El menor de los problemas en la agenda de Rajoy

Por Pascual Tamburri, 2 de junio de 2010.

Las encuestas anuncian una oleada de mayorías absolutas del PP. Navarra es una de las pocas excepciones, por la peculiar situación local. Pero también allí ZP tiene enormes problemas.

El Partido Popular volvería a ganar, con mayorías ampliadas, en todas las regiones que ya gobierna desde las anteriores elecciones autonómicas. Arrollaría en todas ellas en unas generales. Conquistaría por primera vez, no sólo en generales sino también en autonómicas, Castilla-La Mancha y Extremadura. Aragón estaría al borde de caer. Incluso Andalucía peligraría para el PSOE, empezando desde luego por las capitales. Como resultado del crecimiento general del PP y del hundimiento del PSOE –a la espera de que las elecciones confirmen o no las previsiones- al partido de Mariano Rajoy no le impedirían acceder a la Moncloa con una mayoría absoluta ni siquiera los resultados comparativamente bajos, pero no desastrosos en absoluto, del País Vasco y de Cataluña. Viento en popa, por tanto.

Algo peor en ese horizonte de 2001 y 2012, o quizá antes, está Navarra. La situación de la Comunidad Foral es mucho mas complicada que en cualquier otra región, en parte como resultado de un peculiar sistema de partidos y en parte aún mayor como consecuencia de lo allí sucedido desde que empezó la legislatura. En cualquier caso, no son los números navarros los que podrían preocupar a Rajoy. Navarra ha dado, en los mejores casos durante la fusión de PP y UPN, unos 150.000 votos al centroderecha, tres senadores y dos diputados con el tercero muy en el aire. En una España de 46 millones de habitantes y en un Congreso de 350 escaños no es mucho. El Mundo da, extrapolando los resultados de su encuesta hecha para las generales, un «empate técnico» entre PP y PSOE en Navarra, con entre 11 y 12 escaños, pero siempre detrás de una UPN que seguiría venciendo. Si Navarra tiene una importancia mayor para el PP es por una cuestión simbólica, como bien ha entendido siempre María Dolores de Cospedal. Pero esa posición relevante la ocupa igualmente, aunque de otro modo, en la agenda de José Luis Rodríguez Zapatero.

El poder de UPN

La votación del Congreso de los Diputados del pasado día 27 demostró que el único escaño conservado por UPN tras el divorcio del PP en otoño de 2008 sigue siendo importante. El voto de Carlos Salvador permitió la convalidación como Ley del decretazo de Zapatero, y además en la forma, tiempo y modo que el presidente quería. Según José Javier Uranga, «mantuvo al Gobierno que había sido su enemigo directo». Realmente Zapatero no había tenido el coraje de plantear una cuestión de confianza ligada a esa votación (e igualmente Rajoy no ha planteado una moción de censura), pero era claro que una derrota del PSOE en su «tijeretazo» suponía una gran derrota para el Gobierno. UPN tiene pues poder en Madrid, y decidió usarlo para apoyar al mismo Zapatero al que considera «el peor presidente de la democracia».

¿Por qué votó UPN al que fue su rival electoral en todos los anteriores comicios, un rival que no comparte por cierto ninguno de sus principios esenciales? En principio y al menos en teoría, por patriotismo: esas medidas, aunque torpes, tardías e insuficientes, además de en parte evitables y equivocadas, eran una exigencia de la situación económica y de la Unión Europea. No aprobarlas podía suponer probablemente el fin inmediato de Zapatero, pero además, y con seguridad, graves problemas para España. Más cerca del nivel del suelo, UPN ordenó a Salvador su voto afirmativo –oh, delicias del mandato no imperativo- porque el PSOE es su apoyo parlamentario en Navarra y porque varios asunto del Gobierno Foral dependen o del PSOE navarro o de Ferraz o de Moncloa. Do ut des.

Quizá sea mejor decir do quia dedisti, ya que fue la abstención del PSOE en 2007 la que permitió la investidura de Miguel Sanz. Abstención por abstención, UPN y PSOE gobiernan en Pamplona de la mano pese a sus graves discrepancias de fondo. Discrepancias que, en torno a la demostración de poder (o de responsabilidad) de UPN en la Carrera de San Jerónimo, han dado lugar a ciertas turbulencias dentro de UPN y en la política navarra.

«El órdago de Sanz y la prudencia de Barcina»

El editorial de Diario de Navarra del 30 de mayo reflejaba una opinión ampliamente extendida en el centroderecha navarro: en UPN hay dos horizontes políticos diferentes, unidos por el poder, por el programa y por las circunstancias. Yolanda Barcina, alcaldesa de Pamplona, presidenta del partido y precandidata a la presidencia en las elecciones de 2011, sería partidaria de una menor cercanía al PSOE, de una aproximación al PP y, en su momento y en caso de ser posible, de que UPN gobernase Navarra apoyada en el PP y no en el socialismo; en consecuencia, Barcina habría querido un voto menos favorable a Zapatero en el Congreso. Miguel Sanz, presidente del Gobierno, amigo de muchos amigos y especialmente en las bases de UPN, estaría ante todo preocupado por la gobernabilidad de Navarra, y por consiguiente sería contrario a un alejamiento del PSOE. En una reciente entrevista en Diario de Noticias dejó clara su postura sobre las alianzas políticas, y eso explica la noticia navarra de la semana: Sanz habría estado dispuesto a dimitir como presidente si se indicaba a Salvador que el apoyo al decreto de Zapatero había de ser conforme a los matices de Barcina y no total e incondicionado.

Los que conocemos a Miguel Sanz, y hay quien lo conoce mucho más que yo y le debe por supuesto muchísimo más, sabemos que por carácter es perfectamente capaz de lanzar el órdago de una dimisión. Una dimisión a estas alturas de legislatura foral, además, equivale a bien pocos riesgos, porque ningún otro candidato que no estuviese respaldado por UPN podría sustituirle. Si el PSOE no se atrevió a ir de la mano de los abertzales en 2007, por miedo o mejor dicho pánico a las consecuencias locales y nacionales de semejante contubernio, mucho menos lo haría ahora. Barcina piensa, en efecto, en un mañana, cuando UPN tenga que contar con otros aliados o quizá prefiera hacerlo para cumplir mejor con su programa vertebral; además la oposición a ZP y la cercanía a los programas electorales de 2007 y de 2008 limitarán en beneficio de UPN el crecimiento del joven PPN. Sanz piensa en el Gobierno de hoy y en hacerlo posible en el futuro: muchos creen que una mayoría de UPN y PSOE será posible en Navarra también de 2011, y que el actual régimen de poder –UPSN- dará menos que pensar precisamente en medio de una grave crisis económica… aunque el culpable de la misma sea, precisamente, el presidente del PSOE.

El recorrido del PPN

En el fondo del debate Barcina-Sanz, que es muy real, está la incógnita del crecimiento del PP en Navarra. Está claro que los objetivos fulgurantes que una minoría previó ante el Congreso de diciembre de 2009 van a llegar a su propio ritmo; pero eso no es noticia, sino constatación de un hecho previsto y previsible. El PP neonato va a crecer, y en las sucesivas convocatorias electorales se va a beneficiar, como ya hizo en las europeas de 2009, del descrédito de Zapatero y de la condición de Rajoy de única alternativa. Ante ese crecimiento fácil, Sanz –que prevé que no será en todo caso suficiente ni para ser alternativa a UPN y ni siquiera para configurar una mayoría con UPN- se queda con el PSOE, para impedir además que un socialismo a la desesperada haga en 2011 la jugada que evitó en 2007, beneficiándose además del debilitamiento por división del campo abertzale y del reforzamiento de la izquierda comunista.

Barcina, ante el PP, juega de otra manera. En 2008 trató de evitar el divorcio. Ha mantenido después la cercanía posible, más con el PP nacional que con los actuales representantes del PP local. Su discurso y sus gestos son en todo cercanos al PP, y esto con un doble fin. Ante todo, podría llegar a ser posible que UPN y PP formasen una mayoría foral en 2011, y podrían incluso coaligarse en 2012 para conseguir teñir completamente de azul la provincia, evitando que Navarra fuese el único caso de avance electoral del PSOE. Pero es que además –basta oír a la gente de la calle- Yolanda Barcina es la principal razón positiva, frente a otras negativas, para que muchos votantes de PP-UPN opten por UPN en 2011 y 2012. Así que UPN con Barcina no sólo puede beneficiarse del crecimiento del PP cuando se dé, sino que antes y además puede limitarlo con eficacia.

Me importa recordar que la discrepancia Barcina-Sanz -filtrarla no ha sido un acierto para UPN- es un dato esencial que el PP debe manejar al pensar en Navarra. UPN, con un discurso de geometría variable, con la fuerza del poder local y regional y con una red territorial bien engrasada, es un rival directo para cada voto posible del PP, incluyendo los decepcionados con Zapatero porque los regionalistas se han cuidado bien de publicar sus críticas al presidente, aunque sea su aliado.

Esa alianza sería una baza electoral del PP si su candidato a la presidencia de 2011 tuviese un perfil claro de oposición tanto al socialismo como al abertzalismo, y de defensa firme de ciertos principios no discutibles. ¿Bastaría para ganar la mano un perfil rompedor, tecnofashion y un progre toque democristiano? Al menos no sorprende que UPN y PP hayan rivalizado en contundencia al oponerse al aborto: ahí, y en otras cuestiones de principio, se la juegan. Hasta que el presidente del PPN, Santiago Cervera, dé su opinión sobre quién sería la persona más adecuada como candidato, todo serán conjeturas. Conjeturas en las que Rajoy se juega pocos votos y pocos escaños, aunque, eso sí, algo de prestigio, ya que la crisis de 2008 se debió a la ruptura de un compromiso y eso obliga hacer política a un cierto nivel moral. Algo que los navarros valorarán en 2011 y 2012, cuando tengan que elegir entre Rajoy o el abismo. Aunque ninguna encuesta de aún en Navarra para el PP un resultado similar a la media nacional, sí lo da para la suma del centroderecha.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 2 de junio de 2010, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/menor-problemas-agenda-rajoy-107475.html