De la Vega y Moratinos, ¿amigos de los árabes o enemigos de Israel?

Por Pascual Tamburri, 26 de abril de 2009.

La conferencia de Ginebra y la futura reunión de El Cairo lanzan ideas equívocas sobre Israel. ¿Todo patriotismo es racista? ¿Los judíos tienen distintos derechos que sus vecinos?

Hace una semana empezó en Ginebra la «Conferencia de Revisión sobre el Racismo», organizada por Naciones Unidas y anormalmente polémica. Israel, Estados Unidos, Alemania, Italia, Canadá, Australia y los Países Bajos entre otros Estados no participaron en la iniciativa. ¿Defienden acaso el racismo? Hay quien dice que sí. Y ellos dicen lo contrario.

El presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, ha contribuido a hacer polémica una reunión que, siendo «contra el racismo», se suponía rodeada de universales aplausos. No fue así porque Irán, con el apoyo de otros países, acusó a Israel –la «entidad sionista» cuya existencia la República Islámica no reconoce- de ser racista. ¿Y de qué racismo se está hablando? Como informó El Semanal Digital, el ministro de Exteriores Miguel Ángel Moratinos ha tachado de «inaceptables» los ataques de Ahmadineyad a Israel. Y nuestro embajador se retiró de la reunión. En la que estaba sabiendo perfectamente que esos ataques se iban a producir.

En realidad hay en todo esto un poco de propaganda, un bastante de confusión y un mucho de mala fe. Un Estado puede ser racista si define su identidad por el origen racial de sus ciudadanos y si discrimina a quien no la comparta. ¿Israel es racista? Basta recorrer sus calles para comprender que estrictamente no puede serlo: los judíos de 2009 son hijos de casi todos los rincones del mundo, y la mayor parte de ellos no participa de la herencia biológica semita, suponiendo que ésta exista.

¿Judíos racistas? ¿Árabes antisemitas? Por favor…

Si ese vínculo existiese, curiosamente, sería compartido con los árabes; el concepto técnico de «semita» es lingüístico y no étnico, con lo cual la confusión se hace total. En realidad, Israel es un Estado judío, lo cual es tanto como decir que Alemania es un Estado alemán… Bien es cierto que Israel renació y sobrevivió en el siglo XX por la fuerza de las armas, pero todos los Estados y todas las naciones lo han hecho en algún momento de su vida. Quienes renuncian a hacerlo sencillamente desaparecen. Israel es la concreción del viejo proyecto sionista, de raíz laica. Y el sionismo es una forma de nacionalismo, uno triunfante porque logró crear una nación y darle un Estado; un patriotismo que podrá gustar más o menos, pero no un racismo genocida porque su criterio de distinción amigo/enemigo no es, en realidad, el de la raza.

Hay patriotas israelitas que no son judíos de religión. Hay ciudadanos de Israel que no son judíos. Hay judíos no sionistas enemigos de Israel. Hay judíos de religión que no lo son de origen. Hay judíos de origen que no lo son de religión. Todos los judíos askenazis tienen raíces jázaras, eslavas y por supuesto germanas, tanto en lo biológico como en lo cultural, y no son una raza, ni por supuesto pertenecen a la misma raza que los sefardíes, que los falashas o que los judíos de China, aunque compartan un legado religioso, o no.

Israel es un Estado y defiende sus intereses por la fuerza. Sus vecinos también lo hacen. Eso es la vida misma, salvo para el buenista Zapatero. Llamar racismo a lo que hacen los judíos de Israel es tan impreciso como llamar genéricamente «buenos» o «malos» a los adversarios de Israel: el concepto de raza es utilizado por unos y por otros como arma arrojadiza. Como insulto de descalificación total, y no como instrumento de análisis.

¿Qué haremos en El Cairo?

En medio de una situación más que compleja, la vicepresidenta Fernández De la Vega ha propuesto al presidente egipcio Hosni Mubarak celebrar una cumbre de España, Egipto y los principales países de la zona el próximo otoño, para buscar soluciones al conflicto en Oriente Próximo. Un conflicto que teóricamente es entre el «Israel racista» y sus vecinos. Y en consecuencia, estarán invitados todos menos Israel. Lógica internacional socialista, se supone. Pero del socialismo de 2009, porque en los años 90 Felipe González jugó un papel más cabal en la cumbre de Madrid. Éstos, por desgracia, lo han olvidado. Pero esperan como agua de mayo la presidencia de la UE, una Unión de cuya lógica nos alejamos cada vez más.

En Francia la negación del genocidio armenio a manos de Turquía es delito, a la par de la negación del genocidio judío. Italia conmemora cada 10 de febrero el genocidio de los italianos del Adriático a manos de eslovenos, croatas y serbios. El Parlamento de Lituania ha declarado ilegales los símbolos comunistas, hoz y martillo, bandera y estrella roja, como lógico resultado de la sangrienta invasión comunista de 1940-1991, igualmente genocida. Benedicto XVI, que en breve visitará Tierra Santa, ha afirmado que sólo el reconocimiento de la común dignidad del hombre permitirá «una solución estable al problema» del racismo. Es la lógica de la Europa en la teóricamente estamos. España parece que vive en otro entorno, o al menos su Gobierno lo hace. De momento, como Israel comprueba ahora dolorosamente, «siempre se es el racista de alguien».

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 26 de abril de 2009, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/vega-moratinos-amigos-arabes-enemigos–95690.html