Una nueva política pero ¿Obama ha cambiado algo?

Por Pascual Tamburri Bariain, 4 de febrero de 2011.

La política ha cambiado radicalmente, en pocos años y en pocos días. La duda de muchos es si Barack Obama ha cambiado sólo la forma o también el fondo. La respuesta nos afecta a todos.

Diego Beas, La reinvención de la política. Obama, Internet y la nueva esfera pública. Península, Barcelona, 2011. 216 pp. 20,90 €


Tariq Ali, El síndrome Obama. Capitulación en Estados Unidos, guerra en el exterior. Traducción de Belén Urrutia Domínguez. Alianza Editorial, Madrid, 2011. 248 pp. 17,50 €

Estamos asistiendo a un cambio político acelerado. La «generación de Internet» no sólo ha visto el ascenso del primer presidente norteamericano de origen no europeo, sino también su hundimiento en la política interior y su protagonismo en grandes cambios exteriores. ¿Ha sido sólo una cuestión de formas, una nueva política nacida de la web 2.0 y sus consecuencias? ¿Hay también cambios de fondo? ¿O bien Obama es un fiel heredero de George Bush, con un simple maquillaje? Las respuestas son muchas, aunque la respuesta sincera que más nos podría interesar ahora, la de Hosni Mubarak, no la vamos a tener de momento.

Un análisis novedoso, político y técnico

El mejicano Diego Beas es un analista político dedicado fundamentalmente a estudiar y explicar el impacto en la vida pública de las nuevas tecnologías de la información. La campaña electoral de Barack Obama en 2008 es el motivo central de su libro La reinvención de la política, que Península ofrece ahora como novedad. No hay ningún descubrimiento excepcional: Beas hace ver que, efectivamente, Obama triunfó utilizando los cambios tecnológicos y sus consecuencias sociales y transmitiendo con éxito su mensaje por vías y a públicos antes inexistentes o inaccesibles.

En un año electoral como el nuestro en España, y convulso como vemos en el exterior, lo más notable del libro de Península y lo que lo hace de obligada lectura para quien tenga interés en la política a cualquier nivel es su comprensión de la complejidad del asunto. Hacer política en un mundo 2.0 no consiste simplemente en conocer las herramientas disponibles y sus innovaciones.

Se trata de asumir cómo el uso de esa tecnología ha cambiado la participación social y la percepción mutua de los ciudadanos y de los políticos. Los mensajes, la imagen y la información van en todas las direcciones, y las formas han cambiado tan drásticamente como lo ha hecho la sociedad. Lo cual no debe llevar a confundir lo accidental –el canal de comunicación y relación, que ha cambiado y seguirá mutando- con lo esencial –la política que se desea hacer-. Esto, que puede discutirse en el caso de Obama, es un verdadero problema en el caso de políticos más cercanos y de mucho menores vuelos.

¿Cambiar todo para que todo siga igual?

Quizá Lampedusa murió demasiado pronto. En todo caso, la gran discusión entre los que en 2008 se dejaron seducir por Obama es si realmente las cosas han cambiado como algunos de ellos quisieron, o si lo que cambiaron fueron ciertas apariencias para que, en el fondo, todo siguiese igual. La izquierda internacional, mucho más que los propios demócratas estadounidenses, y muchas fuerzas en el mismo mundo musulmán, están ahora mismo sumidas en ese debate.

Con mucha valentía y desde luego total acierto en el momento, Alianza Editorial propone su traducción del libro del anglopaquistaní Tariq Alí, El síndrome Obama. Con gran aporte de datos, de fechas, de nombres y de circunstancias, Alí sostiene que Obama suscitó esperanzas sin realmente haberse comprometido a nada –todo eran sobreentendidos e ilusiones, pura imagen- y en el fondo en los Estados Unidos no ha habido grandes cambios ni reformas de fondo (no hay un New Deal como algunos esperaban), y ciertamente en el exterior todos los frentes abiertos por Bush siguen donde estaban, e incluso parece probable que aparezcan otros.

La cuestión es si, como dice el autor, se trata de fracasos de Obama o era una trayectoria ya prevista por el presidente y por quienes lo auparon a la presidencia. Lo cierto es que Obama no ha dañado en nada los intereses esenciales que se defendieron durante la presidencia de Bush –y el expresidente ha escrito su primer libro de memorias, de modo que se podrán cotejar sus propias ilusiones con lo luego efectivamente realizado-. Sólo cuatro presidentes norteamericanos han sido premiados con el Premio Nobel de la paz (Theodore Roosevelt, Woodrow Wilson, Jimmy Carter y Barack Obama… claro que qué puede decirse de un premio que comparten con Adolfo Pérez Esquivel y con Lê Duc Tho) y todos ellos han coincidido en dos cosas: retóricamente elevaron la democracia parlamentaria a la altura de una creencia religiosa susceptible de ser impuesta por la fuerza, y todos ellos crearon con sus acciones exteriores guerras y conflictos que otros tuvieron que resolver después.

¿Estamos habando de fracasados? No exactamente. La cáscara de la nueva política no deja de ser una forma, nueva, pero siempre forma, de hacer política. El fondo es el que es, y Obama no debe ser juzgado ni por cómo se comunicó, ni por qué hizo creer a otros, ni siquiera por lo que dijo, sino por lo que realmente ha demostrado querer. Quizá si Alí leyese el libro de Beas entendería por qué ni es un fracaso ni la nueva política árabe de Obama es una traición. Es, sencillamente, lo que se podía esperar de él. Otra cosa es dónde vaya a llevarnos esta presidencia.

Claro que de eso se ocuparán políticos que entiendan que Facebook, Twitter y su propio blog son instrumentos y no el núcleo de su acción. Y no crean ustedes que es tan fácil hacer circular la idea.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 4 de febrero de 2011, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/nueva-politica-pero-obama-cambiado-algo-112528.htm