Por Pascual Tamburri, 17 de enero de 2011.
La ‘tregua’ de ETA tendrá consecuencias en las elecciones. Algunas cosas ya las hemos visto, pero otras han cambiado desde 2006. A peor. Tenía razón Jaime Mayor Oreja.
Por si ustedes no lo sabían, España ha estado 43 días en un estado de anormalidad constitucional. El estado de alarma, previsto en el artículo 116 de la Constitución y aplicado por primera vez por el PSOE ante su fracaso al resolver una cuestión laboral, terminó en la medianoche del pasado día 15. Volvemos a la normalidad. O más bien no: porque ETA sigue existiendo, y mientras una banda semejante siga en pie, con sus medios y con sus fines, ningún país puede presumir de democracia, o al menos no de normalidad.
ETA está, dice, en tregua. ¿Anormalidad pero sin sangre? Es decir, no mata y anuncia que de momento renuncia a hacerlo. Pero no renuncia a nada más, y eso es señal de que quiere conseguir sus objetivos de siempre –independencia, socialismo y Navarra- por nuevos medios. Que ni siquiera son nuevos porque ya antes hemos estado en treguas y pausas en los asesinatos, con unas u otras palabras.
Manuel Cerdán cree en La Gaceta que estamos ante un Faisán II, o quizás algo peor. Buenos argumentos no faltan: la red de delación a ETA siguió funcionando con Rubalcaba ya en Interior, y el «alto el fuego permanente» excluye tanto la renuncia a objetivos políticos como la desaparición de sus instrumentos (bandas de terroristas, depósitos de armas, recaudación de extorsión, reclutamiento de asesinos y confidentes). Y nadie se atreve a hablar del Faisán I y de los nombres implicados. Mientras, ETA adapta sus ritmos a las necesidades del PSOE, o de una parte de éste. Del poder con el que quiere «negociar» .
Sería sin embargo un error considerar la situación de 2011 idéntica a otras anteriores. Óscar Elía en Época ha enumerado seis aspectos decisivos que distinguen el engaño de 2006 con la farsa de hoy: Zapatero no es protagonista, el PSOE evita conversaciones directas, se busca hacer posible una participación directa de ETA-Batasuna en la política, se trata de evitar una reacción contundente del PP, las víctimas y la sociedad están divididas o paralizadas, y se guardan las formas no paralizando, pero sí orientando, la acción de las Fuerzas de Seguridad. Otras cosas no han cambiado, y esencialmente vuelve a haber un «proceso» oculto» y uno público, que no van ni mucho menos al mismo ritmo. Hay, eso sí, un nuevo escenario político en el mundo abertzale, y hay posibles consecuencias de esa situación para el futuro de Navarra.
Un complejo juego político en el que Batasuna toma las decisiones
Batasuna –usemos este nombre para referirnos a la llamada izquierda abertzale, es decir a la vertiente política de ETA- se ha comprometido varias veces a «todos los esfuerzos necesarios» para lograr una «alianza electoral» entre abertzales, en Navarra y fuera de ella. Pero no cualquier alianza, sino una en la que se den dos condiciones: no debería haber candidaturas ilegalizadas o excluidas por su vinculación a ETA, y la misma Batasuna debería llevar la batuta en la coalición.
En Navarra, los batasunos han dicho que conocen las «las diferencias que existen ente el conjunto de organismos políticos de izquierda, progresistas y abertzales», pero que todo eso tiene que superarse para combatir al enemigo común y lograr una mayoría independentista, aunque relativa, por primera vez en la historia. El domingo 16 los batasunos, EA y Alternatiba hicieron público en Vitoria su acuerdo «Euskal Herria ezkerretik» para buscar juntos, desde la izquierda, soberanía y socialismo. Una importante ficha movida.
Nadie como Patxi Zabaleta para darse cuenta de quién sale perdiendo en esa jugada. Ni Aralar en general ni Nafarroa Bai en particular pueden negarse (en público) a algo que implique la unidad de los nacionalistas, pero no es difícil darse cuenta de que habrá problemas. Por de pronto, Eusko Alkartasuna parece estar a la vez en una coalición general con los batasunos y en una navarra con los partidos de Nafarroa Bai –Aralar y PNV tras la marcha de Batzarre hacia Izquierda Unida-, y eso es pura bigamia. Txentxo Jiménez ve a sus pies el abismo: «si Aralar tuviera conocimiento fehaciente de que un partido de NaBai tiene firmado otro acuerdo electoral para Navarra, consideraría que ha roto la coalición». Un escenario en el que la paralización de ETA y la legalización de Batasuna implicaría la presencia de nacionalistas en tres candidaturas en Navarra (Batasuna-EA, Aralar-PNV-NaBai y Batzarre-IU), excelente noticia para el PSOE, o bien la unidad al precio que Batasuna quiera ponerle.
El PNV y los nuevos problemas
No dudo que Zabaleta dará una respuesta inteligente a pesar de que las circunstancias no son fáciles. También hay que esperar antes de la fecha de presentación de candidaturas alguna novedad por parte del PNV, más allá de la sempiterna declaración contra la violencia y contra la ilegalización… por lo demás nada incómoda en realidad.
El presidente de PNV, Iñigo Urkullu, ya ha dicho con todas las letras que ETA y los batasunos quieren «dificultar y, si pueden, dinamitar» el proyecto de NaBai. De hecho, los jelzales no descartan que Batasuna consiga sus objetivos y se dicen dispuestos a recorrer solos su propio camino. Que no podría ser, en Navarra y fuera de ella, sino el de reunir a todos los nacionalistas no de izquierdas y en general a todos los que, por una razón u otra, vean en el PNV la única posible defensa contra la conversión de ETA-Batasuna en un fuerza política decisiva.
Pero el PNV no es el portaviones político de antaño, y bastante tiene con sus propios problemas. Urkullu sabe que la Unidad Antiterrorista del la policía autonómica, la llamada Ertzaintza, fue usada para espiar… al PP de Álava. Pero aún no ha dimitido la dirección del PNV alavés ni se ha llegado al fondo de esta cuestión. Otro Faisán (¿se imaginan qué estaríamos oyendo si el caso fuese el contrario?) para mayor confusión de todos. Mientras, Joseba Egibar nunca dejó de defender que legalización de la izquierda abertzale es «un elemento clave para el proceso de pacificación» en Euskal Herria, y el PNV está desunido, aunque no en Navarra. Joseba Arregui, ex casi todo en el PNV, cree que sería un suicidio político intentar otra negociación con ETA, tanto por razones prácticas como morales. Pero nadie como él conoce el mundo abertzale en toda su diversidad, y sabe que esa regla tiene una excepción por abajo, el miedo, y otra por arriba, el éxito.
¿Dónde vamos?
La conclusión no puede ser otra, también para Navarra, que la ya explicada aquí mismo por el profesor Luis Miguez. Zapatero no ha renunciado al «proceso de paz» y espera de alguna manera beneficiarse de él en nuevas circunstancias. Se ha demostrado que tenía razón Jaime Mayor Oreja, y estamos ante un espectáculo que parece pactado de confusión política, destinado a confundir a quienes en 2006-2007 reaccionaron y a quienes hoy podrían oponerse. Y la verdad es sólo una: «Eta no se disolverá y Batasuna estará en los ayuntamientos» en mayo, con toda probabilidad. Pero Batasuna, que es ETA, está fuera de la convivencia y su lugar es la cárcel, y no cabe su presencia en las urnas de ninguna manera si no es tras su total extinción y el cumplimiento íntegro de todas las penas. También las aún no impuestas, y también las que deben imponerse a los colaboradores políticos de todo tipo de la banda.
Si no se cumple esa condición estaremos en una anormalidad democrática aún mayor que la actual, con dos beneficiados (ETA y PSOE), unos cuantos frustrados en sus deseos pero atados por sus palabras (los nacionalistas no armados) y muchos millones de españoles con menos libertad. Por no hablar de los navarros, sometidos otra vez a una lotería postelectoral y encadenados ya durante más de 32 años a una disposición constitucional.
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 17 de enero de 2011, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/sigue-batasuna-renace-peligro-crece-112135.html