Tres científicos abofetean sin piedad a Bibiana Aído y a Zapatero

Por Pascual Tamburri Bariain, 23 de mayo de 2009.

Tres profesores de diferentes especialidades desmontan en dos libros imprescindibles los fundamentos biológicos, éticos y jurídicos de los ‘nuevos derechos’ de Zapatero.

Guillermo López, Aborto y contracepción. Eunsa Astrolabio, Barañain, 2009. 136 pp. 12 €


José López Guzmán y Ángela Aparisi, La píldora del día siguiente. Aspectos farmacológicos, éticos y jurídicos. Sekotia [Revista La Caja], Madrid, 2009. 192 pp. 17 €

Para la ministra de Igualdad del Reino de España, doña Bibiana Aído, un feto de trece semanas es «Un ser vivo, claro; lo que no podemos hablar es de ser humano porque eso no tiene ninguna base científica». La ciencia española alcanza así uno de sus logros más notables en siglos. Ni Santiago Ramón y Cajal ni Gregorio Marañón fueron capaces de una aportación semejante. Lo de Aído necesita no ya un Gabilondo sino un Aristóteles para ser entendido en sus justos términos físicos y metafísicos: la ministra ha resuelto ella sola y de un plumazo tres milenios de reflexión europea y de investigación científica sobre la vida humana y sobre el paso de no ser al ser. Egregio, si no fuera por lo sangriento.

Dos libros indispensables para entender qué pretende José Luis Rodríguez Zapatero acaban de ver la luz. En uno, el profesor Guillermo López define los términos médicos de todo lo relativo al embrión y al feto humanos, a su vida y a su muerte. En otro, dos investigadores de distintas especialidades de la Universidad de Navarra centran su tarea en el caso concreto de la píldora abortiva. Vayamos, por tanto, de lo general a lo particular, ya que nuestra ministra –eximia ella misma en su formación académica- ha querido dar la vuelta a una cuestión primero científica, después jurídica y por último filosófica, pero para nada religiosa.

Estos dos libros aportan toda la información objetiva necesaria para entender por qué la religión es una pista falsa en este caso. Que un embrión sea o no humano no depende de la fe trascendente que cada uno pueda tener o no. O lo es o no lo es, y quizás el Bachillerato de doña Bibiana no permita entender la tajante claridad de las alternativas. Que un ser humano tenga o no derecho a destruir otra vida humana no depende para nada de la Revelación cristiana: se trata de una cuestión de Derecho natural; es moralmente lícito privar a otro de la vida el legítima defensa, sea del individuo o de la sociedad. Liquidar una vida humana es un hecho grave, legítimo sólo para evitar un mal mayor. En nuestra tradición los pensadores han cantado a la muerte por la Patria, por la fe, por elevados ideales.

Los filósofos de la generación de Aído creen que la comodidad de unos es un bien superior al de la vida de otros. No hace falta religión para llegar a eso, sino simplemente pensamiento racional occidental. Y en cuanto al Derecho, desde el momento en que se reduce a la Ley positiva y el poder legislativo está dispuesto a hacer no ya legal sino deseable la muerte de otros.

Guillermo López: los datos

El profesor López expone con claridad algo que no parece ser tan claro en el seno del Gobierno. El ser humano lo es desde su concepción hasta su muerte. Ciertamente el ser humano en su vida intrauterina es dependiente –necesita nutrición y oxígeno recibidos a través de su madre- pero eso no debería ser descalificante en un país que presume de nuevas ayudas a la dependencia. Destruir un embrión es suprimir una vida humana en un momento de dependencia, y poco importa si se trata de un aborto quirúrgico o del uso abortivo de algún fármaco. Guillermo López, en una exposición accesible para todos los públicos, recuerda cómo ya antes de la «píldora del día después» ciertos productos teóricamente anticonceptivos podían tener un efecto abortivo precoz.

Un aborto implica una muerte. No hay que escandalizarse como si se tratase de una novedad, porque tanto el aborto legal como determinadas prácticas de hecho abortivas existían en España ya antes de Aído. Quizás las no-madres no están bien informadas, sin duda los no-padres no son tenidos para nada en cuenta, pero precisamente el mérito de este libro en este momento es que da una bofetada moral a todo el argumentario carnicero del PSOE.

Imaginemos «una nueva antropología, en la que el hombre es considerado la pieza prescindible de una gran maquinaria y en la que el Mal se convierte en banal, lo cual permite justificar todo daño grave causado voluntaria y gratuitamente por un ser humano a otro como algo natural. En esta vida, el comportamiento se convierte en mecánico y el pensamiento crítico queda suprimido». ¿No hay en ello «la voluntad de hacer desaparecer lo humano en todo hombre»? Es difícil negar la voluntad revolucionaria de Zapatero, que coincide con la teoría de que «la lucha por ideales, por mejoramientos de cualquier clase, debe ir acompañada indiscutiblemente por una lucha contra alguna clase social o casta». La creación de «nuevos derechos» es más fácil si se fundamenta en la lucha contra un grupo social hostil al nuevo ideal de vida que se quiere extender. Es curioso que las frases entrecomilladas, tan válidas para la política abortiva de esta gente, tan eficaz en su propaganda, sean de Ana Rubio, en su libro Los nazis y el Mal, recientemente editado por Niberta.

La «molestia» del día después

José López Guzmán y Ángela Aparisi son profesores en la Universidad de Navarra, y se han adentrado en un breve volumen de Sekotia en un tema que Guillermo López sólo trata como uno más entre otros. Junto al médico, convienen en efecto la opinión del farmacéutico y la de la jurista. Los tres aportan todos los elementos de un debate que Zapatero, Aído, quienes les siguen y quienes se han rendido a ellos querrían hurtar al pueblo español.

López Guzmán explica, con sencillez, que la píldora llamada «postcoital» debe con toda propiedad ser llamada abortiva. No es un método anticonceptivo, sino una forma más de aborto, químico en este caso. Es un fármaco poderoso, con efectos más llá de los deseados. Independientemente de que se trate de una vida humana menos es contradictorio que fármacos mucho menos peligrosos sean ofrecidos con muchas restricciones y éste, precisamente, se pueda comprar y suministrar por cualquiera a cualquier hora y de cualquier manera. Pero lo que no explica la ciencia lo explica la ideología.

Ángela Aparisi, a pesar de ser jurista, ha ido más allá del debate en el que los políticos se han enviciado. Lo relevante no es, y nunca ha sido, la edad de libre acceso a esta píldora. Es llamativo, desde luego, que costosas e inútiles campañas de convicción y prohibición luchen contra el tabaco y el alcohol en las mismas menores a las que se da ahora derecho de vida o muerte sobre los fetos. Pero lo importante es que la vida de esos fetos es un «bien jurídico protegido» incluso por la laxa lectura actual de la Constitución; una Constitución vejada por los políticos, quizás no sin justificación porque los equívocos de su redacción permitieron en 1983 empezar el genocidio y han convertido su extensión en algo políticamente correcto. Política, pero no jurídicamente, añadamos.

Fernando Vaquero en Diario Liberal ha centrado el drama de este y otros debates en plena campaña electoral. «En la política actual, en la que los grandes partidos son, fundamentalmente, macrooficinas electorales movidas a golpe de escrutinio demoscópico, la modalidad colectiva de acción política más efectiva, guste o no guste, se reconozca o no, es la del lobby. Indudablemente, uno de los más potentes hoy día, a escala planetaria, es el feminista: omnipresente, triunfante, mediático, ingrediente decisivo de lo «políticamente correcto» y… principal estructura ideológica del PSOE y demás izquierda autodenominada progresista». El PSOE ha convertido esta nueva forma de aborto en «moderna y deseable» y la oposición se limita a veces a cuestiones menores o formales en lugar de entrar en el fondo del asunto: distribuir píldoras es suprimir vidas.

Lo peor de toda esta situación es la timidez de la oposición a esta revolución. Indudablemente, para Zapatero y su equipo, lo esencial no es la crisis económica, sino su revolución moral. Una parte de la derecha insiste en la centralidad de la economía, como si Adam Smith no hubiese muerto y como si Karl Marx no hubiese fracasado. Y la izquierda se aprovecha para dejar que su oposición se entretenga con porcentajes mientras ellos cambian España. Minimizar la importancia de lo que hace Zapatero, aceptar el léxico «políticamente correcto» de Bibiana son maneras de rendirse. Una mención para la que, ahora lo sabemos y podemos defenderlo en cualquier foro con estos dos magníficos libros, no hay fundamento científico sino simple voluntad política revolucionaria.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 23 de mayo de 2009, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/tres-cientificos-abofetean-piedad-bibiana-aido-zapatero-96745.htm