PSOE y PP hacen en educación lo contrario que un santo

Por Pascual Tamburri Bariain, 27 de enero de 2011.

El beato Newman puso por escrito su opinión sobre la Universidad. Una síntesis de su origen e identidad cristianos y de su expresión inglesa. Y lo contrario de lo que España hace desde 1990.

El beato Newman puso por escrito su opinión sobre la Universidad. Una síntesis de su origen e identidad cristianos y de su expresión inglesa. Y lo contrario de lo que España hace desde 1990.


John Henry Newman, Discursos sobre el fin y la naturaleza de la educación universitaria. Traducción, introducción y notas de José Morales Marín. Eunsa, Pamplona, 1996. 240 pp. 14.73 €

La beatificación del cardenal Newman por Benedicto XVI es probablemente el acontecimiento intelectual de mayor calado en el mundo católico en 2010. Porque no se trata sólo de una ceremonia que simboliza el avance de la Iglesia romana en Gran Bretaña y las insolubles contradicciones del anglicanismo. John Henry Newman fue un hombre extremadamente moderno y clarividente en el siglo XIX, y dejó un estilo y un mensaje ampliamente válidos para muchos problemas del XXI. Particularmente en el mundo de las ideas y en el de la educación Newman tiene hoy mucho que decir, y su importancia no hace más que crecer según se hacen evidentes los problemas que nos toca vivir.

Por eso es importante que Eunsa haya sacado de sus fondos de almacén y puesto de nuevo en distribución esta pequeña joya, publicada hace ya años, que recoge el pensamiento de Newman sobre la Universidad, su identidad y su sentido. No hay que olvidar que el nuevo beato no fue un clérigo metido a docente, sino exactamente lo contrario: el cristianismo vigoroso de Newman, origen de su conversión después al catolicismo romano, surge en el contexto del Movimiento de Oxford, Universidad en la que el autor, siendo anglicano, fue fellow del Oriol. Vinieron después su vocación, su ordenación y su difícil encargo al frente de la Universidad católica de Irlanda, en Dublín. Esta recopilación de textos surge precisamente en ese punto: un universitario inglés explicando a los católicos por un lado y a los no católicos por otro qué es y qué no es esa gloriosa institución a la que llamamos, precisamente, Universidad.

¿Qué es la Universidad?

Newman rechazó, y aquí entendemos por qué, una Universidad –y en general una educación- en la que la religión ocupe una posición puramente formal, como en las instituciones anglicanas, pero también una donde la libertad de los saberes se vea enturbiada en vez de ayudada por la certeza dogmática. La Universidad es, por definición, expresión de la Cristiandad, y desde el siglo XI la Universidad para serlo o pertenece al mundo intelectual cristiano o de Universidad no tiene más que el nombre. Pero esa firme creencia de Newman no implica el deseo de Universidades confesionales, sino el de centros donde las creencias sean libres, la Teología ocupe su lugar y sea precisamente la misma libertad de la formación la que promueva el avance de la verdad al tiempo que el del saber.

Con todo esto Newman no hacía más que retomar la tradición medieval: siendo la Universidad cristiana siempre fue gestionada, según diversos modelos, por libres corporaciones de escolares y de maestros y nunca ni por la autoridad eclesiástica ni por la civil. En un mundo secularizado la respuesta católica no debía ser la creación de centros excluyentes, sino el apostolado del saber desde la libertad.

Saber contra utilitarismo

¿Para qué saber y libertad? La característica de una verdadera Universidad es su carencia de límites en el saber, y la libertad de los escolares al formarse y de los maestros al enseñar, viviendo como comunidad. Educar no es conferir unos grados, asegurándose o no de la posesión de unos conocimientos por el candidato. Es en realidad mucho más, tanto como la adquisición de una forma mentos connaturalmente tolerante y liberal, y al mismo tiempo abierta a toda ciencia y saber por el placer mismo de saber. No se trata de formar profesionales, ni de que esos saberes sean útiles, horrenda degeneración moderna en la que ya se comenzaba a vivir en el siglo XIX y hoy navegamos. Si la Universidad forma personas y esas personas son capaces de desempeñar tareas complejas y superiores es precisamente por la universalidad de sus saberes y por la manera en que éstos se adquieren como fin a sí mismos.

Vivimos en el siglo XXI, y más en España, un nuevo debate universitario. Uno en el que la educación superior, incluyendo la Universidad, se valora con criterio materialista y economicista según su «utilidad», material por supuesto. ¿Cuál es ésta? La cantidad, y eventualmente calidad, de poseedores de saberes útiles que es capaz de producir, en el caso del modelo burgués y capitalista de enseñanza. O la cantidad de poseedores de títulos universitarios que es capaz de expedir, en el caso del modelo socialista, progre e igualitario. Es perfectamente respetable defender uno u otro modelo de institución, pero recomiendo encarecidamente a unos y a otros que, antes de seguir llamando Universidades a sus criaturas y universitarios a sus víctimas, lean a Newman (no todos lo han hecho, al menos con provecho, entre los últimos condecorados navarros con la Cruz de Alfonso X el Sabio, y así nos ha ido y nos va).

Me temo mucho que, visto los sucedido entre nosotros en las últimas décadas, los responsables educativos de PP y PSOE no lo hayan hecho. Tal vez así entendiesen que algunos defendamos las virtudes de un modelo colegial, sólo en parte conservado por los británicos, y de su antiutilitarismo que resulta ser, a la postre, el más útil. Lean y disfruten: Newman no está en los altares por esto pero merece estar en la biblioteca doméstica de todo universitario consciente.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 27 de enero de 2011, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/psoe-hacen-educacion-contrario-santo-112337.htm