Por Pascual Tamburri Bariain, 3 de agosto de 2009.
Un escritor argentino revoluciona nuestra narrativa recordando una vieja verdad: somos humanos porque morimos, y la muerte da sentido a la vida. Y más al amor.
José Gabriel Ceballos, Entre Eros y Tanatos. Castalia, Madrid, 2009. 216 pp. 12,5 €
Es posible, sin duda, hacer literatura desde la normalidad, la rutina y la corrección social. No sólo es posible sino que en el fondo es el eterno ideal burgués, ajeno a todo extremo y a toda pasión, a todo riesgo y a toda emoción. Qué duda cabe que la historia de la Literatura en lengua española podría ser la de una larga Ilustración llena de Moratines, de agnósticos pelucones y de progresistas afrancesados. Ahora bien, ¿valdría la pena ser leída o soñada, una literatura así?
El argentino José Gabriel Ceballos cree que no, y en su colección de cuentos Entre Eros y Tánatos, publicada en España por Castalia, da suficientes pruebas de sus razones. Se puede compartir o no su percepción, pero sí es innegable que las sensaciones humanas extremas tienen límites difusos entre sí. La finitud de lo humano, la evidencia de nuestra debilidad y de nuestra condición mortal, unida a nuestra capacidad de percibir lo que nos supera, convierte por ejemplo lo erótico en mucho más que simple biología. Lo que desde la rutina y desde la negación de esa finitud es poco más que una interacción de hormonas es en realidad, llegado el momento, un sentimiento humano extremo al que se asocia además una gran parte de nuestra creación literaria.
Hay que leer a Ceballos para recordarlo, para ver distintos ejemplos de cómo los hombres (y las mujeres, añadamos como concesión a las necias modas de nuestro tiempo) entrevén desde su finitud lo infinito; de cómo de manera inconsciente para los protagonistas e incomprensible a veces para el espectador el erotismo en todas sus vertientes crece conforme se acerca al abismo. A la muerte, en definitiva; arriesgar, osar, vivir, y a la vez ver cómo el placer es pasajero como la vida misma, y cómo proporciona momentos de éxtasis que ningún dinero prudentemente ahorrado puede pagar. Ceballos ha escrito unos cuentos y éstos han sido premiados; pero ahora necesitaríamos a un Mircea Eliade que rebuscase en los entresijos de estos relatos su nexo con una fe en lo eterno que nuestro tiempo cree haber perdido. Porque, claro es, la prosaica rutina del bienestar y de la prudencia cierra sus ojos tanto al placer como a la muerte, y pone a ambos reglas y límites. Como si en el fondo no se le pusiesen a la misma vida que Ceballos retrata.
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 3 de agosto de 2009, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/amor-odio-sexo-arrepentimiento-unen-ultimo-momento-99242.htm