Por Pascual Tamburri Bariain, 5 de junio de 2009.
Dos novelas destacan entre una amplia oferta. Totalmente distintas entre sí, están unidas por uno de los secretos mejor guardados de la Historia. Que no es ficción.
Fernando J. López del Oso, El templo de la Luna. Premio Minotauro 2009. Minotauro, Barcelona, 2009. 320 pp. 19,50 €
François-Xavier Gauroy y Ambroise Liard, Bajo el terror de la guillotina. Traducción de María Teresa Gallego Urrutia. Timeo, Madrid, 2009. 364 pp. 19 €
Félix Romeo, que seguramente es el crítico más agudo en estos días bochornosos de final de primavera, ha dicho que está harto de novelas históricas. Recoge con eso la opinión de Martín Caparrós y de no pocos más. «Se diría que el presente no nos calza, molesta, nos tira de la sisa. De pronto me parece muy triste una época que se niega a escribir sobre sí misma, que se solaza en las facilidades del pasado, y me prometo no intentar ninguna novela que no suceda en el presente, en el futuro o en ningún momento». Tienen probablemente razón, ya que se ha abusado del recurso al pasado. Y como suele suceder se ha publicado literatura de segunda al rebufo de éxitos históricos, ucrónicos o fantásticos. Lo que no condena necesariamente toda la literatura de este tipo: obliga sencillamente a seleccionar mejor.
Minotauro y Timeo acaban de publicar dos novelas que, en apariencia, son sólo dos más entre muchas otras. Ambientadas en épocas distintas, escritas con estilos casi opuestos, son la demostración de que sí es posible encontrar ficción de calidad en medio de un desierto superpoblado de ñoñerías. Además, un secreto une las dos obras.
De España a Egipto pasando por Perú
El joven Fernando J. López del Oso tiene una formación académica indudable y ha dedicado algunos años a colaborar en la prensa de divulgación científica o más bien mistérica. Acumula por consiguiente una combinación hoy extraña de conocimientos y aficiones: biólogo, con cierta experiencia militar, de montaña y de arqueología y no pocos viajes por el mundo. Con ese bagaje y una buena pluma el resultado había de ser bueno. Tanto como para ganar el VI Premio Minotaouro, de Ciencia Ficción y Literatura Fantástica.
No hay que asustarse de las palabras. Que se recurra a elementos de ciencia ficción, a mundos de fantasía o al pasado no convierte en pésima una buena novela, y la de López del Oso lo es. Se trata de un relato de misterio y aventuras que apasionará a los jóvenes de edad o de espíritu que tengan afición o gusto por la historia cercana o lejana, por la arqueología, por la escalada, la espeleología y, sobre todo, la intriga bien contada. Porque de eso y no de otra cosa se trata.
¿Que hay extraterrestres de por medio? Eso es algo que debe dejarse a la curiosidad del lector; pero nadie debe leer esta novela esperando encontrar el clásico éxito fácil de ciencia ficción, no debe rechazarla por lo mismo. Lo verdaderamente singular del relato de López del Oso es, aparte de su calidad, que tiene uno de sus lugares centrales en el Desierto Occidental egipcio. Una de esas partes del mundo donde el tiempo parece no avanzar y donde sin embargo acontecimientos decisivos de la historia cercana y remota han tenido lugar. Quizás por ello López del Oso no sea el único en llevar allí la ficción.
La misma historia es a veces la mejor ficción
Alejandro Magno y Luis XVI sólo tienen en común su dignidad regia en el pasado. La historia de Alejandro es bien conocida, aunque se distinguió más por acabar una era del mundo que por sentar las bases de lo que había de venir. La historia de los penúltimos Borbones que reinaron en Francia ha sido escrita, por hagiógrafos, por polemistas, por historiadores y por novelistas, otra infinidad de veces. Pero todo lo que en el macedonio es gloria y certezas es sombra y dudas en los franceses. Al fin y al cabo uno murió en pleno ejercicio de su poder y la familia de Luis XVI fue ahogada en sangre en la Revolución que, ella también, dio lugar a un mundo nuevo: el nuestro.
Protagonista aparente de la gran novela de misterio de François-Xavier Gauroy y Ambroise Liard es, ciertamente, la guillotina. Todos los personajes viven a la espera de la muerte, en medio de un país que no se reconoce a sí mismo y que, además de ignorar su pasado, parece odiarlo. Pesará a los liberales póstumos de nuestro tiempo, pero la Francia del Terror aparece aquí retratada en todas sus contradicciones, no precisamente gloriosas en la vida de cada día. No es éste, sin embargo, un libro de propaganda convertida en literatura.
María Teresa Gallego Urrutia ha hecho una traducción literaria brillante de un texto no precisamente fácil de poner al alcance del lector español del siglo XXI. La ambientación histórica implica una serie de conocimientos que el lector no posee hoy en general. Mérito de los autores y de la traductora es que la historia sea ropaje y no esencia de la que no deja de ser una fantástica novela de suspense y aventuras, aunque su trasfondo sea el miedo.
¿Qué secreto llevaron a sus tumbas Luis XVI y la reina María Antonieta? Como en el libro de López del Oso el lector culto advertirá sólidos fundamentos no sólo históricos sino también astronómicos, criptográficos y cartográficos; desde París al desierto egipcio un templo secreto hace que los hombres maten y mueran. La novela de Gauroy y Liard gustará al lector español, y hallará en ella más de una sorprendente coincidencia con la premiada por Minotauro. Parece como si, a salto de siglos, los hombres decidiesen su destino en ese espacio que va del Nilo a Libia. ¿Por qué será?
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 5 de junio de 2009, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/espanol-franceses-ante-templo-secreto-alejandro-magno-97336.htm