Por Pascual Tamburri Bariain, 11 de mayo de 2009.
Algunos preferirían que callase, pero Aznar no lo hace. El expresidente no es sólo historia pasada, y explica qué se puede hacer contra la crisis contando qué hizo él.
José María Aznar, España puede salir de la crisis. Planeta, Barcelona, 2009. 224 pp. 21 €
Un presidente del Gobierno es, al terminar su mandato, una especie de molesto «jarrón chino» que resulta incómodo tanto para sus herederos como para sus adversarios. La comparación se suele atribuir a Felipe González, y la solución más habitual suele ser la que eligió el veterano mandatario socialista: una retirada a la vida privada, en general muy bien pagada en honores, prebendas, cargos, amistades y hasta títulos. Pero José María Aznar ha elegido otra opción.
Que Aznar era distinto ya lo sabíamos cuando gobernaba: con fama de seco y de voluntarista, el primer presidente del Gobierno del Partido Popular hizo con España cosas que pocos esperaban y que algunos no deseaban. Encontró un país hundido por un lado en la corrupción material y moral de cuatro legislaturas socialistas y por otro en dos décadas casi ininterrumpidas de crisis económica atribuibles casi por igual a sus predecesores izquierdistas y centristas. Para bien o para mal Aznar rompió los moldes: España salió de la crisis económica, en ocho años se crearon cinco millones de puestos de trabajo, se sanearon las cuentas públicas y se cumplieron todos los criterios de convergencia para entrar en la unión monetaria europea. No se había visto nada parecido desde los años sesenta del siglo XX.
Naturalmente el éxito de Aznar no gustó a todos, pero el protagonista –porque lo fue, sin duda- tiene derecho a contarlo. Lo ha hecho en un libro publicado por Planeta y presentado este lunes 11 en el Hotel Intercontinental de Madrid. Los presentadores fueron de alguna manera dos de las caras o los dos extremos del aznarismo: Jaime Mayor Oreja, ministro desde su primer Gobierno y protagonista a lo largo de todo el proceso empezando por las durísimas elecciones de 1996 tomando precariamente el poder en una nación arruinada y sin esperanza; y Manuel Pizarro, una gran cabeza económica y jurídica salida de la Administración, que podría haber sido protagonista en un tercer mandato popular y que acompañó a Mariano Rajoy en las elecciones de 2008. El aznarismo, salvo para la izquierda que recurre a él como insulto, tiene muchos matices.
Que Aznar cuente cómo salió España de la anterior crisis tiene mucho de advertencia, precisamente cuando nos hallamos empantanados en una de la que el actual Gobierno no quiere sacarnos; más aún, Zapatero está convirtiendo en el recurso a Aznar, seguro origen de todos los males, en su principal baza electoral. Según en qué mitin socialista estemos parece que el adversario de Juan Fernando López Aguilar el 7 de junio vaya a ser Aznar y no Mayor. ¿Tan malo fue Aznar?
El presidente, en su libro de recuerdos y de advertencias, no es autocomplaciente: admite errores, olvidos y lentitudes. Los reconoce, sobre todo, en todo lo que afecta a las raíces de la actual crisis, de la que no cabe duda de que es un analista privilegiado, por su experiencia española y por su conocimiento actual de las instituciones norteamericanas. Defiende sin embargo, como es su derecho, la bondad sustancial de sus logros, y es difícil negarle la razón en la medida en que España «iba mejor», económicamente y no, en 2004 que hoy. Ni todo lo malo de 2004 era culpa de Aznar ni todo lo negativo de 2009 es responsabilidad de Estados Unidos, y en esto estará de acuerdo hasta el militante más fanático de la izquierda.
Aznar se arrepiente de no haber profundizado más en las medidas liberalizadoras de la economía, en la apertura de mercados y en las privatizaciones, y ve en un nuevo impulso en esa misma dirección. Él cree firmemente que la libertad política y la libertad económica van necesariamente unidas, y ve en las limitaciones de una cualquiera de las dos libertades un anuncio de peligros para la otra. La crítica socialista a Aznar –la que vaya más allá de los eslóganes contra una guerra, la de Irak, en la que no participamos porque no quisimos- explica que los problemas de hoy se explican por las decisiones de ayer; y que el diferencial de la crisis española –más grave que la de cualquiera de sus vecinos- se debe a las decisiones sobre el crecimiento tomadas entre 1996 y 2004, apostando por la construcción y el dinero barato por ejemplo. Seguramente Aznar será el primero en dar la razón a quien se acerque a debatir sensatamente sobre lo que entonces se hizo o no se pudo hacer, pero para eso tendrán que escucharle o que leer su libro.
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 11 de mayo de 2009, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/jose-maria-aznar-tambien-tiene-solucion-esta-crisis-96288.htm