Todos lo creen aún nazi, nadie lo conoce como poeta y artista

Por Pascual Tamburri Bariain, 18 de junio de 2010.

Martin Heidegger tiene una fama compleja, admirado como pensador pero discutido como nazi. Ahora se descubre partes ocultas de su vida, como poeta y como esteta. ¿Y la unidad de su vida?

Martin Heidegger, Pensamientos poéticos. Traducción de Alberto Ciria. Herder, Barcelona, 2010. 472 pp. 32 €


Martin Heidegger, El Arte y el espacio. Die Kunst und der Raum. Traducción de Jesús Adrián Escudero. Herder, Barcelona, 2009. 48 pp. 8,5 €

Hace dos décadas el chileno Víctor Farías convirtió al filósofo alemán Martin Heidegger en una encarnación del Mal, al menos para los lectores de lengua española. Farías se centró, en su Heidegger y el nazismo, en la fase más complicada de la vida del profesor Heidegger, los años del ascenso al poder de Adolf Hitler en Alemania. ¿Colaboró Heidegger con los nazis, o al menos se abstuvo de luchar contra ellos por todos los medios imaginables? No cabe duda de que su rectorado en Friburgo, antes de la sangrienta liquidación por Hitler de Ernst Röhm, no fue un modelo de antinazismo. Pero tampoco hay que olvidar que el país entero, con muy pocas excepciones, puede ser acusado al menos de lo mismo en algún momento entre 1932 y 1940 (no son fechas aleatorias: Hitler venció sus primeras elecciones democráticas en 1932, y es difícil pensar que muchos millones de alemanes se avergonzasen de los triunfos de su país en 1940, al margen de su descontento con el régimen imperante).

Pero lo que más cabe reprochar, no sólo a Farías sino a muchos otros estudiosos no puramente universitarios de Heidegger es su obsesión por dividir al personaje. ¿Hay un Heidegger «bueno», el pensador, y uno «malo», el que vio aspectos positivos en el nazismo en sus inicios institucionales y luego se decepcionó amargamente? Ciertamente no: el personaje es uno, y como todos los humanos con infinidad de matices y de contradicciones, pues realmente sólo un personaje de ficción o una extremadamente limitado limita su vida a una dimensión, a una opinión y a una visión.

Herder nos ofrece ahora en castellano dos auténticos placeres intelectuales y estéticos, que son además motivos de profunda reflexión. Por una parte, un volumen muy cuidado que ha contado con el apoyo del Instituto Goethe recoge los escritos poéticos del filósofo, desde verdaderas poesías de enamorado hasta pequeños fragmentos en prosa poética. Heidegger, el denso filósofo, el profesor, el acusado de nazi, resulta así ser también un poeta. Un hombre capaz de cantar al amor, y también la memoria de un amigo caído en la guerra, o simples y pequeños pensamientos poéticos.

No es casualidad esta aparente sorpresa: Heidegger siempre prestó especial atención al lenguaje, por considerar las ideas ligadas a su forma de expresión, y a lo largo de toda su obra filosófica aparecen ideas sobre la expresión y la comunicación. Nada más coherente que él mismo hallase determinados sentimientos inexpresables con un lenguaje no poética. He aquí un rostro oculto, inesperado, de Martin Heidegger. Un rostro que además contribuye a hacerlo real, humano, y no un mero fetiche propagandístico o una tortura para los alumnos en las aulas (perdón por el lapsus: Heidegger ya no se estudia fuera de las Universidades…).

No pongamos puertas al campo… ni a la vida, ni al saber

Herder nos ofrece por otro lado una pequeña pero no menos sorprendente joya: el ensayo El arte y el espacio es una reflexión personalísima de Heidegger a raíz de su encuentro con el vasco Eduardo Chillida. El texto había sido editado sólo en una pequeña tirada de 1969 y refleja la complejidad de la vida, así como del pensamiento, de Heidegger. Es de necios despachar una vida con un solo adjetivo, o calificarla por una sola palabra, una sola acción o un solo momento. Tanto más cuanto más rica, densa y compleja sea la vida en cuestión, y la de Heidegger lo fue mucho.

Si siguiésemos el modo de razonar de la prensa sensacionalista, que es el de la corrección política y el de la simplificación mezquina, Heidegger y Chillida serían nada más que dos nazis. Una solemne estupidez, que no tiene en cuenta la gloriosa libertad y la increíble sutileza de lo verdaderamente humano, de la que quedarán vacunados los lectores de esta poesía.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 18 de junio de 2010, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/todos-creen-nazi-nadie-conoce-como-poeta-artista-107825.htm