Todas las formas de amor tienen un secreto en común

Por Pascual Tamburri Bariain, 24 de abril de 2010.

El amor no tiene sentido. Al menos no se entiende por sí solo, y es necesario ver qué se esconde detrás de él. Si no, muestra nuestra debilidad, nos deja en ridículo y desaparece.

Gustave Thibon, Sobre el amor humano.Traducción de Pilar García Noreña. El Buey Mudo – Ciudadela, Madrid, 2010. 152 pp. 15,50 €


Teresa Guardans, La verdad del silencio. Por los caminos del asombro. Herder, Barcelona, 2009. 304 pp. 19.80 €

Nunca como en la época contemporánea se ha hablado de amor, se han ensalzado sus virtudes y la palabra ha adquirido un sentido universal. Nunca como ahora –prolongando el dogma ilustrado en su forma más progre- se ha afirmado la superioridad del sentimiento sobre la razón, dando por supuesta la inconexión entre ambos y confundiendo amor y sentimiento con capricho y deseo material. Nunca, en fin, una sociedad ha sido tan enamoradiza como la de nuestro Occidente.

Paradójicamente este culto a algo a lo que se llama amor no nos ha hecho más felices que otra épocas o que otras civilizaciones; al revés: nunca como ahora el amor, sus vaivenes y su requiebros ha causado dolor, frustración y soledad. ¿Por qué?

Un pensador católico políticamente incorrecto, respetado pero marginado, dio una respuesta sencilla en la segunda mitad del siglo XX. Gustave Thibon publicó muchos otros libros acerca de cuestiones como la fe, la gracia o el sentido de la vida. En este ensayo que nos ofrece El Buey Mudo en su traducción española da una explicación cristiana del amor humano. No se trata de una obra apologética ni de divulgación religiosa, sino una visión muy personal, y estrictamente humana, de qué es el amor, de cuál es su origen y de cuál ha de ser su sentido si debe ser permanente.

Thibon, conforme a un estilo ensayístico clásicamente francés, procede a desglosar el sentido del amor entre hombre y mujer, su relación con la amistad, con el sexo y con la sociedad. En un mundo que el escritor ya entreveía difícil para el amor eterno, Thibon explica razonadamente por qué sólo viendo en el amor humano una prolongación y reflejo del amor de Dios es posible vivirlo como algo eterno en nuestras vidas. Si en vez de lo sobrenatural prevalece el cálculo material, el placer, el «estar a gusto» el amor, si ha llegado a existir, desaparecerá por la sencilla razón de que todo lo que es humano y material desaparece antes o después.

Thibon escribe para novios y esposos, o sobre ellos. «La evolución hacia la perfección y la armonía del amor conyugal, del amor maternal o del amor místico está sometida a una necesidad común, aunque los componentes humanos y sensibles de tales amores sean muy diferentes: ningún afecto puede permanecer puro y verdadero» si el amor divino no ilumina sus componentes humanos. «Entre las condiciones de este acuerdo hay dos que se enraízan en el corazón mismo de nuestro destino: la verdad y el dolor». Porque el amor –sea fraterno, materno, conyugal o amistoso, tanto da, aunque aquí se habla más bien de los esposos- si no asume que tendrá que convivir con el dolor, la desgracia y la imperfección inherentes a lo humano se eclipsará en alguna de las curvas del camino.

Para Thibon, mentir o mentirse sobre el amor es hacer un daño objetivo a la persona amada. «La ilusión ahoga la libertad interior». Amar no es, contra la visión actual, un «estar bien» transitorio,, sino un proyecto de vida, un cambio personal, una entrega que no puede no ser descarnadamente realista. «Un príncipe sólo puede desposarse acertadamente con una pastora si la pastora posee un alma de princesa, y estaremos de acuerdo en que pastoras así no andan por el mundo. Una de las taras del mundo moderno es pretender hacer costumbre de lo que sólo puede ser excepción y caer más bajo de la norma al querer generalizar aquello que está por encima de la norma». O que no haya norma, claro.

Thibon no sólo merece ser leído y releído por sus palabras sobre el matrimonio. En ellas no intenta ser popular, pero sí sensato. Algo que todos, como amigos, como hermanos, como hijos, como novios y también como esposos, tenemos que entender pese a las modas de nuestro tiempo. La persona a la que hemos conocido como desleal en la amistad, ¿podrá ser fiel en el matrimonio si no ha cambiado radicalmente su alma? La persona a la que vemos anteponer el placer al deber, o el cálculo al amor por su familia o su Patria, ¿podrá a su vez formar una familia? En el fondo de las ideas de Thibon subyace una unidad universal del amor, que en todas sus formas no es sino reflejo de un Amor superior e inefable. Y el resto, como flor de un día o buenas intenciones de un nuevo año, caduca.

Un amor superior… pero igualmente universal

Hay quien va por la vida viéndola, dejándose sorprender por la existencia. La mística, una forma superior e intangible de amor, siempre ha existido pero nunca ha dejado de sorprender. Teresa Guardans se adentra con claridad en el complejo mundo del amor sobrenatural, explicando con palabras actuales no sólo que el amor verdadero es espiritual sino que el amor divino no conoce límites confesionales.

Así como Thibon explica y demuestra que el amor limitado por el interés, la materia o los apetitos no es verdadero amor y en todo caso no perdura, Guardans explora el mundo de los ascetas y los místicos y muestra su asombras vigencia, aquí y ahora. Los humanos, en la medida en que podemos salir de nosotros mismos y abrirnos a la realidad verdadera, somos capaces de amar. No hay amor colocando nuestro ego en el centro; tras una «desegocentración» los humanos podemos adquirir la lucidez que da el amor.

No es el libro de Guardans fácil, pero sí perfectamente actual. Su recorrido por los grandes amantes y sus experiencias muestra, si no un camino válido para todos, sí un recorrido de amor apto para quien esté dispuesto a abrirse a él. Por supuesto que –como siempre se supo de los místicos- un amor será tanto más perfecto y verdadero cuanto arranque de la renuncia, la entrega y la apertura a lo inefable. Pero es que eso no es «sólo mística»; es, como Guardans muestra de manera inteligente y documentada, verdadero Amor, y poco importa cuál sea su objeto aparente porque en último extremo o su Origen es sólo Uno, o no es verdadero Amor. Vivimos ciertamente una época de confusión, mentiras, traiciones y dolor, pero también de infinitas posibilidades de amar.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 24 de abril de 2010, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/todas-formas-amor-tienen-secreto-comun-106477.htm