatero, a López Aguilar y a quienes comparten su visión de la jugada aunque sea desde otras siglas. Si no, a día de hoy, el camino para oponerse es el PP, con la batalla añadida de explicar dentro del PP las mismas cosas. Y por supuesto hay que pedir en esta campaña a Rosa Díez y a UPyD que honestamente nos digan qué opinan de las leyes actuales y del futuro. No se trata sólo de buscar votos contra PSOE y PP, sino ante todo de ser honrados con esos votantes, no vaya a ser que, mediáticamente obnubilados, algunos terminen votando contra lo que creen.
Creo, como el ex senador José Javier Viñes, que «ha llegado el momento en que los políticos van a tener que poner a prueba su propia ética», y que hay que poner las convicciones por encima de las encuestas. Especialmente porque «hay políticos que se publicitan como socialistas católicos o como católicos por el socialismo», o que han jurado como católicos. No es un tema religioso, excepto para quien se haya definido en términos religiosos antes de ahora. Me parece muy bien lo que dice mi presidente, Miguel Sanz, que «rechaza toda práctica abortiva» y no sólo la nueva legislación de su aliado político Zapatero y del candidato López Aguilar. Sanz dice que «el aborto es un asesinato», y tiene derecho a decirlo y nosotros a aplaudirlo. Ahora hay que pedir que liquide dudas y componendas innecesarias, antes incluso de denunciarlas en los demás.
Los candidatos tienen que decir claramente qué quieren y qué creen. Y quienes gobiernan tienen que defender, dentro de sus competencias legales, lo que dicen creer. Por ejemplo, Navarra no puede hacer ni deshacer la Ley del Aborto, pero su Departamento de Salud puede desarrollar reglamentariamente la aplicación de esa Ley, es decir puede poner condiciones legales al nuevo «derecho», puede favorecer la vida, puede reconocer la objeción de conciencia, puede desarrollar una normativa estricta, o muy estricta, para los lugares donde se quieran practicar abortos y en definitiva pueden evitarse éstos (cosa que ahora no se hace) sin por ello violar la letra de la Ley. Obviamente nuestra pobre María Kutz no es el conde de Romanones (que por cierto, también era bolonio y por tanto católico), pero alguien le puede explicar cómo funcionan estas cosas, más que nada para que dé la razón a Viñes y a Sanz en esto, porque la tienen. Y la tiene mi amigo Santiago Cervera: este asunto nos va a dar una foto muy realista de quién es quién en la política española y en la navarra.
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 29 de marzo de 2009, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/aborto-retrata-lopez-aguilar-rosa-diez–94616.html