Los libros de texto siembran mentiras y cizaña entre los jóvenes

Por Pascual Tamburri Bariain, 16 de abril de 2009.

Desde el franquismo los libros de texto repiten los mismos lugares comunes: mentiras al servicio de la ideología, concebidas como instrumento de control político. Y casi sin protestas.

Pedro Antonio Heras, La España raptada. La Formación del Espíritu Nacionalista. Áltera, Barcelona, 2009. 280 pp. 23 €

Pedro Antonio Heras es doctor en Historia Contemporánea y ha sido catedrático de Instituto de Geografía e Historia antes de enseñar Historia Contemporánea en la Universidad. Es además investigador, pero en este libro aborda un tema mucho más decisivo para nuestro porvenir como país que cualquier erudita cuestión historiográfica. Lo que está en juego es la formación de las generaciones futuras, y de un modo mucho más radical que como puede condicionarlo aplicación más o menos torpe del plan Bolonia que este mismo 14 de abril criticaron para Navarra mis amigos Iñigo Elizalde y Santiago Cervera.

En los últimos años España ha cambiado varias veces de legislación educativa; pero en todas las leyes, desde la Ley General de Educación desarrollista de 1970 hasta la vigente LOE de 2006, la Historia y sus ciencias afines no sólo han perdido horas de docencia sino que sobre todo han visto su objeto drásticamente alterado. En muchas regiones de España no ha hecho falta la implantación de la Educación para la Ciudadanía para que el sistema educativo en su conjunto se dedicase transmitir la visión que de las cosas tienen las nuevas oligarquías regionales. El doctor Heras recorre los libros de texto de los departamentos de Geografía e Historia y recoge sistemáticamente ejemplos de ese nuevo abuso ideológico que no ha dado lugar a una objeción de conciencia.

La derecha española tiene muchos pecados que purgar. El menor de ellos no es su falta de resistencia ante los aspectos verdaderamente ideologizados de las sucesivas reformas educativas, siendo así que otros detalles, indudablemente menos graves, sí han sacado masas a la calle y sí que han llegado a los más altos Tribunales. Ha faltado en la reacción del centroderecha, de las familias, de la Iglesia, de los maestros y de los Centros una visión general de las cosas; y por consiguiente la reacción ha sido desordenada, incoherente e ineficaz, ya que sólo sabiendo frente a qué se reacciona tiene sentido reaccionar.

Las autonomías, y no sólo las llamadas históricas, tienen transferidas las competencias educativas, lo que implica que de ellas depende también el desarrollo de los planes de estudio y su concreción en los diferentes libros de texto. Lo cierto es que en la última década se estudia cada vez menos historia, con la excepción de la extensión a todos los alumnos del último curso del llamado Bachillerato de una asignatura residual de Historia de España. Para esa materia, creada por cierto en plena era aznarista, Santillana desarrolló el que probablemente es el mejor manual; con esas excepciones no se trata sólo de constatar con Heras del descenso drástico de los contenidos de Historia impartidos y exigidos, sino de verificar que esos contenidos no se ordenan ya al conocimiento de nuestro pasado común, sino a la exaltación de las identidades regionales como embrión de futuras naciones.

¿Qué sentido tiene objetar a Educación para la Ciudadanía y dejar que no sabemos qué profesor con arreglo a no se sabe bien qué programa imparta los contenidos históricos y geográficos que sean de su gusto, o imposición del cacique de la zona? ¿Hay esperanza cuando, según Víctor Pérez-Díaz y Juan Carlos Rodríguez, un 25% de los profesores reconoce no haber leído más de 5 libros en los últimos 12 meses y la media de lectura entre los docentes no rebasa en ningún caso los 14 libros anuales de todos los tipos? La Historia en la escuela sirve, hoy como siempre, para modular la identidad colectiva; el problema es que mientras la mayoría se refugia en su propia ignorancia o en un práctico relativismo una minoría de políticos, de autores y de docentes transmiten su visión de las cosas a la siguiente generación.

Cuando la familia presta atención a estas cosas, cuando el alumno está despierto e inquieto por sí mismo o cuando la sociedad cuida qué se enseña estos intentos de manipulación tienen pocas probabilidades de éxito. Pero cuando la familia no está o no sabe, cuando los docentes no quieren conflictos y cuando el gobernante terruñil es el primer manipulador, aunque sea de esa manipulación aparentemente inocente que consiste en enseñar las cosas del lugar antes que las de España, entonces empiezan los problemas. Se ha escrito que ETA nació en un seminario; Heras nos recuerda algo que algunos ya supimos hace dos décadas: el terror nació de las mentiras proferidas en un aula de historia. Y no hizo falta Bolonia para llegar a ese mal que este autor denuncia.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 16 de abril de 2009, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/libros-texto-siembran-mentiras-cizana-entre-jovenes-95249.htm