Por Pascual Tamburri Bariain, 6 de abril de 2009.
Celtas e íberos, griegos y cartagineses: no es un libro de historia sino un signo más del regreso de la novela histórica. Ignacio Merino lleva a tiempos de Aníbal sentimientos del siglo XXI.
Ignacio Merino, El druida celtíbero. La Esfera de los Libros, Madrid, 2009. 416 pp. 23,00 €
La narrativa histórica ha pasado por unas décadas de desprestigio en los círculos intelectualmente dominantes. Tras su éxito del siglo XIX a finales del siglo XX la novela ambientada en el pasado, y por supuesto la ficción ucrónica o utópica, han vivido su peor momento. Por supuesto se ha seguido escribiendo y se ha seguido leyendo, pero era considerada casi un género menor en comparación con los diversos experimentalismos. El lector joven español tenía y tiene además la dificultad creciente de su propia ignorancia académica del pasado, que hace incomprensibles para nuestros hijos las novelas que disfrutaron nuestros abuelos. Ignacio Merino y bastantes más han rescatado el género de su olvido y lo han cultivado en dignas obras de notable éxito comercial como este Druida celtíbero que nos propone La Esfera de los Libros.
Merino despliega grandes conocimientos sobre la Hispania del siglo III a.C., y utiliza las campañas de Amílcar Barca, de Asdrúbal, de Magón y del mismo Aníbal para trazar la peripecia existencial de un joven nativo. No es un libro de historia ni pretende serlo, pues la historia está empleada en la mejor tradición de nuestra literatura como trasfondo de una vivencia personal.
El interés de la novela de Merino radica tanto en la historia que cuenta como en los recursos que emplea para hacerlo. En el autor se nota una formación profunda y variada, siendo de necesaria mención las descripciones psicológicas por un lado y la narración de acontecimientos históricos por otro. Asio, el protagonista de Merino, nace como bastardo de un comerciante griego de Ampurias y de una viuda celtíbera en Tiermes; crecido con un padre lejano, tolerante e idealizado y con un hermanastro mayor y admirado, Asio experimenta todas las tentaciones y las pasiones propias de la adolescencia. Reverencia primero la gloria de las armas y contempla después cómo su hermano Giscón sacrifica su vida por lealtad a su palabra. Rinde culto a los dioses pero comprueba que no todos los druidas son iguales. En último extremo, llamado por la tradición a cumplir el deber familiar en el campo de batalla, elige vivir a pesar de saberse condenado al ostracismo. Hombre de paz, se forma como druida y como tal es considerado en toda la Hispania céltica, que recorre.
Merino hace en sus páginas un retrato eficaz de una España que conocemos mal, el mundo céltico anterior a la conquista romana. Lo cierto es que, sin recurrir a lo arqueológico, sólo la literatura puede llevarnos a aquel pasado. La moda realista e hiperrealista está dejando espacio a su vez para la literatura histórica. Manuel Hidalgo lo atribuye a un designio del mercado, y seguramente tiene razón: el español culto en disposición de disfrutar de una novela no sigue necesariamente los gustos de la casta intelectual, y en vez de experimentos se aferra a las seguridades de nuestros dos últimos siglos literarios. Entre otros, por cierto, la novela histórica en todas sus formas. Para Hidalgo, el siglo XX ha sido el de la abstracción en la pintura y en la música, la reconstrucción, la fragmentación… «movimientos que cuestionan la realidad y la representación reconocible de la realidad»… pero que no triunfan en un mercado de hombres y mujeres libres, y que mueren sin la protección de las instituciones y sus budas. Merino, en cambio, tiene todos los elementos para gustar y para triunfar.
Como se trata de literatura y no de historia está de más la única crítica evidente a este texto: la construcción de los personajes, y especialmente del protagonista y de sus sentimientos, es más contemporánea que «céltica». Decir que Asio es un personaje homosexual es tanto como llamarlo astronauta –igualmente imposible, a milenios de distancia- pero ciertamente en más de un punto se diluyen los límites entre lo que sabemos de la homofilia antigua y lo que añadimos desde nuestra opinión contemporánea. Obviamente una obra literaria puede dar la opinión que prefiera sobre acontecimientos de ficción situados en el pasado, y sería equívoco sólo poner en mentes de hace veintitrés siglos sentimientos y prioridades que son, si acaso, de hoy. Pero es la grandeza de la literatura, y como tal este Druida es agradable, ameno e inspirador, muy por encima de la media de lo que hoy estamos acostumbrados a padecer.
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 6 de abril de 2009, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/joven-sentimientos-delicados-atrapado-espana-guerrera-94941.htm