Por Pascual Tamburri Bariain, 16 de julio de 2009.
Mil años de Edad Media crearon muchos estilos artísticos pero un solo mensaje: el de la Europa cristiana. No es políticamente correcto, pero el arte medieval tiene un mensaje aún vivo.
Santiago Sebastián, Mensaje simbólico del arte medieval. Arquitectura, liturgia e iconografía. Encuentro, Madrid, 2009. 440 pp. 20 €
Desde que a los hombres del Renacimiento se les ocurrió declararse herederos de la Antigüedad clásica, como si sus padres no lo hubiesen sido también, los europeos nos lanzamos unos a otros sin piedad el cadáver de lo que llamamos Edad Media. De edades medias se ha escrito mucho, a veces demasiado, y en 2001 Crítica publicó un breve ensayo de Giuseppe Sergi haciendo balance de la cuestión. Al final, si prescindimos de paralelismos más o menos spenglerianos o ucrónicos, la Edad Media fue el largo milenio que va desde el final del Imperio Romano de Occidente hasta el inicio del dominio occidental de los océanos y del mundo. El nacimiento y la infancia de Europa, la raíz inmediata de lo que somos o al menos de lo que nuestros padres fueron.
Sobra la idealización romántica tanto como la reprobación ilustrada: la Edad Media no puede catalogarse como «buena» o «mala», y es parte del pasado y no del futuro. Pero lo que sin duda sí fue es cristiana. En el fondo y, también, en la forma.
Puede discutirse si habrá otras civilizaciones cristianas, aunque su posibilidad teórica es evidente. Hasta ahora sin embargo, y junto a su hermana oriental bizantina, la única civilización cristiana ha sido la europea. El cristianismo trasciende por su naturaleza lo europeo –aunque casi todo lo cristiano sea aún hoy europeo- pero lo europeo es cristiano o, sencillamente, no es.
Santiago Sebastián fue, hasta su prematura muerte, uno de los grandes investigadores españoles de las formas del arte medieval. Como quizás es inevitable tanto en la tradición clásica como en su novación cristiana el fondo y la forma se corresponden, y a una comunidad cristiana correspondieron sucesivas formas artísticas igualmente cristianas. No puede separarse con éxito en el arte medieval de su significado cristiano. Esto es cierto incluso ahora, cuando ese significado no es conocido por muchos españoles, incluso educados. ¿Perderemos para siempre el sentido de lo que nuestros antepasados hicieron.
El empeño de Sebastián es evitarlo. Este libro ofrece tanto al lector culto como al no iniciado un acceso directo al contenido del arte medieval. Como entonces, no se separan unas artes de otras, y la simbología es contemplada a la vez en la arquitectura, la literatura, la escultura y las representaciones planas. Nuestra clasificación y división de las ciencias y las técnicas no habría tenido ningún sentido entre 500 y 1500, porque todas las representaciones que hoy nos arriesgamos a no entender tienen su origen en los mismos hombres y su destino en el mismo Dios. Es triste comprobar, año a año, cómo nuestros estudiantes e incluso nuestros turistas necesitan que se les expliquen hasta las cosas más evidentes para que visitar un monumento medieval o leer el Poema de Mío Cid no sea un recorrido sin sentido. La Europa de los siglos XX y XXI está perdiendo el contacto con sus raíces, pero no debe darse por perdida la batalla. Un libro como el de Sebastián transmitirá las claves que millones de hombres y de mujeres conocieron antes que nosotros pese a ser analfabetos. Quizás en el futuro otros vendrán que devuelvan su vida a ese arte que, si no murió, agoniza.
¿Estamos realmente seguros de que el arte que llamamos contemporáneo, pese a ser resultado de unas ideologías ya fracasadas, tiene una carga simbólica y estética igualmente digna? Quizás a veces nuestro orgullo nos vence.
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 16 de julio de 2009, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/arte-secreto-prohibido-sale-ahora–98602.htm