Por Pascual Tamburri Bariain, 23 de abril de 2010.
El éxito y el fracaso no se hallan siempre en la riqueza material. Verdades más antiguas que nuestra civilización, que habíamos olvidado, se nos ofrecen ahora como soluciones novedosas.
Jil van Eyle, Cómo dejé de ser un idiota. Cómo entender que un fracaso nos hace avanzar, nos muestra quiénes somos y lo que deseamos de corazón. Con la colaboración de Isabel del Río Sanz. Martínez Roca – Planeta, Madrid, 2010. 286 pp. 17,50 €
Andy Andrews, The noticer. A veces todo lo que una persona necesita es un poco de perspectiva.Traducción de Maia Figueroa. Luciérnaga – Planeta, Barcelona, 2010. 176 pp. 17 €
Jil Van Eyle es un ejecutivo como los demás, o lo era hasta que en 1998 tuvo ocasión de replantearse sus prioridades vitales. Un hombre moderno, con la vida dedicada a la acumulación de riqueza, se encontró de repente, y para siempre, con un don no deseado: una hija recién nacida, gravemente enferma y sobre todo discapacitada para siempre, con necesidad de grandes cuidados y la certeza de nunca poder prescindir de ellos.
La reacción de Van Eyle fue más allá de la desesperanza que un caso similar generaría en cualquier otro. Su propia situación le llevó, ante todo, a reconsiderar sus prioridades profesionales y humanas; y en segundo lugar a percibir una carencia en las redes asistenciales y de voluntariado de España y de otros países.
Van Eyle notó en muchas personas la buena voluntad de ayudar pero a la vez la conciencia de no poderlo hacer ni profesionalmente ni en las organizaciones establecidas. Y a través del teaming Van Eyle no creó una nueva organización de voluntariado, sino una red de ayuda mutua en la que cualquier gesto de buena voluntad puede ser recogido y convertido en útil. Tal ha sido el éxito de su iniciativa que Van Eyle no sólo cambió de visión del mundo, y encontró fuerzas para mantener su familia, sino que ha convertido la gestión del teaming en su actividad principal.
Shakira y Frank Rijkaard, entre otros, colaboran activamente con el teaming. Jil explica en su libro en qué consiste su idea: cada vez que alguien sienta la necesidad, o la tentación, de ayudar al prójimo ha de encontrar un camino sencillo para hacerlo, a cualquier escala. La idea de Jil no es una vuelta al pasado, sino una aceptación consciente y positiva de la modernidad, en lo que ésta tiene de bueno. La modernidad y sus prioridades vacían de contenido nuestras vidas y nos hacen olvidar qué es importante; pero una vez recordado esto, a través del teaming es posible seguir siendo modernos y, a la vez, recuperar los lazos vitales con nuestros prójimos que de otra manera parecerían destinados a perecer.
¿Y si para volver a empezar lo único que necesitan es que les demos las gracias?
El relato de Andy Andrews, ambientado en el Sur de Estados Unidos, tiene toda la apariencia de ser una obra de ficción. Su fondo, sin embargo, es muy similar a la historia de Jil van Eyle, y las consecuencias han sido casi literalmente las mismas, en esta época de crisis y de incertidumbre.
Vivimos en una época descreída, y quizás nos haga falta literatura para volver a leer sin pudor que se nos hable del Ángel de la Guarda. Al fin y al cabo, ¿quién o qué es el ser personal al que en Orange Beach, Alabama, llaman algunos Jones? Jones es una posibilidad de mirar objetivamente nuestra propia vida, la de cada uno, con sus errores y sus aciertos, y sobre todo con sus posibilidades de enmienda.
Van Eyle ha construido sobre su experiencia vital una iniciativa que da esperanza; Andrews nos habla de cómo, precisamente en el mundo opulento en el que nada se entiende sin riqueza, lo que falta es esperanza. Jones, como un ángel, pasa por su tiempo viendo lo que otros no ven y diciendo lo que otros callan. Esa virtud le permite dar soluciones objetivas a los problemas que los demás plantean sin caer en el círculo vicioso del pesimismo.
No sólo hay razones para vivir: es que otras personas nos las han dado, reforzado y recordado. Andrews, a partir de su Jones de ficción, nos ofrece la posibilidad de dar las gracias, y con ello ayudar, a personas que quizás ni se atreven a pensar en lo reconocidos que les estamos. The noticer, como el experimento de Van Eyle, es un impulso de esperanza en medio de una época para muchos desesperada.
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 23 de abril de 2010, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/crisis-hace-recordar-donde-estan-verdaderas-fuentes-riqueza-106547.htm