Peñafiel consigue que la comida se le indigeste al Rey

Por Pascual Tamburri Bariain, 30 de abril de 2010.

Las comparaciones son odiosas, y las que afectan a la Casa Real más. Jaime Peñafiel consigue colocar la mesa del rey entre las de sus antepasados y sus parientes. Y no queda bien.

Las comparaciones son odiosas, y las que afectan a la Casa Real más. Jaime Peñafiel consigue colocar la mesa del rey entre las de sus antepasados y sus parientes. Y no queda bien.


Jaime Peñafiel, La mesa está servida, Majestad. Martínez Roca – Planeta, Madrid, 2010. 254 pp. 19,95 €

Durante el siglo XX se puso de moda criticar, y dar por superada, la historia política. Surgieron así las «otras historias», empezando por la económica, que tenían sin duda su parte de interés siempre que no se convirtiesen en otros tantos reduccionismos. En ese paquete vino el interés por la vida cotidiana de otros tiempos, como manera de entender éstos. Así hemos visto publicados textos de indudable interés, incluyendo, como parte importantísima de la vida de los grandes personajes del pasado, la historia de sus cocinas y de sus mesas. Nadie pretende reducir el perfil histórico de Carlos V al de su recetario en Yuste, que publicó José Serradilla Muñoz; es curioso pensar que en cambio un reduccionismo similar sí se ha intentado aplicar, con discutible éxito, a las cuentas del emperador.

Jaime Peñafiel, adalid y máximo representante de esa forma de historia del mundo actual que es la prensa del corazón, nos ofrece ahora un retrato de la España oficial, y en general de las esferas del poder, desde este punto de vista: el de las comidas y todo lo que éstas suponen. Peñafiel conoce como nadie la realeza, tanto la nuestra como las demás, y su larga experiencia profesional le ha proporcionado un repertorio casi ilimitado de datos. ¿Meras anécdotas? Pueden serlo, tomados uno a uno, pero en su conjunto permiten tener una imagen distinta, alternativa, de cómo se gestiona el poder en estos inicios del siglo XXI.

Protocolo, costumbres, tradiciones, recetas y prohibiciones. La mesa de los reyes es un retrato de las personas reales y de sus reinos, y por eso mismo es interesante saber cómo comen nuestros reyes, y comparar su gastronomía con la de quienes les precedieron en el oficio y quienes lo comparten con ellos en otros países. Peñafiel es divertido y chispeante, y si en algunos puntos se repite lo hace sin riesgo de aburrir, y más bien dejando muy claro qué le importa que no olvidemos.

Las comidas de los reyes, en especial cuando son públicas, en visitas o banquetes de Estado y grandes ceremonias, sin complicadas de organizar y caras de pagar. No hay que olvidar que esos contactos gastronómicos no sólo se hacen en nombre y beneficio de la nación, sino que ésta los paga… sin que sepamos cuánto cuestan. Peñafiel, monárquico de convicción cuando nadie lo era, no oculta cuál es el gran secreto de la mesa real: que nadie sabe a día de hoy cuánto cuesta sostener una logística de semejante envergadura. Una complejidad que no se deriva por cierto de que seamos o no una monarquía, pero que no debe ser ocultada, sino por el contrario explicada y más en estos tiempos de crisis.

Peñafiel no oculta su opinión, nada velada, sobre las odiosas comparaciones que inevitablemente han de hacerse. La Corona y sus actuales representantes parecen tener la tentación de imitar o repetir los errores cometidos por dos de los peores reyes de nuestro pasado, Fernando VII y el abuelo de Juan Carlos I: derrochadores, prepotentes, populacheros y con un sentido patrimonial del Estado que confundían con la autoridad que, probablemente, perdieron con el mal uso. Un mal uso que extendieron a sus festejos, a su ocio y, también, a su mesa. Frente a ese mal modelo, la necesaria comparación británica: Isabel II, el duque de Edimburgo, el príncipe de Gales y sus hijos son, sin ningún reparo por parte de Peñafiel y a pesar de todos los pesares, un ejemplo de monarquía que sabe estar y permanecer. También a la mesa, por supuesto.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 30 de abril de 2010, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/penafiel-consigue-comida-indigeste–106724.htm