Por Pascual Tamburri, 26 de enero de 2011.
La España del PSOE ya no atrae a nadie. Los inmigrantes llegan sólo por las ayudas sociales, y los españoles más preparados se van para no volver. Otra vez somos país de emigrantes.
Es noticia de estos días algo que el Gobierno de Angela Merkel ha confirmado. Der Spiegel ha explicado que Alemania planea ofrecer trabajo a jóvenes españoles en paro. La República Federal tiene una situación demográfica muy complicada, con una demanda creciente de mano de obra joven –allí el hundimiento de la natalidad empezó antes que en España incluso- para impulsar el crecimiento –porque allí tiene crecimiento, claro. ¿Solución? Si no tenemos trabajadores los importaremos.
España y Alemania tienen un sistema de consultas bilaterales periódicas, sobre cuestiones de interés común, en general económicas. La semana que viene tendrá lugar una reunión de esa serie en Madrid, y Berlín prevé solicitar un mecanismo germanoespañol para que jóvenes españoles cualificados en paro trabajen en Alemania.
España, junto con algunos otros países del Sur y el Este de la Unión Europea es la solución perfecta para los problemas de Alemania: las leyes de inmigración y de trabajo permiten la libre circulación, y España tiene ahora mismo cientos e miles de graduados y técnicos sin persectivas de trabajar. Así que Alemania podrá elegir a su gusto (o según sus necesidades: «captar las mejores cabezas», en palabras del ministro de Economía, Reiner Brüderle) los españoles que desee «importar» .
¿Quién diría que no? De hecho España tiene un saldo migratorio negativo con cada vez más países, y no sólo con los del «núcleo duro» de la Unión. Con cinco millones de parados en España, cada vez menos extranjeros vienen, excepto para beneficiarse de nuestra asistencia social, y cada vez más españoles se van para buscar fuera el porvenir que aquí no tienen.
Históricamente, la izquierda reprochó al franquismo su política migratoria, que permitió la salida a otros países de cientos de miles de trabajadores españoles. Según la izquierda, esa emigración descapitalizaba a España pero solucionaba el paro y mejoraba la balanza de pagos del país por la remesas de los trabajadores. Un clásico del análisis antifranquista era éste: exportamos pobres (emigrantes) e importamos ricos (turistas). Y decían que era malo.
Si era malo eso, qué dirán de lo de ahora. Ahora intentamos importar turistas, con una cuota del mercado mundial menor que la del tardofranquismo, y en vez de tener emigrantes rurales sin cualificar se nos van a ir los jóvenes mejor formados (no nos engañemos: las empresas alemanas cotejarán la titulación con las capacidades reales), en un camino sin retorno fácil porque será complicado poderles ofrecer a medio plazo nada que pueda competir con aquellas condiciones laborales. No se trata de una «fuga de cerebros» selectiva, que por supuesto se ha multiplicado también pese a las escandalosas cifras de dinero público invertido, sino de una migración de trabajadores formados que dejará en España a los menos inquietos o menos formados como media de esa generación.
Alemania actúa según su interés, por supuesto. A nuestros gobernantes debemos preguntar si ellos también lo hacen. Y convendría echar mano de mucha literatura sobre estos asuntos de hace 30, 40 y 50 años. Para escarnio de muchos, claro.
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 26 de enero de 2011, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/zapatero-devuelto-peor-franquismo-empeorado-112320.html