Órdago para el PSOE, fe en el futuro, católicos en el PP

Por Pascual Tamburri Bariain, 18 de septiembre de 2009.

Manuel Azaña se equivocó, porque aunque la España oficial haya dejado de ser católica millones de españoles lo son. ZP está consiguiendo que los católicos se movilicen, y el PP toma nota.

José González Horrillo, Manuel Básico para católicos sin complejos. Cómo desmontar los tópicos que atacan a la Iglesia Católica y saber argumentar por qué se es católico. Sekotia, Madrid, 2009. 2ª Edición. 192 pp. 16 €

El próximo sábado 17 de octubre una gran Manifestación por el derecho a vivir reunirá en Madrid a hombres y mujeres de toda España. La aprobación por el Gobierno de la nueva Ley del Aborto, así como otras medidas contra la integridad y dignidad de la vida humana, sacan de nuevo a la calle a los españoles que no se resignan. Aunque no se trata de una convocatoria confesional muchas de las organizaciones convocantes sí son católicas, y no lo ocultan.

La meta de estos grupos de cristianos activos no es la confesionalidad del Estado, ni esos miles de jóvenes se reunirán para pedir un retorno a pasados que no conocieron. Sencillamente se trata de una nueva generación de españoles, católicos, que ni tiene complejos ni se avergüenza de ser y de creer. Un gran cambio que sólo ha sido evidente desde finales del pontificado de Juan Pablo II y desde que el laicismo ilustrado de José Luis Rodríguez Zapatero sólo dejó las calles como alternativa a las catacumbas.

José González Horrillo es uno de esos jóvenes que han vivido el gran cambio. De la Iglesia de la Transición, en no poca medida con jerarquías acomplejadas y lastradas por el peso de una comprensión sectaria del cristianismo conciliar, hemos pasado a una Iglesia en la que los laicos han asumido un papel activo, en la que han florecido las vocaciones de distinto tipo y lo que se han dado en llamar nuevos carismas. El Estado ya no da las respuestas ni se espera que las dé, y a menudo ni siquiera las da la Iglesia jerárquica, sencillamente porque la sociedad democrática en la que los católicos viven exige que cada uno de los fieles sepa defender su catolicidad y hacerlo con rigor.

En ese contexto adquiere su sentido el libro que con gran oportunidad nos propone Sekotia. Los católicos tienen ahora sobre sí la carga de la prueba. Se enfrentan a una presión laicista más fuerte y eficaz que nunca, ya que no se les hace optar entre el martirio y la apostasía pública, sino entre la comodidad material e intelectual y la laxa dejación pública y privada de la fe. Los enemigos de la fe ya no quieren mártires, sino drogadictos y consumidores; y frente a eso la vida de cada cristiano pasa a ser modelo de moral para el resto, porque de nada vale la moralina clerical habitual; y la defensa que cada uno sea capaz de hacer de la fe pasa a ser mucho más importante que cualquier tratado de teología o sermón público.

Ser católico es también un hecho social. González Horrillo no sólo explica por qué, sino que sitúa los frentes de esa batalla. Desde los Poderes más o menos evidentes en nuestro mundo se lanzan ataques directos la historia, la moral y la doctrina católicas, ofreciendo a la vez el señuelo de un humanismo light, la confortable opción de un catolicismo sólo individual y privado y la promoción de personas y actitudes que, antes de ir contra la moral católica, van contra la moral natural pero lo hacen favoreciendo estilos de vida «de moda».

¿Debe un católico defender su Iglesia? Sin duda sí; debe saber cómo y cuándo, eso sí, y por eso el libro de Sekotia servirá de argumentario especialmente para quien sea joven y católico sin complejos. No defender el pasado, el presente y el mensaje de la Iglesia de Roma es tan mezquino para quien diga ser católico como un personajillo público negando ante un tercero y por conveniencia conocer a quien es su amigo. El católico lo es por su fe, se reconoce por su esperanza y se hace notar por su caridad. Los argumentos de González Horrillo no deben usarse para ganar debates –aunque bien valen para ello- sino para inflamar los corazones de los propios y sembrar el desconcierto entre unos ajenos demasiado acostumbrados a creer que sólo existe el mundo progre y hortera de lo políticamente correcto. Pero todo esto no se hace para quedar por encima de los demás, sino para ganar sus almas y sembrar la fe. Si para llegar a eso hace falta señalar con el dedo al supuesto católico que se niega a apoyar iniciativas católicas, hágase; si para llegar a eso hace falta enviar miles de correos electrónicos, de firmas o de fichas de afiliación, hágase también.

Hace pocos días El País ha rendido homenaje a este nuevo catolicismo, que es el de González Horrillo y el de HazteOir.org. «(…) Aunque Hazte Oír defiende el no total al aborto, también a la ley actual que permite más de 100.000 interrupciones anuales, su presidente, Ignacio Arsuaga, aplaudió que Rajoy haya reaccionado con «tanta rapidez» a la campaña de presión al PP -«alerta cívica», la llaman- que su organización puso en marcha el viernes… Feliz por el éxito de su campaña de presión, Arsuaga mantuvo las espadas en alto: un sector ´significativo´ de la sociedad, dijo, va a observar ´con lupa la actitud de los partidos políticos ante un debate trascendental´ como el del aborto». Del enemigo el consejo, dicen. Léanlo ustedes, e imiten lo que crean que debe ser imitado.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 18 de septiembre de 2009, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/ordago-para-psoe-futuro-catolicos–100453.htm