Por Pascual Tamburri Bariain, 7 de agosto de 2009.
Los escándalos y rumores en torno a la familia real no cesan. Don Juan Carlos se enfrenta por primera vez a políticos respetados que critican la monarquía. Y dan sus razones.
Iñaki Anasagasti Olabeaga, Una monarquía protegida por la censura. Foca [Akal], Madrid, 2009. 336 pp. 20 €
Hubo una vez monarquías de origen sagrado, legitimadas también por el ejercicio del poder, moderadas sólo por sus propios actos y por el respeto de las tradiciones del reino. Pero esa realeza es sólo un recuerdo. En el caso español, además, hay una clara solución de continuidad entre la monarquía de pasado (tradicional y liberal) y la del presente (democrática). Es una monarquía querida y creada por Francisco Franco, y refrendada sólo después por la voluntad de los españoles, que demás fueron llamados a pronunciarse no sobre la Corona ni su titular, sino sobre el conjunto de la Transición a la democracia. Gusten o no gusten he ahí los hechos, y no puede reprocharse a nadie que los recuerde.
Iñaki Anasagasti lo ha sido todo en la política vasca y casi todo en la española, casi siempre con formas gratas y un saber hacer que escasea más en las nuevas generaciones de políticos profesionales. Desde hace unos años, sin embargo, parece enfadado permanentemente con los dos grandes partidos, y emplea su ironía con menos eficacia que antes. Eso no resta nada a sus cualidades de escritor, que emplea en este volumen publicado por Foca –Una monarquía protegida por la censura– para desmontar muchas cosas que damos por supuestas sobre la jefatura de nuestro Estado.
Don Juan Carlos es un hombre y, como tal, es perfectible. Los intentos cortesanos de contar la vida de la familia hoy reinante sólo en rosa son totalmente contraproducentes, y el hecho de que un Senador del Reino como es Anasagasti escriba y opine así debería hacer reflexionar a muchos. El actual Rey no es hijo de Rey. No es el jefe de la Casa de Borbón. Sus derechos históricos al trono de España son discutibles, y no existen en él derechos a ningún otro espacio antes soberano. Es rey por voluntad de Franco y después por confirmación marginal de los españoles. Su formación militar fue limitada y la académica bastante deficiente. Su vida familiar no es modélica y la preparación de sus hijos y nietos podría haber sido, digamos, bastante mejor. ¿Por qué mentir?
Todos estos aspectos críticos de la monarquía son sistemáticamente ocultados por los medios de comunicación y sólo los españoles con ciertas inquietudes tienen acceso a ellos. Varios de ellos son tabúes innombrables, no tanto porque haya una censura activa cuanto porque se ha generado una amplia autocensura entre quienes creen que evitando la discusión sobre esto se evitará sobre cuestiones aún mayores.
Anasagasti, que es político y que no es en absoluto monárquico, no entra tampoco en esas críticas de fondo a la adulación cortesana. Aunque menciona varias de ellas en su libro centra éste en los aspectos que más pueden conmover a las personas de la calle: cómo se gestionan sin control los recursos de la Casa Real, cómo nada se sabe del patrimonio personal de los Reyes, cómo se utilizan los medios del Estado para fines privados, cómo las amistades del Rey pueden parecer a menudo comprometedoras, tanto dentro como fuera de España. El político del PNV reúne un moderno y eficaz argumentario antijuancarlista, dentro del respeto personal, en un país sin monárquicos por, precisamente, los muchos juancarlistas que existen, al menos en las generaciones mayores.
Salvo para los extremistas de izquierdas –algunos en IU y una minoría en el PSOE-, la monarquía no es un problema hace mucho tiempo. Nadie moriría para quitarla, pero tampoco para defender a su actual titular. Anasagasti nos presenta un libro que ha disgustado a muchos y cuyo tono puede parecer hiriente pero que da en la llaga abierta de esta monarquía: por qué intenta ser lo que no es, es a menudo lo que no debería y pretende parecer lo que nunca fue. ¿No bastan sus logros reales para legitimarla?
Es curioso que sea precisamente un hombre del PNV el autor de este libro. No un marxista ni un libertario, sino un hombre de origen derechista y cristiano, aunque naturalmente nacionalista. Anasagasti no tiene una convicción republicana en sentido estricto, sino más bien algo común a una parte de la derecha mayor que la representada por el PNV. La Corona, además de símbolo, pudo ser vínculo de unión. No unión entre intereses, pues para eso ya hay empresas y empresarios, sino entre legitimidades en otro caso divergentes. El PNV nació hablando de pacto, de Corona y de foralidad. Luego se hizo antijuancarlista. ¿Dónde estaba mientras tanto Don Juan Carlos? Lean a Anasagasti para saber dónde y haciendo qué, exactamente.
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 7 de agosto de 2009, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/sagrado-infalible-acusarlo-99380.htm