Por Pascual Tamburri, 12 de agosto de 2009.
Javier Zuloaga convierte en novela agridulce la triste deriva de muchas democracias. Es fácil usar espejismos para obtener votos. ¿Y después? La libertad se convierte sólo en una palabra.
Javier Zuloaga, La isla de los rebeldes. El Aleph, Barcelona, 2009. 280 pp. 19,95 €
Es raro que una novela entre de lleno en un debate político vivo sin convertirse en un aburrimiento. Javier Zuloaga lo hace sin caer en ninguno de los vicios propios de los periodistas. Una novela de trama política y también intimista, ambientada en un caribe sólo en parte de ficción, conseguirá entretener al lector. Y le hará pensar además.
San Gregorio es un país de ficción, una isla caribeña independizada de España con grandes recursos naturales y una clase política cada vez más dependiente de los grandes intereses económicos de Estados Unidos. Zuloaga lo retrata con pocos trazos. La nación, su inepto presidente Armando Gabaldón, su asesor personal y gobernante de hecho John Delaware, la insólita alternativa presentada por el profesor Lucas Pérez, la reacción de las Fuerzas Armadas y las imprevistas consecuencias nacidas del populismo fomentado –con la mejor intención- desde la prensa libre.
San Gregorio parece un paraíso pero se convierte, precisamente por ser la política como es, en una antesala del infierno. ¿Se deben o no explotar los recursos naturales? Porque si llevarlos al mercado es pan para hoy y hambre para mañana, ¿quién asegura que preservarlos para generaciones futuras, guiadas por un gobierno de intelectuales, sea lo mejor? Y si todos los ciudadanos son iguales ante la Ley pero los mestizos han permanecido de hecho al margen de als grandes decisiones, ¿es seguro que convertir a las masas menos formadas en protagonistas sea mejor para la democracia?
En pocas páginas –podrían ser más- Zuloaga consigue una instantánea de la política actual, no sólo ni precisamente caribeña, con todas sus contradicciones. ¿Gobernar para el pueblo sin el pueblo o dejar que la masa lleve al país en cualquier dirección? ¿Es mejor la elite tradicional o una nueva oligarquía financiera? ¿La prensa libre es siempre realmente libre, y cuando lo es… es consciente de las consecuencias de lo que hace?
La novela de Zuloaga va de todo esto y de mucho más: de poder, de finanzas, de libertad, de nacionalismo, de populismo y de medios de comunicación. Pero también de amor, de odio y de todos los repliegues oscuros de la identidad humana. Ahora bien, no es ni un tratado de teoría política ni un manual de psicología, sino una novela divertida cuya moraleja no vendrá bien sólo a nuestros políticos ni –por ejemplo- a los venezolanos, sino a todos los ciudadanos ¿libres? Disfrútenla este verano.
Una consideración personal, para quien quiera entender gracias a Zuloaga la diferencia entre el político profesional y ambicioso y el hombre con vocación de servicio a la comunidad: «Una persona que tiene que refugiarse en lo que dicen los libros de historia pierde su libertad. Lo mejor es no saber nada, tener la inteligencia libre de interferencias, como yo». ¿Lo cogen ustedes? Porque conozco unos cuantos políticos y en especial aprendices de tales que bien harían en leer esto y sonrojarse.
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 12 de agosto de 2009, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/populismo-caribeno-bolivariano-zapaterista-contra-democracia-99575.htm