Por Pascual Tamburri Bariain, 25 de diciembre de 2009.
Lo humano pierde su sentido sin lo divino. Por eso todas las religiones y filosofías han buscado su propia Navidad, aunque sea antes de Cristo, sin Cristo o contra la Revelación.
Francisco J. Rubia, La conexión divina. La experiencia mística y la neurobiología. Crítica, Barcelona, 2009. 224 pp. 11,95 €
Javier Melloni, Voces de la mística. Invitación a la contemplación. Herder, Barcelona, 2009. 160 pp. 12,90 €
Aparte de su contenido tradicional y de su aspecto comercial actual, la Navidad supone un contenido común entre el cristianismo y otras grandes religiones. También su principal diferencia. Un antropólogo jesuita y otro científico de primera fila han dado recientemente su explicación de esa experiencia inefable: cómo lo humano y lo divino entran en contacto, cómo puede entenderse esa Navidad íntima que los místicos han experimentado en sí mismos y hasta qué punto el sentido cristiano de la Encarnación se puede poner al mismo nivel que otras experiencias de lo divino.
La llamada universal a lo divino
La doctrina católica es desde siempre y seguirá siendo siempre la misma. En nuestra tradición, Dios-Hijo se hizo hombre, se encarnó en un momento central de la Historia humana y fue uno de nosotros en todo salvo en el pecado. Después de vivir murió en la Cruz para redimir a todos los seres humanos que habían sido y que habrían de ser, y resucitó venciendo a la muerte. Hasta el fin de los tiempos sólo la Iglesia es plena depositaria de esa Verdad revelada. La llamada universal a Dios ha de entenderse, por consiguiente, como una llamada universal a la Iglesia pues sólo en ella se accede plenamente a todos los medios de salvación dispuestos por Dios para los hombres. No es frecuente que el clero formado en los años centrales del siglo XX recuerde estos hechos, y por eso es doblemente satisfactorio desde el punto de vista intelectual el debate que estos dos libros abren en España.
El padre Javier Melloni es continuador de una larga tradición jesuita de buscar en otras tradiciones religiosas las partes que de verdad pueda haber en ellas. Su libro sobre la mística no se detiene pues en los límites de la Iglesia, ya que es propio de los hombres buscar a Dios incluso sin conocer y hasta negando la Encarnación y la Revelación que precisamente estos días celebramos.
Melloni busca voces dispares y dispersas en el espacio, el tiempo y las culturas que sean testimonio polifónico de esa vocación ad altum, ad summum. El creyente –y no sólo cristiano- podrá rezar con el libro de Melloni, y todos tenemos en él la oportunidad de meditar sobre la imposible casualidad de que todas las tradiciones religiosas puedan ser vistas como precedentes del cristianismo y concluyentes en él. En cierto modo muchas intuiciones –como la de Franco Cardini, de un Islam precristiano a pesar de sí mismo- son compatibles con esta visión de Melloni; una visión ciertamente tolerante y comprensiva, que tampoco hay que confundir con las lecturas heréticas del Concilio Vaticano II, que pretendieron hacer de su doctrina una imposible dejación católica.
La explicación cientifista, ¿es la de la Ciencia?
Francisco Rubia no es, por su parte, un sacerdote, sino un biólogo especializado en neurología. Es vieja como la modernidad la pretensión de explicar desde la pura biología la dimensión trascendente de lo humano. Lo único cierto tras dos siglos largos de polémicas es que la Ciencia –lo que en cada momento se ha denominado así- nunca ha conseguido explicar porqué todos los grupos humanos sin distinción de continente, raza, aspecto o historia han buscado la explicación de lo inexplicable, de lo inefable, más allá de la realidad material. Y no menos cierto es que todos los intentos materialistas puros y duros, desde la Ilustración al sangriento siglo XX, han terminado por mostrar sus límites y, en no pocos casos, la mala fe de sus autores.
Rubia no peca ciertamente ni de ignorancia ni de mala fe, y su breve ensayo publicado por Crítica ofrece un «estado de la cuestión» brillante en lo que hace al conocimiento de las bases físicas de la experiencia humana de lo divino. Cuando las mujeres y los hombres «creen», o en cualquier modo «experimentan a Dios» lo hacen con su mente, y conocer el cerebro humano ayudará sin duda a entender mejor cómo conocen los humanos a Dios.
Melloni y Rubia, leídos juntos, dan un sentido totalmente contemporáneo a la Navidad. De alguna manera que aún no entendemos los hombres, desde que son hombres, han buscado a Dios, han querido ir más allá de lo tangible y ponderable, y haciéndolo han mostrado, precisamente, su propia naturaleza humana. De estos hechos hay sin duda grandiosas explicaciones biológicas y gloriosas consecuencias culturales y literarias. Pero lo cierto es que, a día de hoy, aún seguimos sintiendo la llamada de la Navidad allí donde la vemos. Algo querrá decir, incluso si nos negamos a escuchar.
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 25 de diciembre de 2009, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/antropologia-biologia-modernas-razon-cristianos-103815.htm