Por Pascual Tamburri, 28 de abril de 2010.
Hay pecados sexuales que, aunque no existan, no pueden ser perdonados por los progres. Salvo que sean otros progres quienes se diviertan. Dos pesos y dos medidas.
El Daily Mail y después entre nosotros Religión en Libertad han recogido la opinión del periodista Dominic Lawson sobre el montaje de escándalos pedófilos contra la Iglesia Católica. La prueba de que se trata de montajes radica en la discriminación negativa que sufren los clérigos acusados de este tipo de conductas: sólo son noticia, o al menos noticia negativa en la mayor parte de los medios de comunicación, cuando los acusados, con o sin razón, son ellos.
Roman Polanski está bajo arresto domiciliario en su casa suiza por abusar sexualmente de una chica, Samantha Geimer, cuando ella tenía 13 años de edad. Al margen de la opinión que pueda tenerse sobre las relaciones sentimentales con diferencia de edad, los hechos ciertos son los que son: Polanski sabía que esas relaciones eran ilegales y las tuvo siendo consciente de ello; ha sido condenado por tenerlas y ha huido de la acción de la justicia escapando de su país, donde está condenado, tras haber intentado comprar el silencio de la víctima con medio millón de dólares. Todo esto son datos, que nada tienen que ver ni con el genio artístico de Polanski ni con sus opiniones políticas, sociales o culturales, ni siquiera con una posible revisión de las normas legales sobre este caso moral.
La cuestión es que, aunque exiliado, Polanski dista mucho de estar solo. Famosos de Hollywood y grandes medios de comunicación defienden su postura y, más que su inocencia, su bondad de intenciones. Según la actriz Whoopi Goldberg «no fue una violación-violación». Ajá. Hasta ahí, uno de los lados de la moderna defensa de la pederastia.
Parejas asimétricas, una nueva moda juvenil
Más influyente entre nosotros, o al menos entre nuestros adolescentes, es el escritor italiano Federico Moccia. Éxito de ventas y de espectadores, vemos como es uno de los pocos libros que, al menos entre las chicas, se lee por sí mismo, no por obligación, y compite con éxito contra la play y otras formas de ocio. Pocos padres lo han leído. En todo caso, las 688 páginas de Perdona si te llamo amor no incluyen ningún delito, sino sencillamente un romance apasionado entre Alessandro Belli, 37 años, y Niki, 17 justitos. Moccia es un gran creador de modas juveniles, y quien lo dude no tiene más que ir al Puente Milvio a contar candados de parejas que se han jurado amor eterno a la moda de Moccia, por no hablar del éxito de los locales y costumbres romanos que él incluye en sus narraciones (1992 Tres metros sobre el cielo, 2006 Tengo ganas de ti, 2007 Perdona si te llamo amor, 2010 Perdona pero quiero casarme contigo). Antes o después las jóvenes de nuestros países y después los jóvenes (el orden es importante) terminan haciendo lo que Moccia cuenta. ¿Formar parejas con 20 años de diferencia? No es ninguna novedad histórica, aunque resulte molesto verlo contado en los mismos periódicos que agreden sin matices a la Iglesia… por «defensora» de la pederastia.
¿Y si el pederasta es un progre?
Imaginemos por un momento que un cura de pueblo, malvado pecador él, toca un solo pelo de la cabeza a una joven de 16 años, y que después intenta comprar su silencio con un euro, un solo euro; prescindamos de sentencias judiciales. ¿Se imaginan ustedes el escándalo mediático a que daría lugar el caso? ¿Advierten ustedes que sería, precisamente, en los mismos medios que han jaleado a Polanski? Quizá, sugiero, a tales grupos mediáticos les preocupe mucho más atacar al Papa que defender a las víctimas. Por cierto, el Papa ha pedido perdón a las víctimas y castigos penales y canónicos para los culpables una vez probada su culpabilidad. Roman Polanski lleva tres décadas siendo un culpable condenado y jamás ha pedido ese perdón, ni se le ha exigido. Curioso.
Rocco Buttiglione y después entre nosotros Miguel Ángel Almela lanzaban hace tiempo una pregunta retórica sobre estas cosas: «¿Y si el pederasta es un progre?». Por supuesto, si es un progre no pasa nada. Es más, puede ser un artista en el cine con el máximo prestigio mundial (bueno, europeo, que no es lo mismo exactamente). Y lo que es más: conductas que sin duda serían motivo de escándalo si se vinculasen a un hombre de Iglesia, como las relaciones sentimentales entre una menor y un hombre veinte años mayor en edad, son el motivo central de una obra literaria de consumo que se propone sin pudor a nuestros alumnos.
¿Por qué lo que se aplaude en el Puente Milvio, y mucho más aún en la vida de Roman Polanski, se considera causa para acusar y condenar, no ya al Papa sino a todos los sacerdotes católicos y a todos los fieles que viven con ellos la fe y la tradición, sin por ello creerse perfectos, sobrehumanos o ajenos al pecado? Quizás sí sea el momento de poner en discusión ciertas convenciones burguesas y decimonónicas pero, por favor, sin hipocresías progres.
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 28 de abril de 2010, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/puede-perdonar-moccia-polanski-pero-ratzinger-106688.html