Por Pascual Tamburri Bariain, 11 de mayo de 2010.
¿Europa es un invento de los eurócratas o un capricho de los ‘católicos profesionales’? Pese a su presente, Europa tiene un pasado y una identidad comunes que alguien anunció… sin ser oído.
¿Europa es un invento de los eurócratas o un capricho de los «católicos profesionales»? Pese a su presente, Europa tiene un pasado y una identidad comunes que alguien anunció… sin ser oído.
Richard N. Coudenhove-Kalergi, Pan-Europa. Prólogo de Otto de Habsburgo. Traducción de Félix de la Fuente. Ediciones Encuentro, Madrid, 2010. 200 pp. 18 €
El conde Richard Nikolaus Coudenhove-Kalergi no fue un hombre vulgar. Evitó compartir la experiencia vital de su generación, pues pese a estar en plena edad militar se valió de sus estudios y de su alta cuna para no luchar en las trincheras de la Primera Guerra Mundial, ni siquiera por la monarquía austrohúngara de la que era súbdito. Impresionado sin embargo por la gran masacre y por el hundimiento de su propio Estado, se convirtió desde los años 20 del siglo XX en el gran defensor público de la unidad política europea. Según él, la unión era la única alternativa a la repetición de la guerra y a la decadencia definitiva de Europa.
Ante todo, ¿qué es Europa? Coudenhove-Kalergi dio su respuesta a la vez que presentaba su proyecto, precisamente en este libro, cuya primera edición es de 1923 y cuya reiterada reedición, en este caso a cargo de Encuentro y de la Universidad San Pablo, dentro de la colección Raíces de Europa que dirige José María Beneyto, es una prueba de su acierto. Como apunta el archiduque Otón de Habsburgo en el prólogo, las gobernantes europeos del período de entreguerras no dieron importancia a las ideas de Coudenhove-Kalergi, a pesar de que todos las conocían y muchos de ellos conocieron a su autor e infatigable difusor. Y el libro se demostró acertado en lo fatal: los errores de los vencedores de 1918, sumados al rencor de los vencidos y a la prepotencia de los no europeos derivaron en el desastre colectivo de 1918-1945. De la Segunda Guerra Mundial, tal y como había predicho el antinazi Coudenhove-Kalergi, toda Europa salió humillada y derrotada, con la unidad en su agenda no ya para conservar su posición predominante en el mundo sino para sobrevivir.
Europa es una comunidad de pueblos y de personas con una cultura, una tradición, una fe y una historia en común. La variedad de lo europeo, fruto de la misma historia, ha sido motivo de división pero han sido los fanatismos –el religioso primero y el nacionalista después- los que han causado las grandes querellas que han llevado a Europa a la decadencia. Las ideas de Coudenhove-Kalergi fueron, al menos en parte y en la forma, compartidas por los padres fundadores democristianos de las Comunidades Europeas, hoy Unión Europea, y por eso Coudenhove-Kalergi recibió el premio Carlomagno y es considerado uno de los «padres nobles» de la Unión, casi a la par de Konrad Adenauer, Robert Schuman y Alcide De Gasperi, si es que esto quiere decir algo.
El pensamiento europeísta de Coudenhove-Kalergi, como puede verse en su propio libro, es más articulado y complejo que el de los gobernantes democristianos de la posguerra. En Coudenhove-Kalergi hay una mirada desacomplejada al pasado, en el que se buscan y se encuentran los elementos comunes de lo europeo: quizás sea poco pragmático, pero para este autor Europa es más y es antes que un mercado, que una suma de intereses. No es un libro nostálgico, porque anuncia con toda claridad un futuro que será necesariamente diferente de lo que hubo y de lo que hay; pero no se oculta que la grandeza de lo europeo nace de haber sido, aunque sean muchas las contradicciones de Coudenhove-Kalergi al valorar el efecto de la Ilustración y del liberalismo en la vida de Europa: ¿causas de la división y la decadencia o raíces del renacimiento? Tal vez esa pregunta, como otras, quisiese dejarla para los líderes europeos de nuestro tiempo.
El libro de Coudenhove-Kalergi sorprende a su lector. No es un mamotreto soporífero de buenas y piadosas intenciones; es un alegato atrevido por una Europa, nación de naciones, proyecto de vida en común, síntesis de experiencias hermanas. Radicalmente antinacionalista entra por ello en paradójica y no resuelta contradicción con la modernidad y lo que en el siglo XX se consideró progreso. Contemporáneo de Karl Haushofer, aplica a Europa la doctrina geopolítica de los «grandes espacios», y en este punto coincide con la visión de la política internacional que en ciertos momentos harán suyos los fascismos. No en vano Coudenhove-Kalergi permaneció en Viena mientras Italia protegió a la Austria católica y corporativa de Dollfuss y de Schussnig, y se exilió después huyendo de los nazis, que curiosamente a su vez conocían su obra pero lo habían incluido en sus listas de enemigos políticos susceptibles de detención inmediata. Una vida, y un libro, que rebosa contradicciones y sugerencias, y que las plantea también en nuestro tiempo, un tiempo en el que Europa vuelve a necesitar un mito, un Carlomagno o un Federico Barbarroja, para no morir ahogada en papeles, papeletas y vividores.
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 11 de mayo de 2010, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/raices-europa-cristianas-pero-democristianas-106927.htm