El Opus Dei, el monstruo más polémico de la Iglesia moderna

Por Pascual Tamburri Bariain, 26 de junio de 2010.

El sábado 26 de junio la Iglesia celebra la fiesta de san Josemaría Escrivá de Balaguer. ¿Santo o impostor? El debate sigue en los medios de comunicación, y ahora con nuevas opiniones.

El sábado 26 de junio la Iglesia celebra la fiesta de san Josemaría Escrivá de Balaguer. ¿Santo o impostor? El debate sigue en los medios de comunicación, y ahora con nuevas opiniones.


Patrice de Plunkett, Los misterios del Opus Dei. Una investigación desde dentro. Traducción de Leopoldo Fornés-Bonavía. Áltera, Barcelona, 2010. 248 pp. 22,90 €

Este 26 de junio, como cada año, decenas de miles de católicos de todos los continentes –pero con una nutrida representación española- celebrarán de un modo especial la festividad de san Josemaría Escrivá de Balaguer. Nacido en 1902, fallecido en 1975, beatificado en 1992 y elevado a los altares en 2002, representa una de las trayectorias más contundentes y sorprendentes de la Iglesia contemporánea. También, probablemente, la más polémica, más por las dimensiones de su fundación –el Opus Dei, la obra de Dios- que por su sola biografía.

Con la inestimable ayuda del Código Da Vinci y una larga historia de polémicas, muchos no católicos y algunos católicos consideran al Opus Dei un grupo oscuro más ocupado del poder temporal que de la salvación de las almas. Los Papas, sin embargo, y muy especialmente Juan Pablo II, lo han considerado uno de los instrumentos más eficaces en los siglos XX y XXI, y un ejemplo ortodoxo de vivencia de la letra y el espíritu del Concilio Vaticano II.

El francés Patrice de Plunkett ofreció en su país y ahora en España gracias a Áltera una interpretación del Opus Dei que sorprenderá a casi todos. ¿Católico? Sí, sin duda. ¿Ultraconservador? No según Plunkett, en la medida en que san Josemaría y su obra militaron en primera fila por y con las nuevas formas y ritmos conciliares, frente a la Iglesia anclada en lo que don Gonzalo Redondo llamó el «tradicionalismo cultural». No es novedad que el Opus Dei sea analizado como renovador e incluso como drásticamente renovador, pero sí lo es que el asunto se explique para todos los lectores como lo hace Plunkett.

Tampoco Plunkett oculta que, pese a su fama, el Opus Dei ha estado implicado en numerosas iniciativas progresistas, en relación con el obispo salvadoreño monseñor Romero, y por supuesto en la oposición al franquismo tanto como en el desmontaje de éste, desde Rafael Calvo Serer en el proyecto de una monarquía democrática hasta, hoy mismo, en la presencia de socios numerarios de la Obra nada más y nada menos que en Eusko Alkartasuna.

La investigación de Plunkett confirma que, en efecto, el carisma propio de la obra fue y es lograr la santidad del mundo… y concretamente del mundo moderno. Porque la llamada universal a la santidad la afirmaron todos los Padres, Santos y Papas, desde san Benito de Nursia a san Ignacio de Loyola, pero Escrivá lo hizo de modo particular viviendo los usos del siglo XX. Un siglo en el que lo vanguardista era cultivar ideas como que «todos tienen que trabajar. Algunos sobre la tierra y otros debajo de la tierra. Algunos siembran y cosechan el trigo para que tengamos pan y otros sacan el carbón de debajo de la tierra para que tengamos calor y luz«, con la conclusión casi universalmente aceptada de que «aquel que no trabaja tampoco tiene derecho a comer«. Llámese o no socialismo, Escrivá quiso afirmar la santidad en ese contexto, y sus palabras confirman su intención. Una selección de sus obras puede encontrarse en Internet, donde está ampliamente presente.

«Difundid en la sociedad, sin distinción de raza, clase, cultura o edad, la conciencia de que todos estamos llamados a la santidad. Esforzaos por ser santos vosotros mismos en primer lugar, cultivando un estilo evangélico de humildad y servicio, de abandono en la Providencia y de escucha constante de la voz del Espíritu«. El Centro de Documentación que la Universidad de Navarra tiene sobre su fundador ofrece documentos y testimonios de enorme utilidad sobre el fundador, sobre la institución, sobre lo que en ella parece polémico y muy especialmente sobre la interacción entre santidad y modernidad, aceptando además la variedad de la misma modernidad.

Moderno, pero católico; católico sin tacha, pero en el siglo XX… con todas sus contradicciones

La intención de Plunkett es, no sin razón, deshacer malentendidos y lugares comunes sobre el Opus Dei. Y lo consigue: siendo de Dios y de la Iglesia, san Josemaría no militó en ningún frente político, social y cultural, y sus hijos lo hacen en todos… en todos donde la modernidad y la santidad sean compatibles. Naturalmente, hay miembros del Opus Dei demócratas radicales o progresistas, pero eso no convierte al Opus Dei en tal cosa, ni en lo contrario. Quizá Plunkett se exceda en este punto, porque si bien es cierto que no hubo identidad plena entre franquismo y Opus Dei no hay ninguna razón para negar que ambos coexistieron, como era lógico tratándose de un régimen católico, moderno, y de una obra de la Iglesia, igualmente moderna. ¿Militantemente antifranquista? Sería ir demasiado lejos, por popular que pueda resultar la idea…

En wikipedia puede leerse parte de una carta que san Josemaría dirigió a Francisco Franco en 1958; una edición fiable e íntegra fue publicada en la revista Razón Española, la Fundación Nacional Francisco Franco conserva una copia y el original –técnicamente una reliquia- es propiedad de la duquesa de Franco. Su texto puede parecer contradictorio con el libro de Plunkett, pero obviamente no lo es con la identidad del Opus Dei… en la medida en que la libertad de sus hijos en términos políticos sea la que es.

«No quiero dejar de unir a las muchas felicitaciones que habría recibido, con motivo de la promulgación de los Principios Fundamentales, la mía personal más sincera. La obligada ausencia de la Patria en servicio de Dios y de las almas, lejos de debilitar mi amor a España, ha venido, si cabe, a acrecentarlo. Con la perspectiva que se adquiere en esta Roma Eterna he podido ver mejor que nunca la hermosura de esa hija predilecta de la Iglesia que es mi Patria, de la que el Señor se ha servido en tantas ocasiones como instrumento para la defensa y propagación de la Santa Fe Católica en el mundo» .

«Aunque apartado de toda actividad política, no he podido por menos de alegrarme, como sacerdote y como español, de que la voz autorizada del Jefe del Estado proclame que «la Nación española considera como timbre de honor el acatamiento a la Ley de Dios, según la doctrina de la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana, única verdadera y Fe inseparable de la conciencia nacional que inspirará su legislación». En la fidelidad a la tradición católica de nuestro pueblo se encontrará siempre, junto con la bendición divina para las personas constituidas en autoridad, la mejor garantía de acierto en los actos de gobierno, y en la seguridad de una justa y duradera paz en el seno de la comunidad nacional. Pido a Dios Nuestro Señor que colme a Vuestra Excelencia de toda suerte de venturas y le depare gracia abundante en el desempeño de la alta misión que tiene confiada. Reciba, Excelencia, el testimonio de mi consideración personal más distinguida con la seguridad de mis oraciones para toda su familia. Josemaría Escrivá de Balaguer. Roma, 23 de mayo de 1958″ .

Este 26 de junio no se celebra a un santo franquista ni mucho menos antifranquista, sino a un hombre moderno que tuvo la inspiración de casar, del modo que Dios le dio a entender, el depósito íntegro de la fe y la tradición católicas con la modernidad. La modernidad de 2010, por supuesto, pero antes también y sin vergüenza alguna, la de 1950, como lo hará en 2050. La verdad nunca es causa de sonrojo, y por eso hay que decirla, y escribirla.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 26 de junio de 2010, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/opus-monstruo-polemico-iglesia-moderna-107913.htm