Por Pascual Tamburri Bariain, 11 de septiembre de 2009.
Las drogas, como la violencia juvenil, son un problema de nuestro tiempo. Un libro trata de explicar causas y soluciones, que no incluyen exigir de los jóvenes lo que no se les ha dado.
Fundación de Ayuda contra la Drogadicción, ¿Qué les digo? Cómo escuchar y hablar sobre las drogas con nuestros hijos. La guía de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción para la educación de 0 a 16 años. Con prólogo de José Antonio Marina. Temas de Hoy, Madrid, 2009. 224 pp. 16 €
La juventud vive una crisis de valores. Al menos eso se puede pensar si se leen los periódicos de las últimas semanas o determinadas publicaciones sensacionalistas. Pero la realidad es más complicada: del problema de los jóvenes se lleva hablando desde lo de Caín y Abel, y de las distintas soluciones por lo menos desde Platón. Y nunca se ha terminado de solucionar, quizás porque la que en el mundo clásico se llamó adolescencia –la primera juventud de hoy- es por naturaleza problemática. Otra cosa es qué expresión tengan esos problemas. Y en nuestro tiempo los problemas se manifiestan en la violencia y las drogas, a menudo unidos.
¿Tenemos una juventud nefasta, peor que nunca, incomparablemente mala? No lo cree José Antonio Marina, al prologar la guía de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción que ha publicado Temas de Hoy demostrando gran acierto en el momento de la edición. Los jóvenes, los adolescentes, son lo que siempre han sido, ya no niños pero tampoco adultos; resultado de la educación recibida en la infancia pero necesitados de algo distinto. Y siempre –no es de hoy- un problema abierto para padres, educadores y gobernantes.
La guía de la FAD analiza el problema de la juventud, y específicamente el de la conexión entre ambiente, educación y consumo de drogas. No cabe duda de que los comportamientos asociales, que no son novedad, sí son mucho más numerosos que hace décadas. ¿Por qué? Todo el pedagogismo políticamente correcto se atasca en esta pregunta: ¿qué cambios ha habido en el ambiente social, educativo y familiar para explicar que se multiplique la drogadicción en esta generación?
Se puede aludir a una genérica «pérdida de valores» y a una serie de medidas de comprensión por parte de los adultos. Pero en el fondo es todo una ficción: el adolescente no necesita tanto escuchar como ser escuchado, y responde más al ejemplo que a lecciones aburridas.
Ahora bien, si los profesores desertan, si las familias no existen o en todo caso son ellas mismas las que toleran el consumo de drogas o participan en él, poco puede hacerse. No puedo pedir aun chaval de 1º de la ESO que no fume porros si soy su padre y los he fumado delante de él. No puedo pedirle a un hombre de 4º de la ESO que no se meta coca si soy su madre y salgo todos los sábados hasta las tantas desde que él era un niño. Lo que necesitan estos jóvenes son padres y madres presentas, activos, conscientes y para nada enrollados. ¿Es eso posible? Sí, pero al precio de que la sociedad cambie de modo de vida. Y el precio de no hacerlo serán uno, diez, muchos Pozuelo.
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 11 de septiembre de 2009, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/pozuelo-repetira-policia-podra-impedirlo-100243.htm