El desliz de Pastor y Villalobos acercaría el PP a la UPN de Kutz

Por Pascual Tamburri, 3 de mayo de 2009.

El PP se dividió en el Congreso, al votar Celia Villalobos y Ana Pastor la admisión de una crítica ética ¡al Papa! Una posición que las acerca a la consejera navarra María Kutz.

El día 28 de abril no pasará a nuestra historia por ninguna novedad política. Tuvimos, sin embargo, la confirmación de un cierto estilo de hacer política, o más bien de una innecesaria serie de equívocos y de complejos que lastran la vida de nuestra derecha. Sólo de una parte, es cierto, ya que la derecha es plural incluso en sus nombres. Por otra parte lo que sucedió en Madrid, en el Congreso de los Diputados, podría llegar a tener su impacto (positivo) en lo que pase en Pamplona. Siempre, por supuesto, hablando de la derecha. Perdón, del centro. Bueno, ustedes ya me entienden.

Las diputadas del PP Celia Villalobos y Ana Pastor votaron en la Mesa del Congreso a favor de la admisión a trámite de una iniciativa comunista para reprobar «públicamente» las declaraciones del Papa Benedicto XVI en África sobre el SIDA, las políticas sanitarias, la demografía y el uso del preservativo. Apasionante actualidad en un país con más de cuatro millones de parados y de cien mil abortos al año.

Yo creo firmemente lo que poco después explicó Esteban González Pons en Facebook: «yo os aseguro que es como ella dice». Y lo que ella dice (Pastor, no Villalobos) es que «como vicepresidenta segunda del Congreso de los Diputados tengo obligación de admitir a trámite las proposiciones de los grupos representados en la Cámara, con independencia de si son del PP o no. Por tanto, no he votado en contra del Papa. Simplemente, admití a trámite la propuesta del Grupo que lo ha hecho».

Pastor ha ido más allá y ha dicho que «en conciencia» no puede admitir el contenido de una proposición que está «llena de barbaridades». El razonamiento, sensato, centrado y todas esas cosas, tiene tres puntos seguramente débiles y dos hipotéticamente fuertes. Los fuertes serían el reforzamiento de la imagen moderada y plural del PP y la cercanía a ciertas tendencias muy vivas en UPN. Los débiles son un difícil encaje en la vida constitucional de un país democrático, un evidente distanciamiento de la Iglesia española y universal y una patente continuidad con ciertas decisiones que la propia Pastor tomó cuando tuvo responsabilidades de Gobierno.

Tres puntos difícilmente explicables

Uno. En democracia la pertenencia a cualquier órgano deliberante implica la posibilidad de votar para tomar decisiones, incluso «técnicas». Si el voto fuese obligatoriamente favorable no habría necesidad ni de órganos ni de Congreso. Prueba de que eso es así son los votos contrarios de los otros dos diputados del PP, Jorge Fernández Díaz e Ignacio Gil Lázaro. Con quienes uno tiende a identificarse más, dicho sea de paso.

Dos. No es obligatorio ser católico. Ni España ni el PP son confesionales, aunque una y otro tienen evidentes raíces cristianas, que si se intentasen ocultar oficialmente seguirían siendo bien visibles y que si se intentasen negar reaccionarían. Pregunten ustedes a la gente de la calle si confía más en Zapatero o en el Papa. Benedicto XVI es, además, Jefe de un Estado extranjero, y permitir una moción de ultraizquierda no parece lo más deseable del mundo sea uno católico o no dentro de esta derecha plural.

Tres. En 2003, siendo ministra de Sanidad, Pastor permitió el uso de laboratorio de 80.000 embriones congelados no nacidos. Todo el PP sin duda rechaza la política abortista de Zapatero, pero ocho años de amplia tolerancia no son la mejor tarjeta de visita. Con la Ley social-comunista que se avecina morirán muchos más niños. Pero precisamente Pastor, con 80.000 casos de conciencia a sus espaldas, debería haber tenido especial cuidado con su voto, que puede indisponer a unos votantes ya sensibilizados y cuyo voto no es seguro. Ni en Pamplona ni en Madrid.

Dos bazas a favor de Pastor (y de Villalobos)

Una. El presidente de la Conferencia Episcopal, Antonio María Rouco Varela, ha protestado oficialmente por la iniciativa parlamentaria que Pastor y Villalobos apoyaron. El simple hecho de dar paso a esa idea, aunque sea para después votar en contra, no gusta a la jerarquía, a los católicos y a quienes sin serlo se reconocen más en Roma que en La Habana. Monseñor Juan Antonio Martínez Camino ha llamado «lamentable» y ha dicho que le resulta «difícil de entender» el voto de Pastor y Villalobos. En tiempo electoral eso es un riesgo, pero también una oportunidad: quizás se pueda ganar más atrayendo a las papeletas del PP a enemigos de Benedicto XVI que movilizando a sus fieles. Hay analistas para todos los gustos. Puede ser una baza a favor, y es de esperar que a un mes del 7 de junio el paso, como otros, haya sido resultado de un cálculo político y no de una improvisación mediática individual. Así sabremos después a quién recompensar, o a quién culpar.

Dos. Determinados movimientos y declaraciones de la consejera navarra de Salud María Kutz la hacen parecer cercana a la sensibilidad de Pastor y de Villalobos. Más de una vez Kutz ha explicado que desea que se regule respecto al aborto la objeción de conciencia, para dotar de una «seguridad jurídica» ante el actual «vacío legal» y que se «clarifique la objeción de conciencia». Lo cierto es que la objeción en este asunto es ya, por sentencia del Tribunal Constitucional desarrollando el artículo 16.1 de la carta magna de 1978, un derecho fundamental directamente aplicable, y aplicado. Pedir su regulación legal con el PSOE en el poder es tanto como pedir la reducción o limitación de la objeción, de modo que se vuelvan a poder realizar abortos en Navarra.

Supongo que Pastor, Kutz y la derecha en toda su amplia variedad coinciden o coincidimos en la defensa de la libertad. Libertad de usar (o no) preservativos y de opinar sobre ello, sobre el aborto, sobre la carnicería de embriones y sobre el control ideológico a los médicos. También libertad de opinar dentro de una derecha que sabemos y queremos plural (porque cuando no es plural ni vence ni es grande). Libertad también para la Iglesia en general y para cada católico en particular, incluyendo a Benedicto XVI y a todos los que suelen votar a UPN (con o sin Kutz) o al PP (con o sin Villalobos). Quizás esta no tan sorprendente coincidencia favorezca un reencuentro tras el divorcio de UPN y PP. Será, eso sí, con la UPN de Kutz, no la de Carlos Salvador. Pero quizás desanime a los partidarios de un centroderecha variado en lo accesorio, unido en lo esencial, altruista en lo público y que se distinga por hacer y decir, y no por callar ni asentir.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 3 de mayo de 2009, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/desliz-pastor-villalobos-acercaria–95959.html