Por Pascual Tamburri, 14 de diciembre de 2009.
Mariano Rajoy apostó por el regreso del PP a Navarra, primero con José Ignacio Palacios y ahora con Santiago Cervera y su equipo. El escenario es de los más delicados para 2011 y 2012.
Las noticias son buenas, ¿no?. La nueva casa de la derecha navarra celebró el pasado fin de semana su congreso reconstituyente. Santiago Cervera ya es presidente de su partido con un amplio respaldo en el aparato nacional y en el esqueleto burocrático del PP. Cuenta con un equipo sólido y cohesionado de personas que se conocen bien entre sí, mutuamente leales y que tienen objetivos tácticos comunes a corto plazo. Al PP de Cervera se le abren posibilidades que el de José Ignacio Palacios nunca tuvo, y no ciertamente por demérito del senador. También nuevos retos.
Lo positivo abunda, aunque no sea lo único
A trece meses de la angustiosa ruptura de la derecha navarra no es, en cualquier caso, una mala noticia. Hacía falta orden. Quizás sea el caso de aplicar la paradoja clásica de los cazadores furtivos convertidos en excelentes guardabosques. Que así sea, y en cualquier caso que el PPN tenga la oportunidad de ser y la colaboración de todos para poder llegar a ser lo que han convencido a Mariano Rajoy que es deseable que sea.
Es evidente que los análisis ciegamente optimistas pueden ser sólo de aduladores de la hora veinticinco. La ruptura de 2008 fue en sí misma un mal, y las elecciones forales y municipales de 2011 llegarán a destiempo y con incomodidades para el PPN, y con incógnitas para todos. Tres siglas compitiendo por el mismo electorado, el PSOE sacando una rentabilidad absurda de un porcentaje de votos fósil y los abertzales no sólo uniéndose sino aspirando sin pudor a los votos etarras. Recordar eso es sólo poner una venda en un problema que los nuevos ejecutivos deberán solucionar; y matar al mensajero, aunque éste se llame Fernando Vaquero, no es la solución. «(…) a las relativas expectativas de convertirse en un partido eternamente en la oposición, lo que sin duda desanima a no pocas vocaciones oportunistas a lo público, se le ha sumado una aparente parálisis interna, con la siguiente escasez de mensajes y tomas de posición, y una nebulosa disolución de su imprescindible liderazgo. En definitiva: se ha asistido a una ausencia casi total de actividad partidaria. La prueba de tan contundente afirmación: el frenazo en seco, reconocido por fuentes del propio partido, de nuevas afiliaciones» .
«Pero no todo fueron errores. También se cosechó un importante éxito a lo largo de este complicado periplo: la agrupación, en contra de no pocos pronósticos, de un porcentaje muy significativo del electorado del centro derecha navarro en los comicios europeos; lo que permitió aupar a un bisoño Pablo Zalba en Estrasburgo» (…) Con todo, las más recientes encuestas demoscópicas, como la del denominado navarrómetro de primeros de noviembre pasado, otorgaban al PPN 5 escaños de un futuro Parlamento Foral. Algunos de los dirigentes del partido mostraron su alegría, afirmando que eran las magníficas previsiones que auguraban, desde ese suelo inicial, su ascenso progresivo como primer partido de Navarra. Pero, voluntarismos aparte, esos datos colocan al PPN en el ¡cuarto lugar! de las preferencias políticas de los navarros, por detrás de UPN (18), Nafarroa Bai (13) y PSOE (12). IU se quedaría con 2 y la antigua escisión de UPN, el CDN, desaparecía. Unas previsiones muy discretitas, por no utilizar otros términos, para un partido que pretende gobernar España… y Navarra. Rajoy y sus lugartenientes pretendieron para el liderazgo de su partido en la Comunidad Foral, inicialmente, un «mirlo blanco» que no se presentó. Y, finalmente, han optado por una solución transitoria: la candidatura a la presidencia del partido del diputado nacional Santiago Cervera; un simpático político muy bien instalado en Madrid y al que no se le aprecian muchos entusiasmos por patear los caminos forales en busca de apoyos para su, de momento, escuálida formación». Son problemas de cuya solución saldrán buenas noticias para todos, y no sólo en el PP.
Más positivo aún: el frente de las ideas
Fernando Vaquero Oroquieta y Óscar Elía Mañú acaban de coincidir en señalar una gran deuda pendiente tanto de UPN como del PPN con sus votantes y militantes: la batalla de las ideas y de la cultura. Vaquero hace suyas las palabras de Benigno Blanco, para quien «es como si el PP tuviese unas ideas bastante claras, gusten o no, sobre economía o articulación nacional, pero en el tema cultural –el tema clave de la política del siglo XXI en toda Europa- no tuviese programa. Además yo creo que eso le hace al PP un gran daño, porque no está jugando en el mismo terreno en el que está jugando la izquierda, se lo deja vacío, entero. ¿Qué es la política de Zapatero? No son teorías económicas, no es sólo una idea de España. ¿En qué terreno juega? En el de los valores y en el de la cultura, y en ese terreno no encuentra contrincante» .
Elía no oculta su desesperanza por lo sucedido a lo largo de décadas, su confianza en Palacios y sus dudas para el futuro. «El asunto fundamental de la ruptura UPN-PP ha quedado en la sombra, oculto por una UPN que no quiere oír hablar del tema y por un PP que se inhibe sistemáticamente. Y es que la política cultural de la derecha desde que ocupa el Gobierno de Navarra (1991) es sencillamente suicida. El vasquismo cultural, punta de lanza y vanguardia del anexionismo político, ha crecido exponencialmente en términos de influencia social (…) La consecuencia de años de inhibición y colaboración más o menos pasiva se la encontró la derecha en 2007: el panvasquismo se acercó al veinticinco por ciento de los votos, tocó con los dedos el poder y acorraló socialmente a una derecha que, con casi la mitad de los sufragios, casi tuvo que pedir perdón… se trata de un círculo vicioso: la derecha navarra consiente y colabora en la extensión del anexionismo, y, desplazada cada vez más de una realidad social que ella misma ha creado, comete el segundo error: en lugar de revertir el proceso, se adapta a ella.(…) Todo esto sólo tendría sentido si en el conjunto del país la derecha política defendiera, al fin, un proyecto nacional con firmeza y profundidad. De Palacios no hay duda alguna, porque su trayectoria parece intachable, pero…»
Es lo que Vaquero ha llamado «combate metapolítico», en el que «determinados esfuerzos iniciales -de muy concretos miembros del partido- estaban orientados hacia la configuración del PPN como un partido de valores, frente a la opción táctica de un partido de intereses que encarna magníficamente el gobernante UPN… y el Partido Popular nacional. Así podríamos caracterizar la línea política del senador e inicial coordinador de la gestora refundadora del partido José Ignacio Palacios -descabalgado en la carrera por el liderazgo- en disparidad con una UPN de la que el PPN precisa distanciarse para sobrevivir» .
No obstante, en el Congreso del PPN y quizás porque los focos apuntaban más a los nombres, se pudieron sostener y ver recogidas posturas de clara defensa de la vida y de la ley natural. Hazte Oir, Religión en Libertad y diversos foros, grupos y personalidades de militancia cristiana, española o sencillamente de la derecha social se movilizaron para que la cuestión no se olvidase, y tuvieron cierto éxito. Las enmiendas que se han recogido en el texto final son desde ahora doctrina oficial de los dirigentes del PPN, que a ella están vinculados; y las que no lo fueron por diversas consideraciones técnicas podrán ser recordadas, y garantizo que lo serán, en cada paso preelectoral sucesivo.
Esto tiene un amplio horizonte político, porque hay votos decisivos vinculados a esos principios, más seguramente que los vinculados a la crisis o a determinadas ocurrencias progres. En palabras de dos populares tan notorios como Pablo Torres y Silvestre Zubitur, «lealtad a lo que se cree», «libertad de expresión y de conciencia», y «para servir, servir». Si el PPN se mueve en esa dirección también tendrá que hacerlo UPN, a riesgo de perecer, y viceversa. De este proceso no sólo sale un Santiago Cervera en la presidencia sino que emerge una red militante capaz de plantear ideas incluso cuando son incómodas para los burócratas.
El futuro de la derecha navarra
Varios elementos han sido citados como diferencias insalvables entre las distintas casas de la derecha navarra; entre ellos «la ideología, el talante político, la capacidad de trabajo, la democracia interna». No estoy muy seguro de que sea así. La reaparición del PPN ha podido ser un soplo de aire fresco, y en cuanto a las ideas lo será aunque en lo orgánico las diferencias con la UPN existente no sean muchas.
Hay un campo de futuras coincidencias. Y no es el de los intereses, porque el del PPN es crecer –lógicamente, antes que nada, con votos hasta 2008 cautivos por UPN- y el de Miguel Sanz mantener el poder –y para eso no bastan los escaños que ahora se auguran al PPN-. La coincidencia, el frente común, y quizás una futura victoria común, vendrán de las ideas o no vendrán. Y es que, cuando ustedes miren la Navarra real, verán que hay muchas personas muy cansadas de votar para que durante los siguientes cuatro años se gobierne de espaldas a sus principios. Amigo Santiago, ahí está el futuro y en la sumisión a la progresía queda la derrota cierta.
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 14 de diciembre de 2009, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/buenas-noticias-tormentas-futuras-provincia-preferida-rajoy-103481.html