Se desnuda Gómez Bermúdez, el nuevo Baltasar Garzón

Por Pascual Tamburri Bariain, 14 de abril de 2010.

Javier Gómez Bermúdez ha querido ser polémico tres veces en pocos días. Defiende en un libro su análisis del 11-M. Absuelve a los abertzales de Egunkaria. Y defiende a su modelo, Garzón.

Javier Gómez Bermúdez ha querido ser polémico tres veces en pocos días. Defiende en un libro su análisis del 11-M. Absuelve a los abertzales de Egunkaria. Y defiende a su modelo, Garzón.


Javier Gómez Bermúdez, No destruirán nuestra libertad. De cómo España se ha convertido en modelo de lucha contra el terrorismo islamista sin recortar los derechos ni las libertades. Temas de Hoy, Madrid, 2010. 258 pp. 18 €

Javier Gómez Bermúdez parece haber sustituido a Baltasar Garzón como juez estrella en la Audiencia Nacional. Gómez Bermúdez, como su precursor ahora encausado por prevaricación, sigue el modelo de los jueces estrella italianos de los años 80 y 90. Como ellos, aunque Garzón antes y mejor, los dos parecen preferir ser centros de la noticia y no prudentes dispensadores de justicia; son por definición polémicos en sus decisiones; son imprevisibles y variables en sus criterios, a menudo con más apariencia de titular en los medios de comunicación que de sosegada aplicación de las leyes. Mientras que Garzón afronta un destino difícil Gómez Bermúdez está dando un empujón decisivo a su carrera.

El presidente del primer tribunal que juzgó los atentados de 11-M firmó el pasado lunes la absolución de cinco abertzales acusados de colaborar con ETA a través del diario en euskera Egunkaria. Los magistrados Javier Gómez Bermúdez, Ramón Sáez Valcárcel y Manuela Fernández de Prado creen que un medio de comunicación no es una empresa normal y no puede someterse a las leyes penales y antiterroristas del mismo modo que cualquier otro negocio. Quizás sea cierto, pero la verdad es que en muchos países europeos Iñaki Uría, Xabier Oleaga, Martxelo Otamendi, Joan María Torrealdai y Txema Auzmendi seguirían en la cárcel. No en España, donde soplan de nuevo vientos supergarantistas y, según el criterio de Gómez Bermúdez, prácticamente sólo la comisión directa de actos violentos graves podría ser considerada terrorismo. Garantismo elevado al cubo, porque se presta credibilidad a «las denuncias de los procesados de estos sobre malos tratos y torturas sufridos durante la detención incomunicada». Un éxito para ETA y Batasuna, que llevan décadas ordenando a sus miembros que denuncien siempre y pro sistema, en caso de detención, haber sido torturados.

Gómez Bermúdez es, por tanto, noticia y polémica. No lo es contra su voluntad, porque se presta sistemáticamente a impartir conferencias, recibir premios y a presentar su libro, editado por Temas de Hoy y laureado con el Premio De Hoy 2010. No destruirán nuestra libertad tampoco es un testimonio profesional imparcial, sino una muy interesante exposición de las ideas personales del juez Gómez Bermúdez –que ha desautorizado por completo el trabajo de su colega Juan Del Olmo– sobre un aspecto de su trabajo. En adelante, cualquier causa relacionada con terrorismo, y especialmente con terrorismo islamista, cuanta con el beneficio previo de conocer el criterio del juez, si es Gómez Bermúdez y si éste no se muestra tan variable como su predecesor, Baltasar Garzón.

Hay que decir que, en lo que tiene de análisis técnico de las nuevas variantes de terrorismo, el libro de Gómez Bermúdez es doblemente interesante. Es evidente que un mundo globalizado y lleno de nuevas tecnologías ofrece múltiples posibilidades de causar dolor y miedo que no existían hace unas décadas. Los llamados yihadistas han tomado nota y los están usando; pero no son los únicos, y no hay que confundir un cambio en los medios del terrorismo con un cambio en los objetivos de los terroristas. Éstos, por definición, no han cambiado.

Gómez Bermúdez cree que un objetivo esencial de los yihadistas –en el 11-M como en el 11-S- es forzar un cambio en la respuesta de los occidentales amenazados. Pero la estrategia de la tensión, y la búsqueda de una espiral de respuestas que retroalimente al terrorismo y que reste legitimidad a las víctimas es tan vieja como el terrorismo mismo. Es, sencillamente, una actualización, adaptación y multiplicación de la «propaganda por el hecho» de los ácratas del siglo XIX; es lo mismo que buscaba Mateo Morral, después homenajeado por la II República, al intentar asesinar a los Reyes; y así empezaron a actuar los terroristas independentistas argelinos, y antes que ellos los vietnamitas. ETA, por cierto, se fundó inspirada en el modelo argelino, cosa reconocida por el mismo Federico Krutwig.

Gómez Bermúdez escribe bien y es importante leer un libro para entender el personaje, ya que parece destinado a complementar, o quizás a sustituir, a Garzón, sea con la toga, sea con la pluma, sea, quién sabe, con los cargos públicos. O combinándolo todo como él, que también puede suceder. El libro parecerá a los lectores entendidos una entretenida combinación de ideas propias, de descubrimientos de Mediterráneos (como los que se acaban de señalar) y de afirmaciones totalmente ideológicas y más que discutibles. En cuanto a si el terrorismo plantea una acción de guerra o no, lo cierto es que se estudia en todas las escuelas militares superiores, sea como técnica susceptible de uso sea como adversario al que combatir; el resto son ganas de quedar bien con sensibilidades muy delicadas, un tanto masoquistas o extremadamente zurdas. En cuanto a si el yihadismo es o no «un terrorismo político que usa la religión» podemos estar de acuerdo incluso todos, excepto los mismos terroristas musulmanes, que siempre y sinceramente afirman actuar en nombre de su fe y no en nombre de ningún partido.

¿Puede el terrorismo combatirse con completa eficacia respetando las normas de un Estado de Derecho? La lucha contra ETA después del pacto de Estella y mientras gobernó José María Aznar demuestra que sí, aunque por supuesto se podía y ahora reconocemos que se debía haber llegado mucho más lejos, porque la Constitución tiene mecanismos para ello. La clave fue conocer al adversario y adaptar la lucha a su perfil, con un cierto consenso entre los partidos que por cierto el PSOE, riéndose del «comando Dixan», no ofreció en la batalla contra el yihadismo. Lo mismo habrá que hacer con los islamistas, recordando siempre que la Audiencia Nacional es un medio entre otros y no un fin en sí misma, y que sus jueces están allí para defender al pueblo español y no para convertirse, una y otra vez, en estrellas mediáticas. Nada involuntariamente.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 14 de abril de 2010, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/desnuda-gomez-bermudez-nuevo-baltasar-garzon-106346.htm