Nacionalismo y «blindaje», el pecado «secreto» de los liberales

Por Pascual Tamburri Bariain, 3 de julio de 2010.

Algunos españoles tienen Estatut, otros derechos históricos o diferencias fiscales. ¿Es eso compatible con la igualdad y la soberanía? Del Burgo demuestra que hasta Cánovas dudó.

Algunos españoles tienen Estatut, otros derechos históricos o diferencias fiscales. ¿Es eso compatible con la igualdad y la soberanía? Del Burgo demuestra que hasta Cánovas dudó.


«Defender la democracia en los partidos y, a renglón seguido, negarla al pueblo navarro es una contradicción antidemocrática». Jaime Ignacio del Burgo, Diario de Navarra, 1 de julio de 2010, p. 15. Y como la verdad es compleja, lo contrario es también cierto: afirmar la democracia como norma general y negarla en lo particular o a la hora de aplicarla en la práctica es contradictorio. No hay nada fácil en política, y menos aún en los territorios forales.


Jaime Ignacio del Burgo, Cánovas y los Conciertos Económicos. Agonía, muerte y resurrección de los Fueros Vascos. Prólogo de Marcelino Oreja Aguirre. Laocoonte, Pamplona, 2010. 746 pp. 28,50 €

Con la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto de Cataluña muchos viejos debates han resucitado. En particular uno que quedó pendiente desde los últimos Austrias y los primeros Borbones y sobre todo a lo largo de toda nuestra historia constitucional y democrática: el de la unidad de España ligada a la igualdad entre los españoles. El Partido Popular presentó en 2006 su recurso contra el texto pactado por José Montilla con los independentistas con un argumento decisivo: que en opinión del equipo de Mariano Rajoy y de millones de ciudadanos ese texto «quiebra los principios de libertad e igualdad entre los españoles que establece la Carta Magna», hasta el punto de que cambia la configuración de todo el país al tratarse el definitiva de «una Constitución paralela».

El ex diputado del PP Jaime Ignacio Del Burgo ha contribuido al debate con un punto de vista, el histórico, que muchas veces resulta embarazoso para los no iniciados. Su libro Cánovas y los Conciertos económicos. Agonía, muerte y resurrección de los fueros vascos ha sido presentado tanto en Bilbao, nada menos que por la Sociedad El Sitio, y en Madrid, en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas junto a Manuel Fraga Iribarne, Carlos Robles Piquer, Marcelino Oreja, Juan Velarde Fuertes, Rodolfo Martín Villa –unos académicos y otros de los que compartieron algo de la vida política activa de del Burgo– junto a los hoy diputados Torme y Martínez Pujalte y los senadores Pérez Lapazarán y José Ignacio Palacios Zuasti. El interés por el asunto no desaparece… Porque, del mismo modo que la realidad presente es compleja, el pasado no lo es menos, y si en España hay hoy regiones con autogobierno anterior a la propia Constitución es porque en su momento la mayor parte de las derechas así lo quiso o al menos no lo impidió, y su punto de vista prevaleció sobre una izquierda que, en cualquier caso, si algo no ha sido jamás es fuerista.

Tampoco toda la derecha, por cierto, pero esa es otra historia.

El Estatut, la unidad nacional… y el blindaje vasco

El presidente del PP vasco, Antonio Basagoiti, ha dicho al presentar el libro de del Burgo que el Concierto económico es «el pilar» del autogobierno vasco y supone «más España». También Antonio Cánovas del Castillo lo creyó y defendió así, cuando antes de la tercera guerra carlista, o mejor dicho en sus inicios –en 1872, el año de la batalla de Oroquieta- defendió no sólo los fueros vascos y navarros sino incluso sus virtudes para el conjunto de España si pudiese extenderse el modelo («instituciones semejantes querríalas yo comunicar, si posible fuera, al resto de España») .

La aportación de del Burgo y la importancia del libro en este preciso momento tienen pues dos aspectos complementarios: uno, rescatar de la mentira o del olvido muchos aspectos históricos mal utilizados en el debate político de nuestros siglo; y otro, recordarnos a todos que las cosas no son tan sencillas y lineales como a veces se presentan, por necesidad o por incapacidad.

El vencedor de los carlistas en la primera guerra, Baldomero Espartero, impulsó la ley de 25 de octubre de 1839, de confirmación de fueros. Ley que sigue expresamente en vigor, pero sólo para Navarra, y que está expresamente derogada, pero sólo para los territorios vascos. Ley que confirmó los fueros dentro de una España constitucional… de la única manera posible, es decir, «sin perjuicio de la unidad constitucional» de la nación». Y es que, tanto en la España constitucional de 1812 como en la de 1978, sólo hay una nación, titular única e indivisible de una soberanía que no nace ni de pactos ni de mediaciones.

El profesor Luis Miguez acaba de comentar aquí en ese sentido la sentencia catalana. En lo esencial, el nacionalismo y sus argumentos de todo tipo, incluyendo los históricos, queda fuera de nuestro ordenamiento, pues no hay ni puede haber «pacto entre Cataluña y España». Hoy, como en 1812, en 1839, en 1841, en 1878 y cien años después, «el concepto jurídico y político de nación no es ni discutido ni discutible, [y se] identifica con el Pueblo español en su conjunto, titular de la soberanía. En definitiva, el pretendido Estado plurinacional confederal no tiene cabida en el texto constitucional«. El mismo debate que España acaba de vivir, pero bastante más limpio y directo, se vivió a lo largo del siglo XIX, y acabó en lo esencial del mismo modo: con una supervivencia parcial, tolerada y matizada de una amplia autonomía administrativa, distinta claramente en el caso vasco y el navarro por la Ley de 1841 que del Burgo tan bien conoce, pero con una afirmación de la soberanía nacional negada sólo desde la nostalgia de instituciones gloriosamente fenecidas para jamás volver entre nosotros o desde la utopía de revolucionarios extremistas de diverso pelaje.

Se acusa ahora al Partido Popular de defender puntos de vista diferentes en diferentes lugares, y en concreto de defender en el País Vasco la autonomía fiscal calificándola de «blindaje» desde otras regiones, o de aceptar para vascos y navarros lo que se niega a catalanes… nacionalistas. Sí es cierto que hace falta unificar el discurso con bastante más agilidad pero no es menos cierto que si algo permite el libro de del Burgo es entender que esa variedad estaba ahí desde el principio.

¿Es el fuero un derecho eterno y trascendente, como pretenden los nacionalistas? ¿Es un privilegio contrario a la igualdad, como pretenden los liberales? ¿O es sencillamente una adaptación práctica de lo que podía sobrevivir del pasado a las formas políticas de un presente en el que aún vivimos? Lo cierto es que, ayer como hoy, el fuero histórico –tanto el navarro como los castellanos, y entre ellos los vascos- se hace en nombre de una España preexistente, que fue Estado cuando se inventó tal cosa, que en el siglo XIX se llamó nación porque así debía ser, y que sólo será un instrumento útil de futuro si, hoy como con Cánovas, se adapta a la realidad en vez de enfrentarse a ella. Y la realidad, diga lo que quiera un hombre tan notable como Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, no es pacticia cuando se habla de soberanías. Del Burgo les dará argumentos sobrados para entenderlo así.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 3 de julio de 2010, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/nacionalismo-blindaje-pecado-secreto-liberales-108141.htm