El príncipe con el Papa y contra Richard Rogers y los progres

Por Pascual Tamburri, 2 de mayo de 2009.

El príncipe de Gales ha puesto de vuelta y media a los arquitectos progres. La misma semana que ha visitado Roma ha dicho ‘basta’ al deterioro de Londres.

El príncipe Carlos de Inglaterra es un hombre implicado en muchas causas que a menudo se consideran perdidas. Partidario de la agricultura ecológica, de la vida rural tradicional y de la conservación del medio ambiente, advertirá en un nuevo documental y un libro de los peligros para el futuro del planeta. El mayor de los cuales es según él el afán de lucro.

El proyecto Harmony enfrenta ya al heredero del trono británico con industriales y financieros en nombre de la defensa del medio rural. Pero sus enemigos más poderosos no son los especuladores de la derecha económica, sino los ideólogos de la izquierda cultural y estética. «Si pudiésemos recobrar el sentido de la armonía, la sensación de ser parte en vez de estar apartados de la naturaleza, tal vez tenderíamos menos a ver el mundo como una especie de sistema gigante de producción, capaz de producir cada vez más para beneficio nuestro, y sin costo alguno»: palabras sólidas que encajan poco con mucho de lo que alguna derecha hace, y nada con lo que la izquierda piensa.

La arquitectura, al servicio de personas y pueblos

Consecuentemente, el príncipe Carlos ha expresado a la familia real de Qatar su opinión sobre los dogmas artísticos y arquitectónicos progres. El hecho es importante porque los qataríes poseen los antiguos cuarteles victorianos del barrio de Chelsea, y el mediático Richard Rogers ya ha diseñado más edificios de vidrio y acero en medio de Londres. No se trata de rehacer por completo un área, ni de crear un nuevo espacio, sino de imponer ciertos dogmas actuales (o más bien de 1968) a modo de cicatriz en medio de un entorno totalmente diferente, el del Londres neoclásico y decimonónico.

La prensa políticamente correcta y una mesnada de arquitectos que incluye cinco ganadores del premio Pritzker acusan al príncipe de «imponer sus conservadores gustos estéticos». Analicemos el caso: cuando los progres deciden en nombre de todos qué es bello y qué no lo es no se trata de una imposición; cuando el príncipe da su opinión y ésta es diferente entonces se trata de una actitud antidemocrática. Equidad ante todo. Ahora ya sabemos que la democracia se mide en la cantidad de hormigón y cristal derramada, sin consideración a otros elementos del espacio y por supuesto sin valorar la comodidad de los futuros usuarios.

Que cada uno tenga, si es capaz de tener criterio, su gusto estético. Sencillamente romper un espacio buscando una rancia «originalidad» no deja de ser prueba de muchos complejos. Y se lo digo desde una Comunidad en la que los bachilleres de Arte pueden ir a sus carreras sin haber oído hablar de Wren, pero no sin haber adorado a Sáenz de Oiza; una comunidad en la que se diseñó una Universidad entera sin preguntar a quienes iban a trabajar allí por la belleza o la funcionalidad de los edificios; una comunidad en la que el más conocido de los maestros de obras (con perdón) aún no sabe colocar un adoquinado decentemente. Todo muy original, eso sí: pero nos haría falta un príncipe de Gales.

Un príncipe envidiable

El príncipe Carlos no sólo tiene el derecho de opinar, sino que tiene la obligación de hablar por los que no tienen voz, incluyendo todos esos estudiantes y jóvenes profesionales a los que se ha privado de una formación estética libre y a los que se ha enseñado sólo a incensar el nuevo becerro de oro. Pero el príncipe tiene razón, y el emperador está desnudo. Y les contaré un secreto: para Londres o para Pamplona, para Oxford o para Burdeos, el criterio del príncipe sería también el del profesor Tolkien.

Me parece profundamente significativo que un gurú como Richard Burdett haya descalificado al príncipe de Gales diciendo que «sólo habla de historia». Quizás la historia sea algo que nos hace humanos y no animales, caballero. Porque, como sin duda coincidirán en opinar las dos personas que recibieron al príncipe Carlos y a la princesa Camila el lunes 27 en Roma –el presidente del Parlamento Gianfranco Fini y el papa Benedicto XVI-, nuestra vida sobre esta Tierra no puede ser sólo una carrera enloquecida hacia metas que algún progre definió para nosotros hace un par de siglos.

Es notable que en medio de esta polémica el futuro jefe de los anglicanos sea recibido por el Papa y que el mismo día el líder de la derecha italiana aplauda sus esfuerzos por tutelar el patrimonio arquitectónico y el ambiental. De maneras distintas todos ellos buscan un equilibrio entre el hombre y la naturaleza que ofende a los poseedores de la corrección política.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 2 de mayo de 2009, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/principe-papa-contra-richard-rogers-progres-95919.html