El mito que explica la crisis de España y la decadencia de Europa

Por Pascual Tamburri Bariain, 14 de agosto de 2009.

La nueva religión progresista es la más intolerante con la libertad de conciencia. Quien rechaza el materialismo inmanente queda fuera de la ley. Dalmacio Negro explica por qué.

Dalmacio Negro, El mito del hombre nuevo. Colección El tiempo vivido. Encuentro, Madrid, 2009. 440 pp. 28 €

Raramente un libro de pensamiento afecta al hombre de la calle. En este caso el profesor Dalmacio Negro aborda un problema que implica cuestiones vitales para todos los españoles. ¿Qué está pasando en nuestros días y por qué esta «crisis de valores» que arrastramos hace décadas amenaza nuestra misma visión del mundo? ¿Por qué tantas cosas cambian, y lo hacen de manera cada vez más rápida, de manera que la revolución va más aprisa ya que las generaciones?

La religión secular trata de sustituir la religión en sentido estricto (relación con lo divino) por la relación con el poder y el conocimiento, estrechamente relacionados y a la vez limitados a lo tangible. Esta religión secular «… se presenta como la religión de una humanidad evolucionada… emancipada y feliz, hasta el punto de que pretende explícitamente en muchos casos la inmortalidad». La nueva visión del mundo se construye a partir del humanismo, racionalismo, cientificismo, igualitarismo, ambientalismo, laicismo, nihilismo y hasta de la ideología de género, y salvo la resistencia inerte de parte de la población y la consciente de muy reducidas minorías ha triunfado en Europa.

Dalmacio Negro analiza en su libro con todo detalle cómo se ha vertebrado desde el siglo XVI la visión del mundo ahora predominante entre nosotros. Junto a la idea de una Nueva Humanidad hemos asistido a un cambio de orientación del mito clásico de la Edad de Oro, construida ahora sobre el nihilismo y situada en el futuro. Estos dos nuevos mitos, junto al del Progreso y al del Estado Perfecto, son vehículos de esta religión secular y atea. Los cuatro han ido avanzando en sucesivas etapas desde el humanismo hasta la postmodernidad, recorriendo con pasos cada vez más veloces etapas aparentemente tan distintas como el calvinismo, el racionalismo, la ilustración, el liberalismo, los socialismos materialistas, los distintos cientifismos incluyendo el nacionalsocialismo alemán y tanto el ecologismo como el progresismo actuales.

Negro explica en detalle tanto histórico como filosófico la necesidad del mito del Hombre Nuevo para el avance de la nueva religión secular. Sólo negando lo objetivamente humano y sometiendo al hombre a una reconstrucción ideológica se puede fundamentar el cambio abismal que han vivido las sociedades occidentales en los últimos siglos. Si no hay ni verdad objetiva ni substancia humana el relativismo está servido. Con el relativismo pasa a ser posible la transmutación de todos los valores y la imposición de nuevos valores sin más fundamento que la nueva ideología.

De hecho, gracias a la extensión universal del mito del Hombre Nuevo ha sido posible que las resistencias contra el proceso de imposición de la modernidad hayan sito torpes, débiles y derrotadas, y que hayan carecido de una meta más allá de la mera resistencia, cuando no han terminado por ser ahogadas en la gran ola de la modernidad inmanentista y materialista. Desde el siglo XIX, con el triunfo doctrinalmente aún no negado del cientifismo por un lado y del marxismo por otro, las ideologías se han hecho bioideologías, han negado y niegan aún la existencia de una naturaleza humana universal.

Puede escandalizar, pero es cierto que todas las bioideologías, en la medida en que reducen lo humano a lo animal (en nombre del mito de la progresiva liberación del hombre), son cómplices objetivos de la modernidad; de este modo, y pese a las intenciones aparentes de unos y de otros, liberalismo y comunismo comparten aspectos esenciales de la ideología nazi o de la ecologista. En palabras de Adolf Hitler reiteradamente citadas por Dalmacio Negro, «es ley de vida que lo que se opone a la verdad visible ha de cambiar o desaparecer». Reducir lo humano y real a lo material, separar fe y razón –negando de hecho la fe trascendente como fuente de conocimiento objetivo-, imponer la ciencia como única fuente de saber intangible: he ahí los instrumentos de la Nueva Humanidad, sean cual sea su aspecto presente o pasado.

¿Dónde estamos? Una religión gnóstica, multiforme en apariencia pero universalmente opuesta a la naturaleza humana, está triunfando. Cientos de millones de nuestros coetáneos viven ya aunque sea inconscientemente en un secularismo absoluto. Apasionados del Código Da Vinci, seguidores de New Age, fieles de la Cienciología (Dianética) de L. Ronald Hubbard, militantes de los «nuevos derechos» de José Luis Rodríguez Zapatero, todos ellos y muchos más están iluminados por la construcción de un «nuevo hombre», al que se llama libre porque está sometido a ataduras a la vez más fuertes y más sutiles que cualesquiera anteriores.

No es tiempo de reproches, y de entender si este proceso comenzó con la victoria de los güelfos, con la descristianización falsamente pagana del humanismo o con la Reforma. El debate sobre Thomas Hobbes o Inmanuel Kant queda para una minoría de intelectuales conscientes y está perfectamente descrito en el libro del profesor Negro. La cuestión vital es ahora asumir que una mayoría de los occidentales pertenece a esta nueva religión atea, y sólo una minoría se resiste a ello perteneciendo a otra. Quienes dicen creer en el Hombre predican en realidad la reducción de la humanidad a nueva servidumbre. Dalmacio Negro plantea las preguntas que cada uno de nosotros debe responder no sólo para sí sino también en sociedad: ¿a qué lado de la línea queremos estar?

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 14 de agosto de 2009, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/mito-explica-crisis-espana-decadencia–99634.htm